24JUL2016
¿Qué contienen las cajas que se muestran en la exposición Ikunde? Proceden de una expedición en Guinea de 1958, y aún se conservan con el embalaje original hace más de cincuenta años.
El Museu Etnològic custodia unas colecciones que suman más de 70.000 objetos. De estos, casi la mitad proceden de diferentes países de todo el mundo, fuera de Cataluña y España. La mayoría fueron adquiridos en expediciones realizadas por el Museo, especialmente entre los años 40 y 70 del siglo XX, y liderados por el entonces director, August Panyella.
En 2008, el Etnológico organizó, junto con el Museu Arqueològic de Catalunya, una exposición llamada Áfricas, y entre los materiales audiovisuales que se presentaban, encontramos una entrevista con los hijos de Augusto Panyella, Mercè y Àngel, donde explican como vivían desde Barcelona las expediciones de su padre, y a menudo también su madre, Zeferina Amil.
Entre 1952 y 1976 se realizaron una veintena de expediciones, casi una cada año. Tenían una duración de unos tres meses, y marcaban el ritmo de las estaciones, ya que habitualmente se dedicaba un trimestre en el viaje, otro a documentar los objetos, un tercer trimestre a preparar la exposición que se haría, cuando las piezas ya habían llegado, y en el último se preparaba la siguiente expedición, una vez la exposición ya había sido inaugurada.
August y Zeferina enviaban cartas a sus hijos, que vivían en el mismo Etnològic, como era habitual entonces por las familias de los directores de los museos. Estaban todas numeradas, ya que a menudo no se recibían en el mismo orden en que se enviaban, y como enviar cartas por correo aéreo era muy caro, estaban escritas con una letra muy pequeña, por las dos caras, en papel de cebolla. En ellas les explicaban que habían llegado bien, después del largo viaje, o que volverían pronto, y les descubrían lo que se come en los diferentes países donde viajaron. Pero, sobre todo, una constante en esta correspondencia era comunicar cuantas piezas habían sido recolectadas, y cuántas estaban documentadas en los inventarios de campo.
Así pues, cuando el padre volvía a Barcelona, los niños ya sabían cuántos nuevos objetos se incorporarían a las colecciones del Etnològic. El director llegaba con sus cuadernos, llenos de dibujos y anotaciones sobre cada pieza, pero había que esperar tres meses más hasta que llegaran las cajas con los materiales. Cuando finalmente se recibían, tenía que identificar cada uno a partir de las notas de campo, y los dos hijos descubrían por fin los objetos de los que les hablaban a las cartas y que habían visto dibujados en los inventarios de campo.
Con las cajas que se exponen a Ikunde, al fondo de la sala, podemos acercarnos a lo que experimentaban aquellos dos niños, testigos privilegiados del momento en que se descubrían las nuevas incorporaciones del Etnològic. Al igual que ellos, podemos preguntarnos: ¿qué hay dentro de las cajas?