24AGO2016
Este evento, que tendrá lugar entre el 26 y el 28 de agosto, es un buen ejemplo de cómo se puede crear una fiesta sin ninguna tradición subyacente, con el fin de dinamizar una comunidad.
En la capital de La Segarra hay dos fiestas mayores: la del Santíssim Misteri, en invierno, y la del Sant Crist, a finales de verano. Pero la celebración más conocida y que reúne más gente es el Aquelarre, que aún no ha cumplido los 40 años de historia y de la que se puede explicar cómo nació y con qué intenciones.
Durante la segunda mitad de los años 70, en Cervera se creó una asamblea de jóvenes que reunía diferentes personas con inquietudes sociales y culturales, y que puso en marcha varios proyectos como la revista local El carreró de les Bruixes o la semana cultural Isagoge, que aún se celebra en la actualidad. Pero la iniciativa que ha conseguido más éxito y renombre, el Aquelarre, nació por una serie de casualidades:
Alrededor de la Plaza Mayor se encuentra el barrio de Sant Joan, que debe su nombre a una antigua iglesia, de la que sólo se conservan la nave y la fachada posterior. El templo está dedicado al Bautista, pero no a su nacimiento, que se celebra en el solsticio de verano, sino a su muerte por decapitación, que se conmemora el 29 de Agosto. Es justamente en esta fecha que el pequeño barrio celebraba su fiesta mayor, y la Asamblea de Jóvenes quiso acercarse para colaborar, pero se encontró con las reticencias de algún vecino que no veía con buenos ojos que participaran personas procedentes de otros barrios.
Fue por este motivo que los jóvenes decidieron organizar unas fiestas alternativas, en la misma fecha, en la calle de al lado. Como este pasaje medieval llevaba el nombre de Carreró de les Bruixes (Callejón de las Brujas), llamaron estas fiestas como el Aquelarre, aunque en Cervera no se recuerda ninguna tradición particularmente destacada en torno a la brujería. La elección del nombre y de esta temática marcaría el desarrollo del evento, que acabaría eclipsando no sólo la fiesta del barrio de San Juan, sino la misma fiesta mayor de la ciudad.
Entre los motivos explícitos por los que la Asamblea de Jóvenes emprendió esta iniciativa está el de dinamizar un barrio, construir comunidad e identidad alrededor de un ritual, que aunque se defina como laico -al menos, no cristiano- sigue cumpliendo las mismas funciones que una fiesta propia del calendario sacro, tal como explicábamos hace unas semanas en nuestro blog. Aunque podemos aplicar muchos de los análisis que presentábamos en torno a las fiestas mayores, hay que señalar que el Aquelarre no puede ser englobado dentro de esta categoría, y hay una serie de rasgos que marcan su particularidad.
La primera de las características que diferencian el Aquelarre de una fiesta mayor es su concepción artística, que ha llevado a la profesionalización de su organización y el nombramiento de un director artístico que coordina los diferentes espacios y espectáculos y los dota de una dimensión unitaria, diferente de la dispersión y solapamiento de iniciativas propias de fiestas más vecinales. En este sentido, a pesar de la participación de colectivos locales, el Aquelarre se parecería más a un festival musical o teatral.
Por otro lado encontramos la tematización, que se ha ido acentuando con los años desde una mera ocurrencia alrededor de la ubicación de la fiesta hasta llegar a desplegar toda una serie de elementos relacionados, desde imágenes festivas como el Mascle Cabró (macho Cabrío), hasta la feria Gran Boc, que reúne artesanos y profesionales de diferentes campos relacionados con el esoterismo y que cuenta con charlas y talleres de especialistas.
Si deseáis conocer cuán arraigada puede estar una tradición de invención reciente, este fin de semana en Cervera hay una buena ocasión.