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La vida

Xavi Bou y Joan Diví

La humana es una de tantas formas de vida que se citan en la ciudad. Quizás sea la más ruidosa y visible, tal vez la que necesite mayores sistemas de representación; sin embargo, insistimos, los entornos metropolitanos se tejen a través de múltiples densidades biodiversas.

Fuera de las distintas formas de cautiverio, existen usos del territorio ajenos al orden productivo y a las fronteras que se derivan de este. Bandadas que atraviesan el skyline sin ninguna veneración por la singularidad arquitectónica, especies que encuentran en los fondos subacuáticos sus particulares oasis, lepidópteros cuyos paseos aéreos cuestionan el frenesí industrial, erizos y murciélagos que restituyen a las urbes sus orígenes ancestrales.

Una parte significativa del pensamiento contemporáneo ha señalado la animalidad como el gran tema filosófico del siglo XXI. En otro sentido, el cambio climático ha puesto sobre la mesa de las urgencias hasta qué punto debemos recodificar nuestras relaciones extractivistas con la naturaleza, los modos en que nos vinculamos con el resto de especies que habitan el planeta.

La flora y la fauna no son aderezos estéticos de las ciudades, sino pobladores a veces más cualificados, más legítimos y más certeros que quienes planifican los estereotipos urbanos.