Sílvia Lacorte: "La contaminación por sustancias químicas es invisible, y nosotros somos los responsables"
Entrevista de Bernat Puigtobella para Barcelona Ciencia y Universidades y Núvol.
Silvia Lacorte es investigadora del Departamento de Química Ambiental del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC. Con su equipo investiga la presencia de contaminantes orgánicos en aguas y en otras matrices ambientales, y evalúa su impacto, tanto para la fauna como para las personas. Esto implica diseñar estudios de toma de muestra para analizar los patrones de contaminación, así como identificar las fuentes de contaminación y sus riesgos. Toda esta información es clave para diseñar estrategias para mitigar la contaminación.
Cuéntanos las líneas de investigación que tienes abiertas en este momento.
Nosotros estudiamos la contaminación del medio ambiente por compuestos químicos, que pueden ser plaguicidas, fármacos, plastificantes, retardantes de llama, detergentes, compuestos perfluorados, hidrocarburos aromáticos policíclicos, microplásticos, etc. Son compuestos que se utilizan en agricultura, industria o en actividades domésticas, y que inevitablemente llegan al medio una vez utilizados o consumidos.
¿Dónde buscáis o detectáis esta contaminación?
Estudiamos principalmente las aves, porque por su biología, acumulan los contaminantes a lo largo de los años y, por tanto, son buenos indicadores de contaminación ambiental de diferentes zonas.
¿Y esos contaminantes de dónde provienen?
Los contaminantes nunca se encuentran en una sola matriz, sino que se van distribuyendo en los diferentes compartimentos ambientales y se pueden transportar largas distancias; por eso hoy en día hablamos de un problema de contaminación global.
¿Qué debemos entender por “matriz”?
Agua, suelo, sedimento, organismos, personas. A través de los perfiles de contaminantes en las muestras que analizamos, investigamos las fuentes de contaminación y su distribución geográfica y temporal, y finalmente determinamos su impacto sobre los ecosistemas. Así, según la toxicidad de los contaminantes, podemos evaluar el riesgo que suponen tanto para el medio ambiente como para las personas. A menudo no se da suficiente importancia al medio ambiente, aunque tenemos constancia del impacto de los contaminantes sobre la biodiversidad. Debemos tener en cuenta que la contaminación ambiental también afecta a las personas, porque el medio ambiente y la salud humana están muy relacionadas.
En el caso del agua, muchas veces la acabamos bebiendo, ¿no? ¿Qué aguas analizáis?
En los últimos años hemos estado trabajando en aguas de ríos, lagos, mar… sobre todo en zonas importantes para la biodiversidad. Los espacios naturales tienen un interés especial a preservar, porque son zonas en las que viven muchas especies y son zonas de cría de aves. A pesar de tener cierto nivel de protección, estas zonas también están afectadas por la contaminación ambiental debido a las diversas actividades humanas, como la agricultura o los vertidos industriales y domésticos.
Los plásticos tienen colorantes y otros aditivos, que se liberan en las aguas, y debemos pensar que están compuestos con propiedades de disrupción endocrina elevada, que pueden afectar a las personas.
¿Cómo analizáis los contaminantes de un río?
Es interesante analizar la dinámica de contaminantes a lo largo de una cuenca hidrográfica. Por tanto, tomamos muestras de agua y sedimento al nacimiento del río (que normalmente debería ser “limpio”) y durante su curso hasta la desembocadura. Entonces analizamos los contaminantes en las muestras mediante técnicas de cromatografía y espectrometría de masas; evaluamos cómo se distribuyen, transportan o se degradan, y finalmente determinamos las fuentes de contaminación teniendo en cuenta el uso del suelo (zonas urbanas, agrícolas, efluentes de depuradoras, etc.).
¿Y qué os encontráis?
En la mayoría de casos analizamos contaminantes que no están regulados (los regulados ya los controlan las administraciones) y detectamos un buen cóctel, como los fármacos para personas o para el ganado, plaguicidas, drogas, compuestos perfluorados, retardantes de llama, y incluso compuestos como el DDT o los PCB, que llevan más de 30 años prohibidos.
