Figurillas de Valdivia
Dr. Ramiro Matos
Smithsonian Institution-Museu Nacional de l’Índia Americana
La cultura de Valdivia
A principios de la década de 1960, en las playas de Guayas (Ecuador), fueron descubiertas unas pequeñas aldeas dispersas de pescadores y alfareros, cuya antigüedad se fechó en el año 3500 a. C. Sus descubridores, el ecuatoriano Víctor Emilio Estrada y los estadounidenses Betty J. Meggers y Clifford Evans, las denominaron «cultura de Valdivia», en referencia al sitio geográfico en que se descubrió y definió esta cultura. Es la población de alfareros más antigua conocida en el continente americano.
En los asentamientos de Valdivia, tanto en superficie como en las excavaciones, la cultura material predominante es la cerámica de alta calidad, de formas y decoraciones diversas. No se trata de cerámica incipiente, sino de vasijas elaboradas con una técnica refinada. En las colecciones de fragmentos cerámicos destacan, por su calidad, las figurillas modeladas en barro y, menos numerosas, las de piedra calcárea. La mayoría están rotas.
Las figurillas talladas en piedra tienen forma de láminas rectangulares. Un corte vertical en el segmento inferior expresa las extremidades, mientras que la cara y los brazos están dibujados con sencillas líneas incisas. Las pocas estatuillas de piedra que se conocen tienen la cara y los brazos en relieve y son más elegantes. En la cronología de Valdivia, estos objetos líticos han sido datados como los más antiguos y se han situado en el período A (del 3500 al 2500 a. C.).
Figurillas modeladas en barro
Las figurillas modeladas en barro, como las que se presentan en la exposición, corresponden a los períodos B y C (del 2500 al 1500 a. C.). Estas fueron las etapas de máximo esplendor de la cultura Valdivia, con una producción cerámica masiva en la que se incluyen las figurillas. Es notable la preferencia de los valdivianos por representar estatuillas femeninas y destacar sus atributos corporales. La forma de la cara varía, entre ovalada y cuadrangular, con una abundante cabellera que cae a ambos lados del rostro, generalmente peinada o arreglada con la raya en medio. El tamaño y la representación de los brazos también son variados, desde pequeñas protuberancias que sobresalen del tronco, hasta brazos flexionados, unos caídos y pegados al tronco, otros cruzados con ángulo recto en los codos o describiendo una curva bajo los senos, según la edad y el estatus de la mujer. En general, las piernas son rectas, están abiertas y acaban en punta. Son muy raras las figurillas en posición sedente, normalmente están de pie. Todas estas imágenes están recubiertas con engobe de color rojo ladrillo; no se conoce ninguna pintada. Es evidente que los artesanos se preocuparon por destacar la belleza y los atributos de las mujeres de Valdivia.
Función y significado
Por lo que respecta a la interpretación de la función y el significado de las figurillas de Valdivia, existen varias hipótesis. La primera, basada en la belleza y la versatilidad de las figurillas, esgrime como argumento las cualidades femeninas de la mujer para considerarlas un tipo de Venus, la «Venus de Valdivia», la más antigua del nuevo mundo, equivalente a la Venus de Willendorf en el Viejo Continente. Esta hipótesis se hace extensiva a la maternidad y la fertilidad de la mujer y, en un sentido más amplio, a la «madre tierra» y la naturaleza en general. El hallazgo de la tumba de una mujer en Real Alto con un hombre decapitado como parte de la ofrenda aporta otro argumento para suponer que la sociedad valdiviana debió de ser matriarcal y matrilineal.
Por otro lado, el análisis morfológico de las figurillas, a partir de la diferenciación y la clasificación de las características corporales, ha permitido identificar las diversas etapas del ciclo vital de la mujer. Es evidente que la imaginería de Valdivia muestra con relativo detalle la naturaleza externa del cuerpo femenino. Así, las pequeñas estatuillas que podrían representar la pubertad tienen la cara pequeña y ovalada, la mitad de la cabeza rasurada y adornada con un tocado, el tronco recto y plano, los brazos y las piernas cortos, y se observa la ausencia de senos y una presencia sutil del sexo. Las de la etapa siguiente, identificada como la adolescencia, muestran el cabello afeitado dibujando rayas, pechos pequeños, brazos cruzados, cintura con silueta y pubis protuberante. En la mujer adulta se observa una cabellera espesa, peinada o arreglada, la cara cuadrada u ovalada, con la nariz, los ojos y la boca bien definidos, senos grandes, los brazos cruzados debajo, pubis punteado y vagina. Finalmente, la mujer embarazada tiene pechos sobresalientes, el vientre abultado, los brazos cruzados sosteniéndolo, la cabeza tapada con un bonete liso o trabajado, medio ocultando su rostro. No se conocen figurillas de mujeres dando a luz.
A la vista del considerable número de figurillas rotas o fragmentadas, surge la hipótesis de que debieron de ser producidas para utilizarlas como ofrendas, para ser lanzadas al espacio sagrado durante el ritual, momento en, evidentemente, muchas se rompían. Desde la perspectiva de la etnografía comparada, algunos estudiosos postulan la idea de que fueron un tipo de amuleto parecido a las illa andinas, utilizadas como ofrenda en las ceremonias propiciatorias de la fertilidad, la cosecha y la buena suerte. Algunas ofrendas se queman, otras se entierran o simplemente son lanzadas sobre el lecho sagrado. Quizá las figurillas de Valdivia fueron arrojadas al espacio sagrado durante el ritual; de ser así, es obvio que algunas se rompieran.
Para terminar, las hipótesis y las inferencias que se han apuntado no son excluyentes, más bien las consideramos complementarias. Es posible que las figurillas de Valdivia cumpliesen diversas funciones en una misma sociedad, según el ritual y la circunstancia. Incluso podrían haber sido símbolos de identidad para diferenciar a un grupo étnico de los demás. Futuras investigaciones se encargarán de esclarecer la controversia. Mientras, nosotros seguiremos admirando la belleza de las figurillas expuestas.
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