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Yu Lan Pen Jie o la fiesta china de los fantasmas hambrientos

03SEP2017

Tened cuidado el 5 de septiembre, porque ese día los fantasmas se pasean por la calle y van buscando algo de comer y un poco de entretenimiento. Los chinos los alimentan. Es la fiesta de Yu Lan Pen o de los fantasmas hambrientos.

Tanto el budismo como el taoísmo celebran esta fiesta, también llamada Zhong Yuan. Coincide en el calendario chino con el día número quince del séptimo mes lunar, que en general es conocido como el mes de los fantasmas. En el calendario occidental, la fecha es, pues, variable, pero cae este año en 5 de septiembre.

Las puertas del reino de los muertos se abren ese día y los fantasmas salen y son libres de moverse por el reino de los vivos. Budistas y taoístas celebran en la fecha rituales destinados a aliviar los sufrimientos que padecen estos espíritus como castigo por su mal comportamiento.

Todo tiene el origen en un episodio de la tradición budista protagonizado por Mulian, un discípulo de Buda. Al meditar profundamente sobre sus progenitores, descubrió que su madre se había convertido en un "fantasma hambriento" (un espíritu que paga en el mundo espiritual las malas acciones que ha cometido en vida). Incapaz de salvar por sí mismo un ser querido que experimentaba los peores tormentos, Mulian pidió ayuda a Buda. Y este le recomendó que esperara al día quince del séptimo mes lunar y que preparara comida, la bendijera y la dejara a disposición del fantasma de su madre. Esta ofrenda habría calmado el hambre del espíritu y le habría permitido acceder a una nueva encarnación.

En conmemoración de esta fiesta, los chinos ponen un plato en la mesa para los seres queridos que han muerto, pero también les preparan ofrendas de papel que, al ser quemadas, llegan al mundo espiritual. Quizás inicialmente se quemaban dibujos en papel de piezas de oro y plata, pero en el mundo contemporáneo se queman billetes y cheques (falsos) y reproducciones en papel de los objetos más diversos: desde tarjetas de crédito a casas en miniatura, motocicletas, coches y productos electrónicos, a menudo elaboradísimos, que pueden usar los propios difuntos o bien ser ofrecidos como soborno al rey de los infiernos. También se depositan linternas flotantes con forma de flor de loto en los ríos y cursos de agua con la idea de que guien a los fantasmas de vuelta hacia el inframundo.

Muchas tiendas cierran durante la festividad con la intención de dejar la calle libre a los espíritus que estos días se pasean por ellas. Y es que las muchas supersticiones que llenan la tradición china se hacen especialmente evidentes durante esta fiesta, aunque cada vez con menos intensidad. Se recomienda no pasearse por la noche ni bañarse en embalses de agua, puesto que los fantasmas de aquellos que se han ahogado pueden intentar atraer a nuevas víctimas al reino de los muertos para ganarse el derecho a reencarnarse. Estos días, en China, los más supersticiosos no hacen mudanzas, pocos se compran un piso y no hay mucho casamientos. Tampoco se aconseja vestir de color rojo, recoger monedas por la calle o dormir ante un espejo, acciones que podrían atraer a los espíritus. Ni colgar la ropa en la calle, puesto que los fantasmas se la podrían poner y traer la desgracia a quien las vista después.

No es la única celebración de los muertos en la cultura china. Hacia abril se celebra el Qing Ming Jie y se visitan los cementerios para limpiar las tumbas. Y en octubre, durante la fiesta del Doble nueve, se rinde homenaje a los ancestros. La diferencia es que durante la fiesta de Yu Lan Pen son los fantasmas quienes vienen al mundo de los vivos, y no los vivos quienes visitan a los muertos. Y que, durante esta celebración, se honra a todos los muertos, indepedientemente de si son antepasados o descendentes.

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Museu Etnològic i de Cultures del Món

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