Pessebres vivents
Dentro de las dramaturgias populares, el pesebre viviente ha sido una de las últimas en incorporarse. Es una tradición de reciente implantación: la primera representación de un pesebre viviente fue en el pueblo andorrano de Engordany, en el año 1956.
Consiste en representar el nacimiento del Mesías a partir de cuadros diversos diseminados en un entorno concreto, como, por ejemplo, en el casco antiguo de un pueblo, la glera de un río, los entornos de una finca, un bosque, etc., por donde el espectador se desplaza.
Hay hilos conductores diversos y heterogéneos: bien se opta por una representación totalmente bíblica, bien se otorga protagonismo a oficios perdidos, bien se da valor a las construcciones del pueblo, etc. Algunos tienen texto, otros, no: es decir, cada población lo representa según su creatividad y posibilidades.
En Cataluña la primera representación fue en el año 1959 en Castell d'Aro. Pero en 1962 Corbera de Llobregat estrenó un pesebre en torno al paraje de la peña del Corb y significó una aportación definitiva a esta clase de representación, porque por primera vez el público se desplazó por el interior del pesebre.
Actualmente muchas localidades representan pesebres vivientes que actúan de elemento aglutinador y dinamizador de la población y los alrededores y, al mismo tiempo, de atracción turística.
Estos últimos años Barcelona se ha añadido a esta tradición y se representan tres pesebres vivientes destinados al gran público. El primero fue el de la Torre del Suro del Guinardó, en el año 1993.