20SEP2017
Una aparición mariana dio origen al culto a la virgen de la Mercè. Para conmemorar su día, Barcelona celebra una fiesta que, de hecho, es un compendio de las tradiciones populares de toda Catalunya. Tomó su forma actual en tiempo de Cambó y en los primeros años de la democracia.
Esta semana, Barcelona celebra su Fiesta Mayor. Pero, ¿quién es la patrona de la ciudad (junto con Santa Eulàlia) y por qué se celebra de manera tan intensa su fiesta? Todo empezó en el siglo XIII y de la mano de un mercader barcelonés. En aquel tiempo eran frecuentes las incursiones de los sarracenos por los pueblos de la costa. Secuestraban a cristianos para venderlos como esclavos o llevarlos al norte de África esperando que sus familiares pagaran un rescate.
Un mercader llamado Pere Nolasc empezó a organizar y financiar expediciones en las que negociaba el rescate de estos cristianos secuestrados. Y cuando se quedó sin recursos organizó peticiones de limosna para recaudar más dinero. Fue el origen de una cofradía llamada la Almoina dels Captius que se convirtió en la principal de la ciudad. El san Pere Nolasc que conocemos hoy debía tener contacto con san Ramon de Penyafort, en aquel tiempo clérigo de la Catedral de Barcelona. Hijo de caballero, Ramon de Penyafort mantenía una relación de amistad con el rey Jaume I. La leyenda cuenta que la misma noche de principios de agosto del año 1218, la Virgen María se apareció simultáneamente a san Pere Nolasc, Sant Ramon de Penyafort y a Jaume I para encomendarles la creación de una orden específicamente destinada a ayudar a los cautivos. Acababa de nacer la Orden de la Mercè, de carácter religioso y militar a la vez.
El momento decisivo de la relación de la Virgen de la Mercè con la ciudad llegaría, sin embargo, en 1637. Tres años antes de que estallara la Guerra dels Segadors, una plaga de langosta afectó a Barcelona. Los insectos llegaban como enjambres de abejas, acababan instantáneamente con cualquier rastro de vegetación y se colaban en las despensas para desesperación de los barceloneses. El Consell de Cent se encomendó a la Virgen de la Mercè y, como la plaga remitiera, cumplió con el compromiso que había adquirido: convertirla en patrona de la ciudad.
La ratificación eclesiástica de este patronazgo por parte del papa Pío IX no llegó hasta 1868, pero el culto a la Mercè, a la cual se atribuían intervenciones milagrosas, ya se había extendido. De hecho, a finales del siglo XIX ya se celebraban fiestas religiosas y populares alrededor del 24 de septiembre. Se organizaban bailes, se montaban mercados o se instalaban pabellones donde se ofrecían pequeños espectáculos o vistas de países lejanos creadas por escenógrafos de prestigio. Y los teatros y circos de la ciudad ofrecían funciones especiales. Pero nada que ver con la Mercè que conocemos hoy.
De hecho, la parte tradicional de las celebraciones, fue recreada por el político catalanista conservador Francesc Cambó en 1902. Con sólo 25 años, Cambó había sido elegido regidor por la Lliga Regionalista el año anterior. Y había impulsado una nueva visión de la fiesta que convertía las celebraciones en un resumen de las tradiciones catalanas, con representación de danzas y fiestas tradicionales de las diversas zonas del Principado. De ahí que aquel año se convocara en la ciudad un primer concurso de Colles Sardanistes.
La fiesta, sin embargo, aún atravesaría momentos mejores y peores hasta la guerra civil y la llegada del régimen franquista, que destacó los aspectos religiosos de la Mercè, aunque los encuentros de gigantes y cabezudos o los bailes populares siguieron existiendo. Pero fue con la llegada de la democracia, a finales de los años 70, que la fiesta adoptó el protocolo actual. Se reguló la forma como se celebran los actos tradicionales y se dedicó una parte destacada de la fiesta a la participación ciudadana. En aquel momento nacen nuevas tradiciones como el Correfoc, moderna celebración recreada a partir de danzas de diablos de época medieval, que después se han extendido por toda Catalunya.
Este año, como es tradición, no faltará en la Fiesta Mayor la imaginería festiva barcelonesa, encabezada por las principales figuras: el Águila de la Ciudad y los Gigantes de la Ciudad, además de las figuras de tradición documentada, como son los Gigantes del Pi, los Gigantes de Santa Maria del Mar, el Bestiario Histórico de Barcelona (formado por el León de Barcelona, la Mulassa, el Bou, la Víbria, el Drac de la Ciutat Vella, los Cavallets Cotoners y la Tarasca o Cuca fera de Barcelona) y los Capgrossos Macers.
Entre los momentos más simbólicos de la fiesta, el Baile del Águila y los Gigantes de la Ciudad, que el día de la patrona interpretan sus danzas acompañadas por la Banda Municipal de Barcelona en la plaza de Sant Jaume. Recordad mientras los veis que el águila coronada es símbolo de justicia y nobleza, que está considerado el símbolo más elevado de la ciudad de Barcelona y que sus apariciones y privilegios fueron restringidos específicamente por el Decreto de Nueva Planta, puesto que la figura aparecía en los escudos de las fuerzas austracistas. Por otra parte, los Gigantes de la Ciudad son herederos de los primeros gigantes que, en el siglo XV, se utilizaban en procesiones y desfiles para explicar a los fieles que no sabían leer episodios de la historia bíblica como la lucha de David contra Goliat. Y, a pesar de que estos gigantes existían en muchos puntos de Europa, un Goliat barcelonés es el primero documentado del continente.