Construimos una cabaña de pastor

¿Cómo vivían hace años los pastores del Pirineo? ¿Cómo se las arreglaban para trasladar sus rebaños a los prados de alta montaña? ¿Dónde dormían? Lo descubrimos el próximo domingo con cuentos y un taller para toda la familia.

Actualmente aún quedan en el Pirineo unos pocos ganaderos que practican la trashumancia, es decir, que llevan sus rebaños allí donde se encuentran los mejores pastos dependiendo de la época del año. Durante el verano suelen subir a la alta montaña, allí pasan semanas antes de volver a los valles, donde acabarán estabulado el ganado para pasar el invierno.

En la exposición estable del museo tenemos un ámbito dedicado a esta forma de vida, y la pieza más destacada es una cabaña que fue adquirida en 1951 por Ramon Violant en el valle de Camprodon. Este objeto nos resulta extremadamente exótico, pero su exotismo no proviene de ningún lugar lejano sino de nuestro propio pasado. Todavía nos resultará más extraño si pensamos que esta cabaña estaba pensada para ser transportada, acompañando a los rebaños de ovejas.

Hoy en día podemos encontrar tiendas de campaña que se montan prácticamente solas, pero ¿recordáis lo complicado era montar una canadiense? Era preciso acertar la posición de todos los palos, colocar correctamente la lona, ​​tensar los vientos para que sujetar firmemente la estructura ... y ¡qué pesadas eran de transportar! Pero estas tiendas, hoy tan difíciles de ver, eran ya un producto industrial, con postes de aluminio y lonas y vientos de nylon. ¿Cómo se las apañaban los pastores para transportar su cabaña, hecha de madera y con recubrimiento de paja?

El domingo 5 de junio, en el Museu Etnològic, el narrador y cistellaire Carles Alcoy nos contará las historias que narraban estos pastores trashumantes mientras montamos una réplica de la cabaña que podemos ver expuesta en el museo. Quién mejor que la persona que ha restaurado la pieza original para enseñarnos cómo construir la estructura de madera y como recubrirla de un material que los ganaderos podían obtener fácilmente en los prados de alta montaña.

Esta actividad nos invita a pasar la mañana del domingo en familia, recreando una práctica propia de las sociedades tradicionales: sentir y contar cuentos mientras trabajamos juntos.