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Los interiores

Pol Viladoms

El abogado y escritor romano Aulo Gelio contrapone en Las noches áticas el «otium» y el «nec-otium», el tiempo libre y el tiempo dedicado a las ocupaciones. Además, asigna a cada uno de estos episodios de asueto o actividad una tipología arquitectónica distinta.

El vedutismo fue un género pictórico, muy popular en el Settecento italiano, que se caracterizaba por sus minuciosas panorámicas de la ciudad, hasta el punto de que algunos historiadores creyeron erróneamente que sus adeptos —Canaletto a la cabeza— quizás utilizaban algún tipo de cámara oscura para llevar a cabo semejantes panorámicas urbanas. Simultáneamente, como una facción bastarda de la veduta, apareció la pintura de capriccio, que representaba construcciones y paisajes imaginarios con un grado de exactitud que los asemejaba a sitios totalmente reales.

Por último, el panóptico benthamiano, nacido en el siglo XVIII para vigilar a la población carcelaria, parece perpetuarse en la arquitectura de los grandes centros comerciales, los museos y las instalaciones deportivas, como si la imposibilidad de permanecer oculto —o el castigo de estar siempre visible— fuesen formas naturalizadas de control social.

Los interiores públicos a veces son lugares consagrados a un ojo ubicuo y omnipresente donde los ciudadanos animan desde sus trasiegos, sus hábitos y sus desplazamientos la escala gigantesca de estos, la ingeniería faraónica de unos espacios que aspiran a ser hitos urbanos mientras exigen que los utilicemos.