El cambio climático, una realidad
El cambio climático es una realidad y está ocasionado por el ser humano. Aunque algunas voces aún lo ponen en duda, el 97 % de la comunidad científica coincide en el hecho de que la actividad humana es la principal causante de este fenómeno y en que es el más acelerado que se ha conocido nunca. Ya tenemos evidencias de sus impactos y hay que actuar para hacerle frente.
Entendemos por cambio climático una variación global de la temperatura de la Tierra. En las diferentes etapas de la historia se han producido cambios y evoluciones, siempre de forma natural, pero, en los últimos siglos, los datos obtenidos en todo el mundo demuestran que ha sido la actividad humana lo que ha provocado una alteración en el clima de la Tierra como consecuencia de la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI). Un hecho que pone en peligro la composición, la capacidad de recuperación y la productividad de los ecosistemas naturales y el desarrollo económico y social, la salud y el bienestar de la ciudadanía.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC) —en inglés, Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC)—, es un organismo internacional dependiente de las Naciones Unidas formado por más de dos mil expertos y expertas que se encarga de evaluar el conocimiento científico relativo al cambio climático. En su quinto informe, este organismo evidencia el inequívoco incremento medio de la temperatura del aire y los océanos, los cambios en el régimen de precipitaciones, el deshielo generalizado y el aumento del nivel del mar a escala global.
En los últimos años, se ha hecho todavía más patente la necesidad de incrementar los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático, y organizaciones y administraciones de todo el mundo han adoptado diversos compromisos y medidas, tanto en materia de mitigación como de adaptación, para disminuir las emisiones de GEI y reducir la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático.
El coste de no actuar es cada vez mayor. No solo en términos de costes sociales y ambientales, sino también económicos. Actuar cuanto antes para hacer frente a los efectos actuales y futuros del cambio climático es un factor de oportunidad que puede generar beneficios, como la creación de puestos de trabajo, la innovación y la mejora del propio conocimiento sobre la ciudad, la reducción de los riesgos asociados a las vulnerabilidades de la ciudad ante el cambio climático, etcétera.