La celebración de Todos los Santos, una oportunidad para explicar la muerte a lxs niñxs:

Culturalmente se considera que el invierno se inicia cuarenta días después del equinocio de otoño (22 de septiembre), es decir, en los alrededores del 1 de noviembre. Por este tiempo se cierra el año agrícola, llega el frío, se estrena la ropa de invierno y empieza la época de siembra y el de las ferias agrarias para preparar la próxima temporada.

La rueda de los ciclos naturales de calor vs. frío y luz vs. oscuridad propicia que desde tiempos remotos y en diferentes culturas se hayan celebrado, en los primeros días de noviembre, fiestas dedicadas al recuerdo y a la relación con los difuntos. Una vez pasada el tiempo de las cosechas, la tierra parece amortiguada y nos conduce a reflexionar sobre la temporalidad de la vida y la relación entre nosotros y nuestros antepasados. La cultura de la muerte en Mallorca se ha desarrollado a través de ritos funerarios y, colectivamente, en la celebración de la fiesta más importante del otoño, el día de Todos Sants y la fiesta de Difuntos. La importancia de la festividad de Todos Sants se refleja en la gran cantidad de tradiciones y costumbres que lo rodean. Costumbres que tienen unos componentes que se mueven entre la devoción y el respecto de hacia los antepasados y la celebración del miedo ligado al oscuridad de la muerte. La tradición medieval de las danzas de la Muerte, que nos presentan la Muerte como realidad repentina y que nadie puede evitar; la de las canciones de Muerto, composiciones orales cantadas en el curso de una ceremonia para velar la muerte de personas estimadas; y las tradiciones ligadas en Todos Sants han generado un patrimonio inmaterial que nos hace patente la importancia del tema.

La muerte explicada a lxs niñxs

En la tradición catalana de Todos los Santos, y también en muchas otros como la anglosajona, lxs niñxs tienen un papel destacado y activo en esta celebración. Este rasgo de la fiesta se podría explicar cómo el intento de acercar la experiencia de la muerte a los niños de una manera lúdica y adecuada a sus potencialidades de comprensión.

En Mallorca la relación entre los vivos y los muertos es vivida lúdicamente por parte de los pequeños de la familia, sobre todo durante la noche del sábado de Todos Sants. En esta noche los personajes como en Banyeta Verde y las yayas-brujas de las fábulas han sido los elementos habituales de esta celebración. La muerte ofrece una aproximación con matices diversos, desde el misterio y el miedo, por un lado, a la añoranza de los seres queridos y la esperanza de reencontrarlos por un día.

La mirada carnavalesca ofrece un marco de aproximación a la realidad de la muerte que aligera el peso al introducir el registro festivo: un tipo de catarsis colectiva.

Según la tradición, la Noche de las Almas era la noche en que las almas volvían a sus casas a visitar los vivos, y por eso era habitual dejarlos luces encendidas y pequeños presentes. Hay que destacar el conocido juego de las almitas, consistente al ir escondiendo por la casa panellets o castañas -que en el marco del juego son regalos dejados por las almas de los muertos que aquel día vuelven para que los niños las encuentren  el día siguiente, como prueba de la visita de los difuntos, y disfruten. A pueblos como San Juan está documentado la costumbre de esconder en un agujero de la pared los dientes de leche caídas de los niños, puesto que se decía que tiempos después, al ser muertos, volverían a su hogar la noche de Todos Sants para buscarlas. En estos días lxs niñxs también son obsequiados con golosinas tales como rosarios, panellets, buñuelos, castañas o bellotas y fruta confitada.

Otras creencias que afectan directamente lxs niñxs. Se decía a lxs niñxs que no se comieran todas las castañas (frutos de la época) porque si no dejaban alguna para las almas, estas irían por la noche a estirarlos por los pies mientras durmieran. Lxs niñxs, está claro, preferían dejar alguna a los pies de la cama –que el día siguiente encontraban cambiada por un panellet-.