Fiestas de todas partes: Fiestas de Gràcia
17AGO2016
Que la vila de Gràcia sea conocida sobre todo por sus fiestas no es del todo injusto, ya que estas anteceden incluso a su misma constitución como municipio. El topónimo Gràcia se encuentra documentado desde el siglo XVIII, cuando en el territorio sólo habían unos pocos artesanos y menestrales alrededor de los tres núcleos monásticos los Josepets -en Lesseps- Jesús –al lado de los Jardinets- y Caputxins Vells –en la actual Abacería - además de algunas masías dispersas. Después de la guerra de la Independencia, coincidiendo con las tímidas reformas liberales en España, la ciudad ya superaba los mil habitantes necesarios para constituirse en municipio, pero unos años antes ya se había producido el hecho que daría origen a la fiesta mayor actual .
Durante la invasión napoleónica, la figura de la Virgen que custodiaban los franciscanos en el convento de Jesús fue trasladada, por seguridad, a la capilla privada que existia en la masía de Can Trilla. En 1817 volvió a su ubicación original, y el acto fue celebrado en un ambiente festivo con la participación de todos los habitantes. Desde entonces, la fecha del 15 de agosto ha quedado fijada como el inicio de las fiestas.
A lo largo del siglo XIX, coincidiendo con el breve período en que Gràcia fue un municipio independiente, hasta la agregación a Barcelona en 1897, se fue configurando el carácter de sus fiestas. Su crecimiento demográfico y desarrollo industrial supuso la llegada de migrantes procedentes de toda Cataluña, que aportaron algunas de las tradiciones que se celebraban en sus pueblos de origen, como los castells, con la presencia de los Xiquets de Valls desde 1877 . También a esta época se remontan los guarnits, y alrededor del año 1900 ya se citan hasta 40 vecindarios diferentes que se organizan para decorar su calle. La proyección de la fiesta hacia Barcelona fue bien temprana, ya que se construía una carpa en el espacio que separaba la ciudad de los Campos Elíseos, el gran parque donde se entretenían los barceloneses antes de la construcción del Eixample.
La popularidad y la proyección, incluso internacional, de esta fiesta mayor, quizás la más conocida de Cataluña, no hace temer por su continuidad, pero sí es saludable replantearse las dinámicas actuales, especialmente en lo referente a la masificación.