La Sede Parc Montjuïc del Museu Etnològic i de Cultures del Món está ubicada en un extremo de los jardines de Laribal, en el parque de Montjuïc, en el lugar que ocupaba la Casa de la Colla d’Arròs, sede original del museo.
El edificio, proyectado ex profeso, fue el primero de nueva planta que se construyó en Barcelona para albergar un museo. Sus responsables fueron los arquitectos municipales Bonaventura Bassegoda Nonell, Jesús López, Antoni Lozoya y Joan Puigdengoles.
El museo se inauguró en 1973 con una exposición integrada por cerca de un millar de piezas procedentes de Afganistán, Nueva Guinea, Australia, Japón y Perú, recolectadas en las expediciones del museo y nunca expuestas hasta entonces.
Edificio moderno, proyectado sobre una base de un módulo hexagonal siguiendo el ideal trazado por el arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright, está decorado con un friso de relieves cerámicos de Eudald Serra. Este mural de Serra preside las tres caras exteriores del vestíbulo, que responde a una planta trapezoidal.
La construcción contó con la colaboración y el criterio de August Panyella (primer director del Museu Etnològic) y de su equipo, así como también con la voluntad de los arquitectos de emplear todos los recursos de la técnica moderna para crear una articulación particular de los espacios que hiciese la visita más cómoda y fluida en todas las áreas.
Pese al carácter moderno del edificio, uno de los objetivos principales de la arquitectura era que el protagonismo recayese sobre los objetos expuestos, de manera que el edificio los envolviese en un marco, como un complemento, destacándolos y acompañándolos.
Los objetos más grandes se situarían en la planta superior, de techos más altos, y la planta baja acogería los objetos más pequeños. A estos dos espacios habría que añadir los laboratorios, los almacenes, los talleres de restauración, en el sótano, y la terraza, con un jardín. Por otra parte, las vitrinas del sótano fueron pensadas para que los visitantes pudiesen observar las piezas que no estaban expuestas en plantas superiores.
Se proyectaron tres plantas en torno a tres patios interiores, también hexagonales, la tercera de ellas formada por hexágonos dispuestos a diferentes alturas, quedando la biblioteca y sala de proyecciones (la actual sala de actos), insonorizada, situada entre dos pisos, con un diseño que permitía la entrada cenital de luz natural.
Los hexágonos superpuestos de las diferentes plantas del edificio, así como la estructura exterior, se integran con el entorno paisajístico de Montjuïc y con los jardines de Laribal, justo detrás del edificio, que albergan una extensa rosaleda —la primera rosaleda pública de Barcelona. Estos jardines fueron proyectados por el ingeniero francés Jean-Claude Nicolas Forestier y el joven arquitecto Nicolau M. Rubió i Tudurí, su ayudante.
Reforma de los años 2011-2015
El Museu Etnològic cerró sus puertas al público en 2011, y las volvió a abrir en 2015 tras una remodelación arquitectónica y museográfica. Mientras que el diseño de la nueva museografía, obra de Jesús Galdón, pone el acento en los objetos, la reforma arquitectónica, llevada a cabo por Toni Gironès, respeta la esencia del proyecto original, subrayando su potencia, pero, al mismo tiempo, profundiza en la disolución de las barreras entre espacios.
Las salas de exposiciones, adaptadas, pretenden ser espacios de tránsito libre, espacios neutros que quieren favorecer no solo el diálogo entre las piezas, sino también entre estas y los visitantes. Por otra parte, se reforma totalmente la planta subterránea para transformarla en una reserva visitable, con iluminación natural, que rodea la reserva no visitable del museo, donde se conserva un gran número de objetos de la colección que no están visibles al público. En esta planta también se puede ver una parte del fondo de la biblioteca, con libros clasificados en un conjunto de estanterías.
La mejora del vestíbulo también responde a la voluntad de mantener la claridad estructural y material del proyecto inicial, pero optimizando las condiciones. La intención es que su amplitud se entienda como un interés del museo por proyectarse hacia la ciudad de Barcelona, que se despliega a sus pies.