Sala de Montserrat (sala 3)
Esta sala está dedicada a la montaña de Montserrat, al monasterio benedictino y a la Virgen del mismo nombre.
Esta montaña está situada a unos 45 kilómetros al noroeste de Barcelona y es una de las más singulares de Cataluña. Su perfil dentado dio origen a su nombre: mont en catalán significa monte y serrat, sierra.
A la Virgen de Montserrat, se la conoce como la Moreneta por el color oscuro de su piel. Su festividad se celebra el 27 de abril y es la patrona de Cataluña desde finales del siglo XIX. Su devoción se extendió también por España, Europa y América.
Cuenta la leyenda que a finales del siglo IX, unos pastores vieron un haz de luz que bajaba del cielo, acompañado de cánticos celestiales, que se posaba sobre la montaña. Esta visión se repitió en 4 ocasiones. El obispo, enterado de la noticia, organizó una expedición durante la cual descubrieron una cueva que albergaba la imagen de la Virgen. El prelado decidió su traslado pero ésta se hizo tan pesada que apenas se podía mover; por lo que se dedujo que la Virgen deseaba permanecer allí, ordenando construir una capilla en ese lugar.
Esta sala reúne numerosas piezas relacionadas con Montserrat: desde pinturas, esculturas y grabados, hasta rosarios, medallas, estampas, ....
La imagen que se venera actualmente en el monasterio es una talla románica, en la que la Virgen sostiene al niño en su regazo, a modo de trono. A lo largo de los siglos ha sufrido el cambio de vestidos y complementos que han ido alterando su aspecto. Si observamos las diferentes obras y objetos de esta sala podremos apreciar la evolución de la imagen de la Virgen.
Durante el Barroco se establece un primer modelo iconográfico: la Virgen se representa como reina y señora, vestida con holgada túnica y ricas alhajas, con el niño en su regazo y la imponente montaña a su espalda.
Un buen ejemplo del éxito de este modelo es el gran óleo situado en una pared de la sala- y que deriva de la interpretación propuesta por el artista italiano Juan Andrés Ricci.
A mediados del siglo XIX, tras la Guerra de la Independencia, aparecen las primeras representaciones de la Virgen con vestido rígido y acampanado, imagen que perdura hasta la Guerra Civil. Sobre la puerta de entrada a la sala puede ver los paneles de marquetería del gran decorador modernista Gaspar Homar. A partir de 1939, se intenta recuperar la vera efigie de esta imagen eliminando todos los artificios que habían ocultado durante siglos su aspecto original y retornándole, en la medida de lo posible, su autenticidad.
Asimismo, en la sala también se expone una singular colección de yugos de madera tallada, decorada y pintada en colores sobrios, de procedencia portuguesa. También, una serie de arcas catalanas que forman parte de la gran colección de muebles expuesta en diversas salas del Museo.