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Fiestas alrededor del mundo - 'Día de Muertos': la muerte es... ¡una fiesta!

25OCT2018

Es una celebración típicamente mexicana, pero la conocen en todo el mundo. Y es que el Día de Muertos convierte la muerte en una fiesta. Y a pesar de que coincide con una celebración católica, hunde sus raíces en las culturas precolombinas. ¿Sabéis quién es La Catrina?

Los días 1 y 2 de noviembre, coincidiendo con las festividades del Día de los Difuntos y el día dedicado a Todos los Santos, los mexicanos y mexicanas llenan los cementerios, levantan altares en sus casas y se pasean por unas calles y mercados llenos de flores y de dulces en forma de calaveras y huesos. Quizás en otras culturas la muerte sea un tabú, pero aquí no sólo se asume sino que se celebra. Es una fiesta que pone en contacto de forma temporal el mundo de los vivos y el de los muertos, que se ha hecho extremamente popular en todo el planeta y que, de hecho, es fruto del sincretismo religioso que adoptó el catolicismo al llegar  a las tierras americanas recién conquistadas.

Las culturas precolombinas instaladas en el México actual, de hecho, no tenían una celebración dedicada a los muertos, sino cerca de seis que se repartían durante el año. No resulta extraña esta fascinación por la muerte, el fenómeno más misterioso e inexplicable al cual tiene que hacer frente la Humanidad. La intensidad con que se celebraba en el México precolombino (la principal festividad duraba casi un mes) hizo que los colonizadores católicos se esforzaran en recrearla desde una perspectiva religiosa, asimilándola así con las celebraciones del Día de Difuntos y de Todos los Santos. Culturas diversas como las mexica, la maya, la purépecha y la totonaca, entre otras, organizaban este tipo de celebraciones. Y también acostumbraban a conservar como trofeos los cráneos de los vencidos.

El carácter pluricultural y los distintos orígenes étnicos de los mexicanos han dado origen a celebraciones diversas con variantes según las áreas del país, pero con algunos elementos característicos comunes. En todo el país, estos días, se decoran las tumbas de los difuntos o bien se hacen altares sobre las lápidas. Si por alguna razón no hay tumba sobre la cual construir el altar, éste se instala en el domicilio de los familiares. En todos los casos, se trata de facilitar el regreso de las almas, para lo cual se depositan en el suelo pétalos de la flor de cempasúchil (Tagetes erecta o clavel azteca), típica de esta celebración, y se depositan velas y ofrendas  en el camino entre la tumba del difunto y el domicilio de sus familiares. Además, es costumbre preparar los platos más apreciados por los difuntos, además de fruta, figuras de papel recortado y objetos de todo tipo, y disponerlos en la tumba y/o el altar. El día 1 de noviembre se dedica a las almas de los niños desaparecidos y el día 2, a los adultos. En algunos puntos del país, además, se dedican celebraciones específicas en días anteriores a quienes han muerto debido a algún accidente, recordando así de alguna manera las tradiciones precolombinas, según las cuales las almas de los muertos se dirigían a destinos diversos según el tipo de muerte que hubieran tenido.

Sea como fuere, en todo el país encontraremos estos días, en las tumbas, en los altares de los domicilios privados y en los mercados que llenan las calles, dulces hechos de azúcar o chocolate con la forma de las populares calaveras, además del llamado pan de los muertos, un panecillo dulce en forma de calavera o de huesos habitualmente elaborado con anís. Y es que, sí, las calaveras son un símbolo de la fiesta, en especial la que se conoce como "La Catrina". El personaje original muestra una calavera que luce un vistoso sombrero de plumas que recuerda las modas europeas de finales siglo XIX. Fue creada en 1873 por el grabador y caricaturista José Guadalupe Posada y hacía referencia a los llamados "garbanceros", nativos que sobrevivían vendiendo garbanzos pero que renegaban de sus orígenes, fingiendo tener sangre europea. De ahí que la "calavera garbancera", como se la conocía originalmente, criticara a unos mexicanos pobres que estaban tan delgados que parecían esqueletos pero que fingían, como si llevaran un sombrero de plumas, una inexistente conexión con el continente europeo. Fue el pintor Diego Rivera quién convirtió el personaje en una "catrina", una imitación de los aristócratas del siglo XIX convertido en calavera. Aparece en los cuadros del artista retratada como un personaje más junto a otros personajes conocidos de la historia mexicana.

Otro tipo de "calaveras" típicas de estos días son las llamadas "calaveritas", unos versos satíricos en forma de epitafios que se dedican a hombres y mujeres de la vida real (muchas veces personajes conocidos) sobre quienes a menudo se habla como si ya estuvieran muertos.

Son algunas de las muchas caras de una fiesta de una riqueza etnológica poco común. No es extraño que el Día de Muertos fuera proclamado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2003.

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Museu Etnològic i de Cultures del Món

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