El patrón de consumo de ropa y calzado se basa en un modelo marcado por el fenómeno fast fashion, que impulsa a la sociedad a renovar cada temporada sus prendas de vestir. Esto ha provocado un incremento de la producción de ropa y calzado, y consecuentemente la generación de más residuos textiles. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, el consumo de ropa por persona en la UE aumentó un 40% entre los años 1996 y 2012, y se espera que a nivel mundial la producción anual de fibras textiles siga creciendo, pasando de 72,5 millones de toneladas en 2010 a 133,5 millones de toneladas en 2030, lo que significará un consumo anual per cápita de 15,5 kg. Estos datos son alarmantes, y más si se tiene en cuenta que un 73% de los residuos textiles terminan en depósitos controlados o son incinerados, y que menos de la mitad de la ropa utilizada se recoge selectivamente para volver a utilizarla o reciclarla. Con el propósito de aplicar un modelo de economía circular, la directiva de residuos UE 2018/851 obliga a los estados miembros (administraciones municipales) a establecer la recogida selectiva de residuos textiles en 2025. En Cataluña en 2020, la generación de residuos textiles fue de 165.933 t, recogiéndose selectivamente solo 19.399 t, un 11,7%. Con la legislación se espera que estos datos mejoren y, por tanto, aumenten las posibilidades de poder reutilizar y reciclar los residuos textiles. Por lo que respecta al reciclaje de las fibras, existe la tecnología, pero el proceso es poco competitivo. Teniendo en cuenta estas limitaciones, en esta investigación se propone estudiar el uso de líquidos iónicos como tecnología para recuperar las fibras naturales (celulosa), y se propone utilizar estas fibras recuperadas para obtener films por el sector del embalaje.
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