Escuchar, bailar y sentir. En definitiva, disfrutar de la música desde un punto de vista festivo. De hecho, la música es inseparable de la fiesta; incluso hay quien hace una asociación directa entre música y fiesta. Definitivamente podemos afirmar que es una faceta de la cultura popular y tradicional imbricada con el resto de los ámbitos.

Es difícil imaginar una fiesta silenciosa. El sonido de los tambores crea la atmósfera sonora necesaria para adentrarnos en el trepidante juego del correfoc. Las gralles describen la altura de los castells y el momento de fer l'aleta, o hacen bailar a los gigantes y golpear los bastons. El tiple y la tenora aportan el sonido singular y autóctono de la cobla al baile de sardanas y al concierto. Las orquestas amenizan los bailes de fiesta mayor con las canciones de moda y con los pasodobles de siempre. Los coros y las corales, a voces, hacen aflorar las sensibilidades y las emociones tanto a los que las escuchan como a los cantantes, en una actividad en la que el trabajo de grupo es tan importante.

Yendo más allá, e hilando fino, podríamos llegar a construir un calendario musical en el que descubriríamos que cada momento del ciclo del año tiene una banda sonora y que al fin y al cabo configura un universo musical propio que da una identidad definida en nuestras celebraciones.

Barcelona es una ciudad con una riqueza y una tradición especial en el ámbito de la música. Los festivales, ciclos y conciertos con cita estable durante el año son a menudo propuestas totalmente consolidadas, el testimonio del interés que despiertan las expresiones musicales de diversos estilos y tendencias.