Drogas que llegan a través de los vertidos que se realizan en los ríos desde núcleos urbanos.
Las aguas residuales son buenas indicadoras del consumo de drogas, que se vierten al medio a través de los efluentes de depuradoras y que también pueden infiltrarse en aguas subterráneas por fugas de la red de alcantarillado. También detectamos compuestos perfluorados provenientes del Gorotex (que es el material con el que se fabrica la ropa impermeable) o el teflón (que se utiliza en utensilios de cocina o construcción). Y detectamos muchos microplásticos, que son polímeros de tamaño inferior a 5 mm que se encuentran ampliamente distribuidos en aguas y que tienen un gran efecto sobre los organismos acuáticos. Los plásticos tienen colorantes y otros aditivos, que se liberan en las aguas, y debemos pensar que están compuestos con propiedades de disrupción endocrina elevada, que pueden afectar a las personas. Para quitarle hierro, hay quien dice que los ríos estaban mucho más contaminados hace treinta años. Visualmente seguro que sí, pero en términos de contaminación química, lo que ahora detectamos es mucho peor.
Baja poca agua y está sucia.
En Cataluña tenemos un problema (de hecho más de uno), y es que llueve poco, por lo que actualmente los caudales de los ríos son la suma de los efluentes de las depuradoras de los pueblos a lo largo de una cuenca. El agua de los ríos es agua de depuradora. En la situación actual, los caudales de los ríos son a menudo inferiores a los caudales ecológicos y, además, el agua está contaminada por una serie de nuevos compuestos químicos que la legislación no contempla. Esto afecta a la calidad del medio y la fauna acuática, y, además, afecta a la calidad del agua de consumo, ya que se necesitan unos tratamientos mucho más exhaustivos para eliminar la carga de contaminantes.
Lo que dices es que los ríos son cloacas.
Alcantarillas de agua depurada, pero cloacas al fin y al cabo, porque no hay agua. Por tanto, es importante garantizar su calidad.
¿Qué otros proyectos tenéis en marcha?
En 2009 empezamos a realizar el seguimiento de contaminantes orgánicos persistentes, como el DDT, en huevos de gaviota. Los huevos de gaviota son buenos indicadores de la contaminación ambiental; los contaminantes que detectamos en esta especie dan información del nivel de contaminación de un hábitat, por lo que otras aves que habitan en la misma zona también deben estar afectadas. Los compuestos orgánicos persistentes se prohibieron en España en 1994, y sin embargo, los detectamos de forma ubicua en huevos de gaviota de las diferentes colonias de Cataluña, como las islas Medes y del Delta del Ebro. Cada zona tiene un perfil de contaminantes característico, que depende de las actividades que históricamente se han realizado.Hacemos este seguimiento cada año de forma sistemática, ahora desde hace 15 años, y esto nos permite evaluar las tendencias temporales, es decir, si los niveles de contaminación disminuyen a raíz de acciones de conservación o legislativas, o si, por otra Por otro lado, aparecen nuevos contaminantes que han sido recientemente introducidos en el mercado.
Y si resulta que es una contaminación de hace 30 años…
Una sustancia que lleva 30 años sin utilizarse y que todavía la encontramos a unos niveles que no son nada despreciables.
Quieres decir que no se eliminan.
Son contaminantes orgánicos persistentes que por sus propiedades se mantienen intactas en el medio. Las gaviotas, u otros organismos, e incluso las personas, los acumulan a través de la dieta y la respiración. Las hembras transfieren los contaminantes acumulados en las puestas, al igual que las personas transfieren contaminantes a los hijos a través de la leche materna. El año pasado analizamos polluelos de flamenco de dos meses del Delta del Ebro, y detectamos una carga de contaminación increíble, especialmente por compuestos perfluorados, que son los conocidos como los por siempre químicos.
