13DIC2017
Santa Lucía: la gran fiesta del norte de Europa
Si os hablan de santa Lucía, lo más probable es que enseguida penséis en la popular feria de Navidad que se instala a principios de diciembre ante la Catedral de Barcelona, pero la celebración era muy diferente hace unos años, cuando la ciudad se llenaba de 'llucietes'. Santa Lucía nació en la actual Italia, pero es en el norte de Europa donde actualmente se la recuerda más intensamente, en una fiesta tan popular como la propia Navidad.
La Feria de santa Lucía constituye una de las tradiciones navideñas más populares, un mercado al aire libre donde se venden figuritas de pesebre, incluyendo los popularísimos caganers, árboles de Navidad, musgo y todo tipo de objetos para decorar el hogar estos días. Documentada desde el año 1786, hablaba sobre ella Rafael Amat, barón de Maldà, en su Calaix de sastre y hacía referencia también a la misma el folklorista Joan Amades en su Costumari català.
Pero en el siglo XIX y a principios del XX, la fiesta de Santa Lucía, que se conmemora el 13 de diciembre, no sólo incluía esta feria, sino también una gran variedad de celebraciones alrededor de las chicas que, en Barcelona, pero también por toda Catalunya, ejercían como costureras. Salían en procesión, con sus vestidos de fiesta, y cantaban canciones y salmos a todo el que las quisiera escuchar. Eran las llucietes trabajadoras del hilo y la aguja que tenían como patrona a santa Lucía.
No es extraño, porque santa Lucía de Siracusa fue una mártir cristiana que habría sufrido tormento a principios del siglo IV. Formada como cristiana, pero comprometida con un pagano por su madre enferma, al no querer romper el voto de castidad que había hecho, fue denunciada y sometida a tormentos tan crueles como arrancarle los ojos. Por eso la santa se convirtió en protectora de la vista, un sentido especialmente necesario para las jóvenes costureras.
Nadie sabe exactamente como llegó al norte de Europa el culto a santa Lucía, pero lo cierto es que, en países como Suecia especialmente, y también en Finlandia y otros países nórdicos, la de santa Lucía es una fiesta especialmente señalada y casi tan tradicional como la propia Navidad.
Los suecos, sin embargo, no reviven tanto el martirio de la santa como su condición de "portadora de luz", en referencia a la etimología de su nombre. Y los y las jóvenes de cada casa son los protagonistas de la fiesta. Es tradición que, en el domicilio de las familias suecas, la hija mayor se vista la mañana del 13 de diciembre con una bata o vestido blanco hasta los pies, símbolo de pureza, un cinturón rojo como indicativo del martirio y una corona llena de velas encendidas en la cabeza. Así disfrazadas, las muchachas, ayudadas de sus hermanos y hermanas, sirven a los padres el desayuno, a menudo en la cama.
Las celebraciones en Suecia y el norte de Europa continúan en la calle, donde las chicas vestidas de santa Lucía, sus damas de honor (que también van de blanco, lucen coronas vegetales y llevan una vela en la mano) y unos chicos disfrazados con unos sombreros decorados con estrellas (los stjärngossar o chicos estrella) se pasean por las calles, repartiendo galletas de gengibre (pepparkakor) o dulces hechos con azafrán (los lussekatter o gatos de santa Lucía) a sus vecinos. Estas procesiones acostumbran a formar parte de celebraciones que tienen lugar en las iglesias y que incluyen encuentros corales o espectáculos diversos.
Relacionada con el solsticio de invierno, cuando la luz empieza a avanzar y se inicia el periodo en que los días se hacen más largos, la fiesta de santa Lucía es una de las tradiciones más seguidas en Suecia, donde incluso se organizan concursos nacionales para elegir a la santa Lucía del año.