San Galderic, el auténtico patrón de los campesinos catalanes

El 15 de mayo es san Isidro Labrador y en muchos lugares del país todavía perviven fiestas, ferias y encuentros dedicados al patrón de los campesinos. Pero san Isidro, que también es el patrón de la villa de Madrid, no es en absoluto el auténtico patrón de los campesinos catalanes. Como explica el portal Festes.org, este lugar lo ocupó durante nueve siglos san Galderic, un santo occitano cuya onomástica se celebra el 16 de octubre. Después de la derrota a la Guerra de Sucesión, los nuevos obispos impuestos por los Borbones favorecieron la celebración de san Isidro en detrimento de san Galderic. ¿Por qué? Pues porque san Isidro era el patrón de los campesinos castellanos.

Estos dos santos tienen una hagiografía bien contrapuesta: san Galderic nació en el siglo IX en la ciudad de Vievila –actualmente llamada Sant Galderic–, cerca de Carcasona. Considerado ya por sus coetáneos como un hombre de lo más piadoso, ingresó en la orden de San Benito y defendió encarnizadamente al campesinado de la presión y el maltrato que recibía de los señores feudales de la época. Canonizado en el siglo X, sus restos fueron trasladados por los condes de la Cerdanya y el Conflent al monasterio de Sant Martí del Canigó. Se hizo muy popular en la Cataluña Norte y, con el paso de los años, se extendió su culto por todo el Principado.

San Isidro era un campesino de las afueras de Madrid que vivió entre los siglos XI y XII. La leyenda dice que era un hombre muy piadoso que hacía milagros agrícolas por medio de la oración. El milagro más famoso lo hizo cuando su señor le iba a recriminar que se pasaba el día rezando en vez de trabajar. Pero al quererlo abroncar descubrió que mientras él rogaba los ángeles le hacían el trabajo que tenía encomendado: labrar el campo. Y de aquí le proviene el sobrenombre de «labrador».

El caso de san Galderic y san Isidro no es en absoluto único: a raíz de la aplicación del Decreto de Nueva Planta, el santoral tradicional catalán se castellanizó. Y salieron perdiendo una serie de patrones, como san Yelmo, el patrón tradicional de la gente de mar, que se encontró desplazado por la virgen del Carmen, estrechamente vinculada a la marina de guerra. También es muy conocido el caso santa Eulàlia, que, por su fuerte componente simbólico en la resistencia de Barcelona, en el año 1714 fue relegada a un segundo plano en el patronazgo de la ciudad, en favor de la Mercè.