¿La contaminación que sufren estas aves es extrapolable a los humanos?
No, porque no tenemos una dieta similar, y nuestra dieta es variada. También hemos analizado huevos de gaviota de Audouin, que solo comen pescado, y curiosamente hemos descubierto que la carga de contaminantes es aún mayor que la de las que comen del vertedero.
Y a las personas, ¿cómo nos afecta la contaminación?
A través del aire que respiramos y de la dieta. Estamos afectados por tantos compuestos químicos como haya en nuestro entorno. Recientemente, aparte de los contaminantes orgánicos, estamos estudiando los microplásticos, que se encuentran dispersos en el agua, en el aire y también en alimentos, sobre todo procesados. En el caso de quienes respiramos, tenemos un mecanismo de expulsión, como los estornudos, que nos ayuda a eliminar las partículas más grandes, pero se ha demostrado que las partículas más pequeñas pueden acabar entrando en el sistema respiratorio: se han detectado microplásticos a pulmones en biopsias de pacientes con afecciones respiratorias. Algo como ocurre con el asbesto. También se han publicado artículos que detectan microplásticos en sangre, leche materna y placenta, que provienen de la dieta, y mencionan que los nanoplásticos pueden tener efectos nocivos. Sin embargo, todavía hay mucha investigación por hacer para evaluar el riesgo de los microplásticos en las personas. A diferencia de los contaminantes orgánicos, los microplásticos se ven a simple vista, lo que ha tenido una repercusión mediática y social muy alta. Lo que hace falta es indagar de dónde proviene esta contaminación, cuáles son las rutas de exposición tanto de los animales como de las personas y los mecanismos de toxicidad. Estamos trabajando también al respecto.
De los cientos de compuestos que existen en el medio y que detectamos de manera recurrente, no hay ninguno legislado.
¿Cómo reducir toda esta contaminación?
Existen dos tipos de contaminación. Hay una que es la difusa, que no sabes de dónde viene, está distribuida por todas partes y es muy difícil de localizar y tratar. Y hay otra que es puntual, de la que se pueden identificar las fuentes e incidir para reducir su impacto. Por ejemplo, vertidos, efluentes de depuradoras, desagües de regadío, etc. Si ahora no se ponen medidas para reducir, o eliminar si es posible, la carga de contaminantes en el medio, puede que llegue un momento que sea imposible, entonces afectará a la viabilidad de las especies acuáticas y terrestres, y tendremos un recurso que no podremos utilizar.
¿Y toda esta investigación cómo puede traducirse en acciones para mitigar la contaminación?
No siempre es posible. Si bien desde un punto de vista medioambiental somos capaces de identificar las fuentes de contaminación y determinar qué contaminantes existen y los efectos que producen, a la hora de la verdad nos encontramos con una barrera importante. Muchos de los contaminantes que analizamos no están legislados, son compuestos que todavía no están regulados ni identificados como tóxicos. Y esto nos impide llevar a cabo cualquier actuación para controlarlos y establecer medidas de contención.
Entonces, vuestro caballo de batalla sería que estos materiales fueran reconocidos como tóxicos y que fueran prohibidos, ¿verdad? ¿Hay posibilidades reales de que esto pueda ocurrir?
Esto sería ideal. Yo soy muy crítica con la legislación. La legislación europea no prevé muchos de los problemas que existen a escala local y, por tanto, desde un punto de vista legislativo no se pueden tomar medidas. Es decir, nada se puede hacer.
¿Y por qué justamente la legislación es un impedimento?
De los cientos de compuestos que existen en el medio y que detectamos de manera recurrente, no hay ninguno legislado. Actualmente hay 45 contaminantes legislados por la Directiva Marco del Agua y la Watch List y de los que los países deben realizar estudios de seguimiento y entregar el resultado correspondiente a Europa, que sirve para evaluar el estado de las masas de agua europeas. Algunos de estos compuestos legislados, que están prohibidos desde hace 20 años, todavía se detectan, pero no son el mayor problema. Y, en cambio, existen muchas sustancias de uso cotidiano, como los fármacos, que contaminan las aguas, pero al no estar reguladas, no es necesario tomar acciones de mejora. En definitiva, los programas de control de calidad de las aguas están basados en una legislación que no contempla la problemática real de la contaminación ambiental.
