18JUL2016
Hacemos un viaje a la India y en Nepal en la próxima sesión de Doc'sNoctàmbuls. Descubrimos también cómo se pueden combinar deporte, solidaridad y activismo con dar a conocer otros pueblos del mundo.
La cultura, o las culturas, tal como la entiende la antropología, está presente en la mentalidad y los conocimientos de los individuos que forman parte de una sociedad, pero también tienen unas manifestaciones materiales y están arraigadas en un territorio. Esta última característica es la protagonista de esta nueva sesión de documentales, que nos lleva en el subcontinente indio.
La mina: historia de una montaña sagrada, es un cortometraje realizado por la ONG Survival, que defiende a escala global los derechos de los pueblos "indígenas y tribales". Presenta la historia de resistencia de los dongria kondh, que viven en una cordillera a unos 800 km al sur de Calcuta, contra un proyecto minero que pretende agujerear una montaña que ellos consideran sagrada, y que además pertorbaria su sistema de vida al alterar los recursos hídricos de la región. Se trata de un caso explícito de cine comprometido, iniciativa de una organización que trabaja sobre el terreno y que quiere denunciar las amenazas que sufren las poblaciones minoritarias ante el avance del capitalismo multinacional.
Un caso diferente es el de la otra película que completa la sesión. Langtang es el resultado accidental de una catástrofe natural de grandes dimensiones. Kilian Jornet y su equipo se disponían a realizar el ascenso al Everest, dentro del proyecto Summits of my life (cumbres de mi vida), y registrar su expedición. En 2015, dos días antes de viajar hacia el Nepal, se produjo el terremoto que causaría miles de muertos e importantes daños materiales y patrimoniales. Decidieron ir igualmente y colaborar en las labores de rescate en el valle de Langtang, que ya habían conocido en otras ocasiones. También registraron el documental que podremos ver, que nos permite hacer algunas reflexiones sobre el cine etnográfico y el género documental en general.
La primera es la que ya adelantábamos anteriormente: el territorio es un factor determinante para explicar cómo es una cultura, y en circunstancias catastróficas, como las que se describen, también se puede observar cómo se organiza una comunidad, cuáles son sus vínculos sociales y cómo reacciona en situaciones absolutamente opuestas a la normalidad.
Pero sobre todo nos plantea una serie de cuestiones de tipo ético. El paradigma científico se caracteriza por situar al investigador al margen de lo que está observando. En las ciencias más puras, como la física y la química, e incluso en la biología, se intenta hacer investigación en condiciones de laboratorio, aislando todos aquellos factores incontrolables. Pero en las ciencias sociales esto es difícil, tanto metodológicamente como desde un punto de vista ético.
De entrada, en el caso de la antropología, una de sus técnicas por excelencia, la observación participante, contradice de base este principio de no implicación. Además, a lo largo de su historia, se han dado muchas ocasiones en que los investigadores han convertido su trabajo en un acto de crítica social, denunciando las situaciones que se han encontrado en el trabajo de campo. A menudo los etnógrafos se han convertido en altavoces de las causas que defienden los pueblos que han investigado.
Existe incluso un concepto, el de retorno, que valora lo que aporta el científico a las comunidades que investiga, una consideración importante a tener en cuenta para que la investigación no se convierta en una forma sutil de expolio. En el caso de la expedición a Langtang, y también en el documental La mina, aunque no son de tipo antropológico, es evidente que buscan el objetivo de sensibilizar al mundo occidental sobre las situaciones que describen, haciendo un llamamiento a la solidaridad.
Museu Etnològic i de Cultures del Món
