31. Las proyecciones cultural y política
En el siglo XIX, el modelo francés de organización del territorio, con un Estado español que aplicaba una política centralista, provocó una reacción de la sociedad catalana en defensa de su identidad. Esta reacción propició la revalorización del patrimonio lingüístico, cultural y político de Cataluña. Barcelona se erigió como una ciudad moderna, burguesa e industrial, muy polarizada socialmente hasta mediados del siglo XX, que aspiraba a alcanzar la autonomía.
Desde los años sesenta, el crecimiento económico y el posterior contexto democrático y de expansión de los servicios han propiciado que la construcción de una imagen de la ciudad como metrópoli europea haya sido una de las principales políticas municipales, en paralelo con el surgimiento de miradas críticas y renovadoras.