12JUL2016
El próximo viernes 15, el ciclo Doc'sNoctàmbuls nos acercará a África central, donde descubriremos dos realidades contemporáneas de un continente del que no conocemos mucho más que estereotipos.
La tercera sesión de este ciclo, que nos propone disfrutar de las noches del viernes viendo documentales etnográficos en los jardines de Laribal, junto a la sede de Montjuïc, consistirá en dos documentales del año 2012: Melebga y Dimanche a Brazzaville.
Melebga es un cortometraje de Mireia Fort que nos muestra cómo se fermenta la yuca en un poblado del interior de la Guinea Ecuatorial. Durante el proceso, las mujeres que lo llevan a cabo explican su visión sobre el papel de las mujeres, como éste ha cambiado en las últimas generaciones y como les gustaría que se comportaran sus hijas. Este documental ofrece una visión actual de la que fue la colonia de Guinea Ecuatorial, en la que se centra la exposición Ikunde, en la calle Montcada.
Dimanche à Brazaville, dirigido por Enrique Fort y Adrià Monés, ha sido galardonado en numerosos festivales, y hace un retrato vivo y sorprendente de una de las grandes ciudades africanas. Brazzaville es la capital de la República del Congo, antigua colonia francesa. En la otra orilla del río Congo se encuentra Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, antigua colonia belga.
Según un ranking del año 2002, Brazaville era la peor ciudad del mundo para vivir, justo después de una guerra civil que se había extendido durante la mayor parte de los 90, relacionada también con los conflictos vividos en la otra orilla del Congo, en Ruanda y Burundi, y dejando cientos de miles de muertos y desplazados. No obstante, el documental, rodado en 2010, coincidiendo con el 50 aniversario de su independencia, muestra aspectos insólitos a través de cuatro personajes que testimonian una sociedad vital y creativa, donde se mezclan las influencias de un mundo globalizado con las particularidades de la cultura del país.
Un locutor de radio va narrando tres historias simultáneas a lo largo del fin de semana: la de un rapper que ha conseguido grabar un disco donde mezcla el hip hop con la música de raíz africana, la de un campeón de catch que atribuye sus victorias al uso de la magia negra, y la de un sapeur, miembro de una de las tribus urbanas más particulares de Brazzaville.
Tal y como confiesan los directores, fue la existencia de los sapeurs lo que les animó a viajar en el Congo e iniciar este proyecto, y es que se trata de un fenómeno realmente interesante. Son grupos de personas de diferentes edades, sobre todo hombres, pero no solamente, a quienes gusta vestirse de manera elegante, al estilo europeo, y que se encargan de animar las fiestas y locales de la capital. El nombre sapeur responde a un doble sentido: en argot francés, sape significa estilo, saber combinar diferentes prendas de vestuario, pero también es el acrónimo de la Société des Ambianceurs et des Personnes elegantes.
Existen diferentes explicaciones sobre su origen, pero lo que parece claro es que es una singular mezcla entre la admiración por la antigua metrópoli -Francia- y la reivindicación de la capacidad de los negros africanos que ser elegantes, hasta demostrar que tienen un gusto y un estilo superior al de los europeos, con unas combinaciones estrafalarias y coloridas. Se trata de personas trabajadoras a las que les supone un esfuerzo enorme poder comprar vestidos de marca, pero su aspecto no pretende simular que son miembros de ninguna élite económica.
A pesar de que su manera de ser nos puede parecer muy exótica, la mejor manera de definirlos como fenómeno cultural es una etiqueta que normalmente se aplica a las sociedades occidentales: la de tribu urbana. ¿Qué han sido las tribus urbanas, desde los teddy boys de los 50 hasta los swaggers de hoy en día, sino una estrategia que han adoptado algunos sectores de las clases populares para diferenciarse del resto de la sociedad?