“El clima de valores compartidos en el centro actúa como semilla de transformación del entorno más allá de la escuela o instituto.”
Hablamos con Teresa Franquesa, cofundadora de Escuelas + Sostenibles y la Sociedad Catalana de Educación Ambiental (SCEA), sobre su libro “La Educación Ambiental en Cataluña”, publicado con motivo del Día Mundial de la Educación Ambiental y el 40º aniversario del SCEA.
El pasado 26 de enero se celebró el día Mundial de la Educación ambiental como cada año, pero este año se ha sumado una efemérides especial, los 40 años de la Sociedad Catalana de Educación Ambiental (SCEA), una entidad referente de educación ambiental en el territorio catalán. Para celebrarlo, un centenar de educadores ambientales repasaron la historia de la entidad y su papel en la evolución de la educación ambiental en el país en el patio Maning.
Hablamos con Teresa Franquesa, Dra. en ciencias biológicas y master en psicología social, cofundadora del SCEA, pionera educación ambiental en Cataluña y autora del libro “La educación Ambiental en Cataluña. Una mirada a través de la SCEA” editado por la ocasión, que se presentó a la jornada y que tenéis disponible al Servicio de Documentación Ambiental SDEA.
- Tal como recoges en la primera parte del libro, el concepto y la educación ambiental empieza a hacer las suyas primeras pasas a inicios de los años setenta y no es hasta casi quince años después de que se crea la SCEA. ¿Tú que formaste parte de este nacimiento, qué destacarías como detonante que os empujó a constituirla?
En los momentos de final de la dictadura había muchas luchas abiertas para reponernos culturalmente y construir las bases de un país democrático. Uno de los objetivos era promover la conservación de una naturaleza que percibíamos amenazada e ignorada. Veíamos que la mayor parte de la gente no conocía los árboles, ni los pájaros, ni era consciente de la importancia de la calidad del medio.
Convencidos de que hay que conocer para amar, muchos naturalistas nos pusimos a hacer divulgación, coincidiendo con los maestros y pedagogos que querían abrir y renovar la escuela enrarecida del franquismo y trabajar en contacto con el medio. Progresivamente se puso en marcha diversos itinerarios de naturaleza y los promotores empezamos a encontrarnos para compartir iniciativas y reflexiones. Los “encuentros de itinerarios” fueron fructíferos y en 1984 pensamos al formalizar nuestro grupo en una asociación, que adoptó el concepto ‘educación ambiental’, más amplio y ya consolidado en el norte de Europa y a los Estados unidos, que se estaba popularizando en nuestra casa. Por enero de 1985 creamos la SCEA.
- ¿Qué te ha aportado a nivel personal formar parte?
Para mí, como para otras compañeras y compañeros, la SCEA forma parte de nuestra identidad. Ha sido crisol de reflexión, ámbito de activismo y escuela de aprendizaje.
- En la segunda parte haces una recopilación de un montón de acontecimientos que han forjado y hecho evolucionar la educación ambiental del país. ¿Puedes destacar dos donde pienses que la SCEA ha tenido un papel relevante?
Considero que la SCEA ha tenido un papel importante en el trabajo de definición progresiva del concepto de educación ambiental (EA) y la revisión crítica de su concreción en nuestro país. En este sentido, los amplios debates del Foro 2000 de EA -que implicaron también a muchas personas no socias-, la discusión y selección de criterios de calidad, que inició el Consejo de centros y que ha persistido a lo largo del tiempo, dando lugar a diversas publicaciones, el trabajo en el ateneo de EA como revisión de la propia tarea, serían algunos ejemplos.
También subrayaría la aportación de la SCEA en términos de recursos de apoyo a los educadores, desde la creación del Servicio de Documentación de Educación Ambiental en convenio con el Ayuntamiento de Barcelona (situado en La Fàbrica del Sol), hasta las diversas publicaciones y cursos de formación.
Habría bastantes aspectos a destacar, cosa que no permite una respuesta sintética, pero si que querría mencionar también la tarea de la SCEA dinamizando el aula ambiental del Bosque de Turull, en Vallcarca, desde ahora hace 10 años.
- Comentas que una de las prioridades con el fin de fortalecer la educación ambiental es afianzarla a la educación formal. La SCEA contribuyó al arranque de Escuelas Verdes como programa de educación ambiental en los centros educativos del territorio catalán. En Barcelona también tenemos el programa Escuelas + Sostenibles, que este año celebra 25 años. Tú has sido la principal responsable en tu etapa laboral en el Ayuntamiento de Barcelona. ¿Parece que se incorporan líneas de trabajo al currículum educativo para tener más en cuenta la sostenibilidad, qué les dirías a los centros miembros de Escoles + Sostenibles ante esta novedad?
