18MAYO2016
Hoy es un buen día para reflexionar acerca de todo aquello que permite que disfrutemos de una buena exposición en cualquiera de los casi 30.000 museos que celebran el Día Internacional de los Museos.
El proceso que termina en nuestra visita a las salas de los museos se remonta a meses antes de su inauguración. Los profesionales que participan en ello y las tareas que llevan a cabo merecen todo el reconocimiento en una fecha como hoy.
El inicio de un proyecto de este tipo suele consistir en una búsqueda, o al menos en una exploración de lo publicado o exhibido con anterioridad. A veces, la exposición es la adaptación de una investigación que se hizo inicialment sin siquiera pensar en llevar aquellos conocimientos en las salas de un museo. En otros, la búsqueda se inicia sin saber aún cuál será exactamente la temática concreta que se desea transmitir al público.
Documentos ocultos en archivos, publicaciones especializadas o académicas y entrevistas con expertos pueden ser la base de esta primera fase. En el caso de la etnología pueden consistir también en entrevistas o trabajo de campo acompañando y observando las realidades sociales que son objeto de su estudio.
¡Y los objetos! Una de las finalidades de muchos museos es preservar y dar a conocer sus col·lecciones, e incluso a veces los objetos de la reserva —aquellos que no se encuentran a la vista del visitante— pueden ser el centro de una nueva exposición. Inventariar y documentar las colecciones es a menudo una tarea constante, redescubriendo su importancia e interpretando con una nueva mirada, diferente de aquella con la que eran observadas décadas atrás, cuando fueron adquiridas o recolectadas.
Las exposiciones también son motivo para incorporar nuevos objetos, enriqueciendo así los fondos de los museos y reformulando qué cosas son dignas de ser mostradas. Y también son la ocasión para activar las redes que vinculan diferentes instituciones y coleccionistas, a través de
las cesiones, donaciones e intercambios, que permiten exhibir maravillas que permanecían escondidas o que exigían un viaje a otra ciudad para poder verlas.
Pero, como decimos a menudo en el Etnològic, los objetos no son el final del viaje, sino apenas el comienzo. Las piezas son sólo una parte del conjunto que hace interesante una exposición, que también debe contar con textos que expliquen y contextualicen lo que se está viendo. Nunca se debe olvidar que el motivo por el que se organiza una exposición es la divulgación del conocimiento, y esto requiere equilibrar el rigor científico, el interés social y la capacidad de ser accesible a todos los públicos.
No hay que olvidar otros soportes, como los audiovisuales, los multimedia y los interactivos, que hoy en día ya no son un complemento o un añadido, sino que forman parte del trueque expositivo. Las grabaciones en vídeo o sonido pueden ser también fruto de la investigación, y un material etnográfico de primer orden. La capacidad pedagógica de los nuevos soportes ayudan
a la tarea de divulgación y permiten profundizar mucho más a aquellos visitantes que deseen
adentrarse en las temáticas propuestas.
Finalmente, pero de una importancia capital, hace falta dar forma a la presentación de objetos y textos. Todo el conjunto debe formar una unidad, y esto se consigue a través del diseño gráfico, el mobiliario y la iluminación, lo que en conjunto podemos llamar museografía. Toda una serie de especialistas ponen su conocimiento y saber hacer al servicio del relato general, buscando la mejor manera para transmitir al público el resultado de un proceso que ha necesitado mucho trabajo para ver la luz.
Si hoy, o sábado durante la Noche de los Museos, visita alguno, no olvide a toda la gente que los hace posibles.