El barrio de Hostafrancs nació en el siglo XIX entre los terrenos que separaban la puerta de entrada a Barcelona por Sant Antoni y la villa de Sants. En aquel momento, la Creu Coberta, uno de los centros neurálgicos de Hostafrancs, era un punto estratégico porque todo el mundo hacía la última parada en él antes de adentrarse en la ciudad por el oeste. La industrialización hizo crecer demográficamente el barrio y, como en muchas otras áreas obreras, proliferaron entidades lúdicas y recreativas: círculos, ateneos, casinos...

Todo ese tejido asociativo tan rico se muestra en la fiesta mayor, que se celebra a principios de octubre con motivo de San Ángel Custodio. La Federación de Asociaciones, Entidades y Comisiones de Hostafrancs es la organizadora de la fiesta mayor en la actualidad. Ha diseñado un modelo festivo moderno, pero, al mismo tiempo, muy respetuoso con la tradición, que se resume con la máxima de "mantener, innovar y recuperar". Se mantiene, por ejemplo, la tradicional Fira de la Magrana ―embrión de la fiesta mayor―, se innova con el nuevo baile de diables y se recuperan antiguas danzas perdidas, como el baile de rams.

Motivo

La veneración de san Ángel Custodio en Barcelona viene de mucho tiempo atrás, y la relación más antigua se sitúa lejos de Hostafrancs. La leyenda cuenta que en el siglo XV a san Vicente Ferrer se le apareció un ángel cuando se disponía a entrar en Barcelona. Estuvo justo delante de la puerta amurallada de los Orbs y el ángel le explicó que guardaba la ciudad por orden del Altísimo. A partir de aquel momento la puerta pasó a llamarse Portal de l'Àngel y se erigió un pequeño altar en el lugar.

En el siglo XIX, cuando se derribó la muralla, la figura de san Ángel Custodio se trasladó a Hostafrancs, donde se le construyó una capilla. El culto popular siguió al santo hasta el nuevo emplazamiento y, por tanto, trasladó hasta Hostafrancs la veneración y los ritos que antes se llevaban a cabo en el Portal de l'Àngel.

Orígenes

El traslado de la figura de san Ángel Custodio desde el centro de la ciudad hasta Hostafrancs desplazó el culto popular al santo. Eso incluía la costumbre de reunirse cerca de la capilla cada primero de octubre para comer granadas y castañas. Según parece, este rito servía a los antiguos barceloneses para dar la bienvenida al otoño. La incipiente fiesta mayor se reforzó unos cuantos años más tarde, en 1879, cuando se otorgó a la iglesia de Sant Àngel Custodi la condición de parroquia, desvinculada de Santa Maria de Sants.