Fiestas de todas partes: Sant Roc; Unas fiestas de barrio sin barrio

Las fiestas de la Plaça Nova (Plaza Nueva), en el Gòtic, son el vestigio de una antigua celebración barcelonesa, testigo de una barriada que mantiene su identidad resistiéndose a la transformación de la ciudad.

De los cuatro barrios de Ciutat Vella, el Gòtic es posiblemente el que más ha sufrido, y desde hace más tiempo, un proceso de pérdida de población e identidad comunitaria. La antigua Barcino romana acumula gran cantidad de edificios oficiales, civiles o religiosos, y monumentos. La denominación gòtic (gótico) y su proyección como atractivo turístico cuenta ya con un siglo de historia, culminada con la finalización de la fachada neogótica de la catedral y la apertura de la Via Laietana, que supuso el traslado, piedra a piedra, de algunos edificios emblemáticos que acabaron de configurar el aspecto pintoresco de los alrededores de la catedral y la plaza del Rey. Uno tiene la sensación, en muchas calles de este barrio, de que no hay vecinos.

Estos cambios de carácter urbanístico, arquitectónico e indirectamente demográfico, también han repercutido en el tejido social que posibilita la existencia de fiestas populares. Hablando de la celebración de Sant Cristòfor, así como con las fiestas del Raval, observábamos que las fiestas más tradicionales se ubicaban en territorios mucho más reducidos que los actuales barrios. Un ejemplo de estos antiguos vecindarios es el de Sant Just, que hoy en día celebra unas fiestas de primavera en el mes de mayo. Otro son las fiestas de Sant Roc, que tendrán lugar este fin de semana alrededor de la Plaça Nova, junto a la catedral.

Si el primer caso tiene como escenario unas calles que han conservado relativamente su trazado medieval, el barrio de la Plaça Nova tiene una triste historia de destrucción, y la permanencia de sus fiestas es testigo de la perseveración de sus vecinos. La plaza tiene su origen en el siglo XIV, y rápidamente se convirtió en un activo punto comercial, con la presencia de un mercado y otros establecimientos que nacían a su alrededor, como fondas, hostales y tiendas.

A primera hora del 30 de enero de 1938 se iniciaron una serie de bombardeos realizados por la aviación fascista, española, alemana e italiana que afectaron gravemente muchas manzanas de este barrio. En los años posteriores, el ayuntamiento franquista aprovechó esta circunstancia para llevar a cabo un proyecto que estaba sobre la mesa desde la reforma de Ildefons Cerdà: abrir una avenida que conectara la Via Laietana con la Plaça Nova. Esta reforma, que se extendió hasta el año 1958, supuso la expulsión de unos 1.600 vecinos.

Tan antigua como la plaza es la devoción barcelonesa para Sant Roc. En su honor se hacían oraciones y procesiones para proteger la ciudad de las frecuentes plagas, y en el siglo XVI fue proclamado copatrón. Desde aquellos tiempos, los vecinos y especialmente el gremio de bastaixos, los trabajadores encargados de transportar mercancías a hombros, muy presentes en un distrito comercial, organizan fiestas en honor del santo, que se van transformando a lo largo de los siglos, incorporando algunos de los elementos y actos que aún hoy se conservan.

La dramática destrucción física del barrio, en lugar de repercutir negativamente en las fiestas, supuso un cierto resurgimiento: Por un lado, para los vecinos que tuvieron que marcharse, Sant Roc era una fecha para reencontrarse con viejos amigos y conocido, dando continuidad a las relaciones sociales tejidas durante generaciones. Por el otro, la celebración de una fiesta religiosa servía de cobijo para tener un punto de encuentro donde vehicular las problemáticas y reivindicaciones vecinales en un tiempo de nula libertad como fue la dictadura franquista.

Del 12 al 16 de este mes puede disfrutar de las festes de Sant Roc en la Plaça Nova y saborear unas fiestas que cumplen 427 años de historia.

Más información: Exposición 4 i quart. 425 anys de les festes de Sant Roc a Barcelona