El bestiario festivo es el conjunto de figuras, carcasas o elementos corpóreos y protésicos de formas zoomórficas. Estos elementos pueden imitar animales reales o imaginarios, con una representación que puede ser fiel o fantástica.

Hablamos de dragones, víbries, águilas, bueyes y mulasses, caballitos y tarascas, leones y un largo etcétera de seres que abarcan todo un universo imaginario.

Si bien algunas de estas representaciones animales pueden tener un origen atávico, como es el caso del dragón, no hay ninguna constancia de ellas hasta la aparición de la fiesta del Corpus. La participación de figuras animales en la procesión del Corpus —formando parte de escenas de la hagiografía o de la historia sagrada, primero, y más adelante, solas— dejó una interesante documentación que nos permite seguir el rastro en el tiempo y la evolución dentro de la fiesta.

Acabada la dictadura franquista, la recuperación de la calle como espacio lúdico contribuyó a crear nuevas figuras por todo el país, un fenómeno que todavía persiste. Hay que remarcar que, aparte la recuperación de los bestiarios considerados tradicionales, este ámbito festivo ha impulsado procesos de creación muy interesantes que se han materializado en la construcción de figuras de alto nivel preciosista e imaginativo.

En Barcelona la participación del bestiario festivo es amplia y diversa. Están presentes en pasacalles, correfocs, procesiones, etc. Su registro de actuación va de la locura más absoluta a momentos de solemnidad y de riguroso protocolo. La mayoría de los barrios y distritos disponen de una figura propia, con particularidades específicas que los identifica.

Clasificar el bestiario es complejo, porque hay una gran diversidad. Seguiremos la clasificación propuesta por la Agrupació de Bestiari Festiu i Popular de Catalunya, que es la entidad federativa de referencia y que dispone de una territorial en el Barcelonès. Con un criterio funcional, organiza los elementos del bestiario en estos grupos: fuego, protocolo, cavallets, animación e infantil. El hecho de pertenecer a un tipo de bestiario no es excluyente, es decir, una bestia puede compartir diversas categorías.