11. La defensa de la ciudad romana: la muralla de Barcino
A finales del siglo III, la inseguridad generada por las incursiones de los francos en la provincia Tarraconense propició que Barcino remodelara su muralla fundacional reforzando sus paramentos y dotándola de setenta y siete torres. La necesidad de mejorar las defensas motivó que los monumentos funerarios que la rodeaban fueran expoliados para obtener material constructivo.
Con esta obra, el pequeño núcleo de la ciudad se convirtió en una fortaleza fácil de defender, lo que incrementó su valor estratégico y propició que fuera escogida como sede de poder por diversas autoridades en épocas visigoda y carolingia.