La incorporación al currículum oficial representa un reconocimiento y un estímulo por la tarea que ya hace tiempo que está haciendo el profesorado de los centros comprometidos como ‘Escoles + Sostenibles’. Les diría que persistan en las mejoras en el centro, desde el sistema de enseñanza hasta las relaciones con el entorno, pasando por la gestión ambiental (agua, energía, residuos, alimentación y movilidad), la naturalización de los patios, la organización del tiempo y del espacio y el impulso de la democracia interna, entendiendo la participación y el apoderamiento del alumnado como clave de bóveda. Y que estén seguros que qué las buenas prácticas y el clima de valores compartidos en el centro su un ejemplo para toda la comunidad educativa, incluidas las familias, y actúan como semilla de transformación del entorno más allá de la escuela o instituto.
- En el libro también podemos ver que la educación ambiental ha tenido que adaptarse a muchos cambios a lo largo de los años y hacer frente a diversas crisis. La última fue la de la Covid-19. ¿Qué aprendizaje pensamientos que ha aportado a los profesionales de la educación ambiental?
Pienso que los aprendizajes siempre sueño positivos, aunque a veces puedan ser duros. La covid-19 y las medidas decretadas para hacer frente impactaron en todas las dimensiones de nuestras vidas, desde la salud y el trabajo, a la posibilidad de relacionarnos con los otros y con la naturaleza. El confinamiento puso en evidencia nuestra necesidad vital de contacto con las personas y con la naturaleza y la importancia de los espacios naturales y el aire libre como oportunidad de salud y bienestar. Cerradas en casa, y contemplando una primavera esplendorosa en la otra banda de la ventana, muchas personas redescubiertieron el valor de la naturaleza y la calidad ambiental, y todos tomamos conciencia de la fragilidad del sistema. Por si nos faltaban argumentos para animarnos a emprender los cambios necesarios …
- Y finalmente en el último capítulo del libro planteas retos para diferentes ámbitos y sectores, e incluso haces propuestas de cómo hacerlo. ¿Con esta perspectiva de 40 años y tu experiencia personal y profesional en Barcelona, cuáles piensas que sueño los 2 que se tendrían que priorizar en la ciudad?
Si me hacéis concretar el trabajo a hacer en dos grandes retos, pienso que escogería primero, ‘predicar con el ejemplo’, es decir fortalecer la coherencia entre los objetivos de SCEA y otras políticas, avanzando en la aplicación de criterios de sostenibilidad en la misma institución, la gestión y la contratación pública.
Y el otro reto, acompañar las iniciativas socioambientales con los recursos para llevarlas a cabo, fundamentalmente equipos humanos estables de personas competentes. Entendiendo, claro está, que tenemos claro el trabajo a hacer, con objetivos y estrategia bien definidos, y mecanismos de evaluación para la mejora continua.
- En concreto a la propuesta de “Buscar vías para llegar a todo el mundo y suscitar el compromiso y la respuesta en los diferentes sectores de la población”. De tu tarea en el Ayuntamiento de Barcelona conoces bien la Red Barcelona + Sostenible. Recientemente, en la red de aliados, aparte de los centros educativos, las organizaciones y comercios, también se pueden sumar personas de Barcelona a título individual. ¿Qué podemos decirlos para qué formen parte?
Que cada uno de nosotros por su cuenta tiene una capacidad de transformación muy limitada y si queremos hacer alguna cosa de bono más vale que tengamos claro que nos tenemos que sumar a la acción colectiva. Sólo junto con los otros podemos amplificar nuestra capacidad de acción. Romper el aislamiento y sintonizar con los otros no sólo es indispensable para avanzar, sino también para recordar que no estamos solos.
- Teresa, para acabar, una pregunta que hemos incorporado para acabar todas las entrevistas: sabemos que todas tenemos contradicciones y que no siempre es fácil ser 100% sostenibles. Siempre hay margen de mejora, y por eso queremos que nos confieses alguna de estas contradicciones y como lo haces para mejorar.
La vida está llena de contradicciones que hay que aceptar. La mía también, por descontado. Por ejemplo, volar de vez en cuando a pesar de ser consciente de la desaforada cantidad de emisiones del avión. Pero no es realista ser completamente coherente en todo momento. Vivimos en un sistema que nos condiciona y los dilemas son frecuentes, sobre todo cuando las mejores soluciones no son fáciles de aplicar a escala personal. Entiendo que no hablamos de “todo o nada”, sino de un camino que implica equilibrar decisiones, priorizar donde podemos tener más impacto y aceptar de lo que somos perfectos.
____________________________________________________________________________________________________ Las opiniones expresadas en esta entrevista son a título particular y no necesariamente reflejan el posicionamiento institucional del Ayuntamiento de Barcelona.