¿Ha quedado obsoleta?
Es algo peligroso decir que es obsoleta, pero sí es cierto que no tiene en cuenta un número elevado de compuestos relacionados con la agricultura o de origen industrial provenientes del textil, la industria pesada, automovilística o las farmacéuticas, etc. Ni la contaminación urbana, que es la que se genera en las grandes ciudades y que cada vez tiene mayor impacto en la salud y los ecosistemas circundantes. Pese a que las depuradoras eliminan gran parte de los contaminantes (algunos se acumulan en los fangos), una parte, quizás un 10-20%, se vierte al medio de manera continua, generando esta contaminación urbana que se observa en las cuencas de los ríos. Aunque no sea un contaminante como tal, la cafeína es un marcador de la contaminación urbana, y se encuentra muy frecuentemente en aguas de río y subterráneas.
La semana pasada el Ayuntamiento de Barcelona tramitaba por emergencia 14,4M€ para mejorar la red de aguas freáticas. ¿Cómo se contamina esta agua subterránea?
En zonas urbanas, la contaminación de los acuíferos se produce bien por lixiviación de contaminantes retenidos en el suelo o cuando se rompen o existen fugas en las tuberías de aguas residuales. En zonas agrícolas, los plaguicidas se transportan a través del suelo llegando también a contaminar aguas subterráneas. A veces hay episodios de contaminación por gasolina, y esto ocurre cuando se rompen los tanques de combustible. Cuando se contamina un acuífero es muy difícil eliminar esta contaminación, ya que las condiciones de los acuíferos (sin sol y temperaturas generalmente frías) hacen que los compuestos químicos se conviertan en estables.
¿Habéis analizado algún caso recientemente?
Sí, por ejemplo, las aguas subterráneas del Besòs, que estamos analizando ahora.
¿Agua subterránea o agua a superficie?
Ambas.
¿Qué encontráis?
Se detecta un increíble cóctel de sustancias químicas, desde el café de la mañana, a los medicamentos que consume la población, un abanico de drogas, plastificantes y compuestos perfluorados derivados del uso del teflón.
Fármacos que toma la población y que se han expulsado a través de la orina y que han llegado al río a través de las aguas residuales porque la depuradora no pudo eliminarlos. ¿Y van a parar al mar?
Fármacos que toma la población, llegan al río a través de las aguas residuales y se vierten finalmente al mar. Es conocida la elevada capacidad de dilución del mar, durante muchos años el mar ha sido el vertedero del Mediterráneo. Pero la situación actual es muy compleja. Con el aumento de la población y el turismo en zonas costeras, la contaminación del mar resulta importante. De hecho, también se detectan contaminantes en el Polo Norte y en la Antártida. Como se ha dicho, se habla de contaminación global. En zonas costeras protegidas hemos detectado muchos compuestos químicos relacionados con la urbanización y turismo; por tanto, el impacto antropogénico es elevado a pesar de ser ecosistemas importantes por la biodiversidad.
¿Quieres decir que aún siendo las zonas protegidas, están contaminadas?
Zonas importantes por la biodiversidad las hay de terrestres y marinas, y tienen diferentes grados de protección. Algunas son parques nacionales, otras parques naturales, zonas importantes para la biodiversidad o Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Cuando se hace un estudio de control ambiental de la contaminación, no debe ser puntual, sino que debe realizarse a largo plazo para ver su evolución. En el estudio de las gaviotas, que como te decía hacemos desde hace 15 años, observamos un pico de contaminación en estas aves cuando se extrajeron los sedimentos del río Ebro en Flix; los datos nos permiten evaluar tanto actividades que contaminan como actividades de mejora.
