San Pedro de Alcántara (sala 27)
Nos encontramos ante una obra de Pedro de Mena, uno de los mejores escultores de la escuela barroca andaluza. Esta escultura fue realizada entre 1663 y 1673; y muy pronto se convirtió en una de las representaciones iconográficas más notables y repetidas del granadino.
San Pedro de Alcántara -del siglo XVI- fue el reformador de la orden franciscana y el padre espiritual de Santa Teresa de Jesús. Tuvo una vida sencilla y devota, dedicada a la oración y a la meditación, dos particularidades que Mena supo traducir con exactitud en esta escultura.
Las obras de este artista se caracterizan porque sus santos expresan el misticismo con la mirada puesta en alto acompañada de gestos de arrepentimiento o de alabanza. Esta escultura muestra el momento intenso del éxtasis contemplativo. Aunque el rostro está demacrado, los ojos hundidos y el cuello arrugado, la fuerza expresiva es tal que nos olvidamos de las desgastadas condiciones físicas del santo. El hábito tallado con realismo es una muestra de su buena técnica y su refinado gusto estético. La rusticidad y deterioro de la ropa se consigue gracias a la policromía hecha a punta de pincel.
Pedro de Mena plasmó en sus obras la religiosidad de la España del siglo XVII, lo que le comportó recibir encargos tanto de la iglesia como de la sociedad civil.