Las ciudades representan parte del problema del cambio climático, ya que concentran buena parte de las emisiones y del consumo energético de todo el mundo, pero, por eso mismo, también son una parte clave de la solución.
En términos generales, gran parte de las ciudades ya están recibiendo los impactos asociados al cambio climático, como los efectos sobre la salud, el aumento de las temperaturas, el agravamiento del efecto isla de calor, más periodos de sequía y más inundaciones, más olas de calor, el incremento del nivel del mar, la disminución de los recursos hídricos, etcétera. Las actuaciones de las administraciones locales son muy importantes para la gestión de la cuestión del cambio climático tanto en el ámbito local, en la medida en que mejoran las condiciones de vida de la ciudadanía, como a escala global, puesto que las concentraciones urbanas en todo el mundo engloban hoy ya más del 54 % de los habitantes del planeta y, en la Unión Europea, un 74 % de la población vive en áreas urbanas, donde se consume el 75 % de la energía.
Las ciudades y sus ámbitos metropolitanos representan un enlace intenso entre la urbanización, el uso de la energía y las emisiones de gases de efecto invernadero. La densidad urbana y la organización espacial son factores clave que influyen en el consumo de energía, especialmente en los sectores del transporte y de los edificios.