Vosotros proporcionáis a las administraciones los indicadores para que se activen políticas para revertir la contaminación, pero por lo que me dices, vuestro reto principal es que se reconozcan como tóxicas unas sustancias que todavía no están reguladas.
Sí, pero hay que tener en cuenta que la Unión Europea regula los problemas europeos, problemas que afectan a todos los estados miembros. Y, en cambio, existen problemas que son específicos de cada zona y que debe controlar cada país. Es decir, si en Cataluña no llueve y el caudal del río es tan bajo, y está afectado por el vertido de aguas residuales tratadas, el problema es nuestro, no de los franceses o alemanes o belgas. La Agencia Catalana del Agua hace mucho trabajo, pero una cosa es monitorear, y otra es poner solución, y eso ya es más difícil, aunque disponemos de las tecnologías para hacerlo.
¿Qué tecnologías existen?
Con el ozono podemos eliminar muchos contaminantes y patógenos de las aguas depuradas antes de que se viertan al río. Ésta es la tecnología más habitual, pero es muy cara y en nuestro país no se utiliza demasiado, excepto en el caso de aguas regeneradas que se tratan con ozono para volver a potabilizarlas. Este procedimiento no se contempla en vertidos a cauce porque es demasiado caro. La cuestión es si a la larga no resulta más caro tener el río contaminado, un río en el que ya no haya larvas de peces, insectos o anfibios por culpa de los niveles tan altos de contaminantes. Insisto, son problemas específicos nuestros y quizás somos nosotros los que debemos actuar.
No es suficiente con una ley, también es una cuestión de actitud y de querer resolver los problemas propios de la contaminación ambiental del país
¿Y el Gobierno de Cataluña tiene competencias para regular todo esto?
Yo creo que sí, pero no es suficiente con una ley, también es una cuestión de actitud y de querer resolver los problemas propios de la contaminación ambiental del país. Yo creo que es importante preservar al máximo el entorno, garantizar la salud de las personas, los ecosistemas y la fauna y flora silvestre. De hecho, el año pasado Europa publicó la estrategia europea para restaurar la biodiversidad con una serie de actuaciones de aquí a 2030. La contaminación química es factor de pérdida de biodiversidad, y en Europa se han perdido el 69% de los individuos. Con estos datos es evidente que no se han tomado medidas para preservar el entorno y las especies, y que es necesario definir medidas y controles más allá de la legislación. De hecho, sería actuar a nivel local.
¿Y cómo lo haremos?
Se han planificado muchas estrategias relacionadas con la prevención de los fuegos, lucha contra el cambio climático, transición energética sostenible y agricultura ecológica, pero no se habla de contaminación de forma directa. Sin embargo, ya se ha indicado que los contaminantes tienen efectos nocivos sobre los seres vivos y, por tanto, es un factor a considerar para preservar el medio.
¿Por qué crees que se invisibiliza o no interesa?
Controlar la contaminación ambiental es demasiado caro.
Parece una batalla perdida. Y mientras aumenta la sequía, sube el porcentaje de compuestos tóxicos en el agua porque no hay agua suficiente para diluirlos… la situación es dramática.
Desde el entorno de la investigación se realizan muchos estudios que combinan diversas disciplinas, como la química analítica y la ambiental, la hidrología, la biología y la ingeniería, lo que permite realizar una evaluación exhaustiva del estado del agua y los ecosistemas acuáticos, y proponer nuevos tratamientos o medidas para su correcta gestión y control. Es cierto que en ocasiones es difícil la interacción entre el mundo académico, la administración y las empresas; la búsqueda siempre es pionera. Yo soy partidaria de trabajar conjuntamente en estos tres ámbitos, porque es mucho más fácil encontrar soluciones y proponer modelos de actuación adaptados a la situación actual de sequía del país. Siempre existe la excusa de los recursos, pero no siempre es el problema principal, muchas veces es necesaria la voluntad de remediar los problemas.