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Fiestas de todas partes - La fiesta de las serpientes

19ABR2018

¿Qué tendrán que ver religión y herpetologia? En la localidad italiana de Cocullo, en los Apeninos, todo y más. Y es que allí celebran una fiesta patronal en honor a su  patrón, san Domenico Abate o san Domenico di Sora, llevando en procesión una imagen... ¡cubierta de serpientes!

Es la llamada Festa dei Serpari en la cual, sí, las serpientes y los serpari (los cazadores de serpientes) se convierten en protagonistas absolutos. Todo empieza los primeros días de primavera cuando, al deshacerse la nieve, los habitantes de este pueblecito medieval salen a la montaña a buscar serpientes, en especial culebras, serpientes no venenosas de tipos diversos (de cuatro rayas, culebras de Esculapio, de collar o verdiamarillas...) y las mantienen en cautividad, engordándolas a base de ratones y huevos durante unos quince días. Necesitan que estén lustrosas para el día de la fiesta, que desde el año 2012, se celebra el 1 de mayo.

La celebración empieza de una forma muy curiosa, cuando la multitud se adentra en el Santuario di San Domenico y hace sonar una pequeña campana tirando de la cadena... con los dientes. Dice la tradición que hacerlo protege la dentadura de las enfermedades que pueda tener. Algo más tarde, a mediodía, empieza la procesión. Y, sí, quizás parecería una procesión como todas, con los fieles paseando la imagen del santo sino fuera que... san Domenico está cubierto completamente por montones de culebras que lo abrazan, se le pasean por la cara cubriéndole las facciones o se enroscan en la aureola, la corona de santidad que lleva. Pero no es sólo la imagen la que queda cubierta de serpientes, pues las chicas que siguen a la imagen vestidas con vestidos tradicionales, los y las fieles y buena parte de los niños y niñas del pueblo, tengan la edad que tengan, llevan serpientes encima y dejan que se les enrosquen alrededor de los brazos o del cuello sin perder la sonrisa en ningún momento. Es una ceremonia colectiva que convierte la plaza del pueblo en un espacio de iniciación donde los niños (y ahora también miles de turistas) pierden el miedo a los ofidios. Música tradicional (con instrumentos que incluyen una especie de gaita) y cánticos acompañan la procesión, en la cual unas chicas transportan en unas cestas decoradas los ciambellani unos panes especiales realizado en honor a san Domenico que los portadores de la imagen se llevarán posteriormente.

Terminada la fiesta, se lanzan fuegos artificiales y las serpientes, en tiempos sacrificadas, son hoy devueltas a los bosques de los alrededores de la localidad hasta el momento en que ellas o sus descendientes, vuelvan a ser cazadas al año siguiente para rendir nuevamente homenaje al santo.

El origen de la fiesta hay que buscarlo en uno de los colectivos humanos que antiguamente poblaban el centro de la península itálica: los marsos. Este pueblo adoraba especialmente a Marte, dios de la guerra (de aquí el nombre), pero también diosas como Angitia, una divinidad que, según las leyendas griegas, habría enseñado a los habitantes de la actual Italia a encantar serpientes y a curar sus picaduras.

Las tradiciones antiguas de carácter precristiano se fueron asimilando con los santos católicos y, así, san Domenico, un monje reformador de la iglesia medieval y fundador de monasterios que vivió hacia el año 1000, acabó siendo invocado contra las picaduras de serpiente, contra la rabia de los perros y también contra el dolor de muelas y convirtiéndose en heredero de un ritual de raíces más antiguas que la que la propia iglesia.

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Museu Etnològic i de Cultures del Món

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