Guido Ramellini: “Hay dos tipos de personas: las que les gustan las matemáticas y las que aún no saben que les gustan”

Guido Ramellini
01/06/2023 - 08:51 h - Ciencia Ajuntament de Barcelona

Especializado en las matemáticas y su didáctica, Guido Ramellini es uno de los participantes habituales en la Fiesta de la Ciencia, junto con otros miembros del Museo de las Matemáticas de Cataluña (MMACA), con sede en Cornellà de Llobregat y del que es cocreador. Con él hablamos de su vínculo con la Fiesta de la Ciencia, de la divulgación y enseñanza de las matemáticas, y de cómo estas se relacionan con la sociedad.

Estudiaste biología, pero acabaste dedicándote a las matemáticas. ¿Cómo captaron tu interés?

Cuando empecé a estudiar ciencias biológicas en la universidad de Milán, en 1970, vi enseguida que las clases que más me interesaban las daban docentes que incorporaban mucha matemática. Las ciencias naturales dejaban de ser solo descriptivas para hacerse predictivas y configurar un nuevo paradigma científico.

¿Y cuándo decidiste dedicarte?

El primer contacto profesional con las mates fue mientras trabajaba en Biología Molecular en la Facultad de Medicina de la Universidad de Milán. Las revistas científicas más prestigiosas pedían un control de confianza de los resultados experimentales. Como era el más joven del equipo, me enviaron al Instituto de Estadística Médica para aprender a programar el ordenador y asumir esa función. Más tarde, hice de docente de secundaria de mates, física, química y ciencias naturales. Estaba ya trabajando en el Liceo Italiano de Madrid cuando se constituyó la Sociedad Local de Profesores de Matemáticas, dedicada a una docente italiana, Emma Castelnuovo. Empecé a colaborar y comprobar que me faltaban conocimientos específicos. Entonces, me inscribí en un curso de posgrado a distancia de la Universidad de Roma sobre Didáctica de las Matemáticas y me enganché.

¿Qué es lo que te enganchó?

Descubrí que la didáctica te permitía transformar la matemática. De ser la materia más selectiva y discriminante, conseguías realizar una oportunidad de integración de inteligencias diferentes y de disfrute por haber resuelto retos, una experiencia ética, estética y pragmática muy satisfactoria. Y esto sigue treinta años después.

El MMACA es un participante recurrente en la Fiesta de la Ciencia. ¿Qué le aporta participar cada año?

Aparte de volver a llevar algunas actividades “históricas” para niños y niñas pequeños, que son un público a menudo olvidado por parte de las instituciones científicas, por lo general experimentamos nuevos materiales. Este año las propuestas que traemos son de una exposición que estamos creando dentro del proyecto europeo SMEM. Significant Mathematics for Early Mathematicians, destinado a estudiantes de 3 a 8 años. Como dice el nombre, estamos convencidos de que no existen matemáticas pequeñas ni pequeños matemáticos, y que las propuestas para este rango de edad conllevan ejercitar, de forma más o menos consciente, competencias básicas importantes.

¿Cómo os lo hacéis para despertar el interés del gran público? ¿Las matemáticas enganchan?

Todas las propuestas se presentan como retos, fáciles o más complicados, que piden distintas conversaciones. Para empezar, con el material, que debe ser atractivo y cercano. A continuación, con el equipo educador, que acompaña, pero no guía; que no responde a las preguntas, sino que orienta la investigación personal. Y después (esta es la más importante), la conversación con otras personas usuarias. De este modo, existe una componente lúdica (no gamificada) que hace posible uno de nuestros lemas: “nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz”. Por lo que hemos visto en estos años, hay dos tipos de personas: las que les gustan las matemáticas y las que todavía no saben que les gustan las matemáticas.

¿Cuál es la respuesta de la gente ante los retos matemáticos que soléis llevar a la Fiesta?

Seré un poco críptico y les dejo el reto de interpretar mis palabras: tenemos por parte de todos los usuarios: pequeños, familias, niños y niños mayores… una respuesta de felicidad espontánea, una felicidad encontrada y no buscada o construida , porque es el lugar y el momento para que sea normal ser feliz.

¿Qué aprendéis de vuestro público?

La Fiesta de la Ciencia nos deja más tiempo para interactuar con los usuarios que las exposiciones, donde intentamos callar mucho más. Las versiones de los materiales que llevamos a la Fiesta son distintas a las de las exposiciones. Por ejemplo, podemos atrevernos a llevar retos que no tienen solución porque podemos recuperar, a través del diálogo, el misterio y la fascinación que hay detrás de un reto imposible. En una exposición un reto imposible solo crea frustración y los evitamos.

¿Cómo valoráis la Fiesta de la Ciencia?

Estamos muy convencidos de que el pensamiento y las experiencias científicas deben formar parte del equipaje de todo/a ciudadano/a de cualquier edad, cultura o actitud que quiera ser protagonista de la propia vida. Por eso es necesario que la Fiesta se consolide en el territorio y tenga continuidad durante todo el período que pasa entre una y la siguiente. Barcelona tiene unas estructuras (museos, bibliotecas, centro sociales…) muy interesantes. La oferta de experiencias científicas debe tener mayor presencia y explotar todos los lenguajes.

Es también un lugar para conocer a personas y experiencias, para sacar ideas, para proponer colaboraciones y, obviamente, para presentar nuestras propuestas a nueva gente.

¿De dónde sale la idea de crear un museo de matemáticas?

La idea sale de un grupo de profesores que llevó durante años materiales a su clase de mates y vio cómo su impacto pedagógico se quedaba relegado entre las paredes de su aula. Aunque tenía un largo recorrido y padres y madres nobles (Montessori, Decroly , Piaget, Vygotsky, Freudenthal, Castelnuovo, Puig Adam i Maria Antònia Canals, entre otros muchos) el número de practicantes de esta opción de experimentación manipulativa quedaba relegado a un pequeño grupo, aunque muy activo, de docentes. Pensamos que ese impulso dinámico debía llegar desde fuera del ámbito escolar.

¿Y cómo lo hicisteis?

Dos o tres trabajos de investigación -de cuando el profesorado tenía, aunque solo una vez en la vida, esa oportunidad, perdida con la crisis y nunca reencontrada- sobre juegos y materiales fueron el núcleo inspirador. En 2000, Año Internacional de las Matemáticas, representaron las primeras experiencias. El tejido de las asociaciones del profesorado de matemáticas y, en específico, la FEEMCAT (la federación de las cinco entidades catalanas) nos dieron el apoyo necesario para que ya las primeras exposiciones, cuyas propuestas ahora nos irían cortas, fueran todo un éxito. La presencia de un profesorado activo, entregado y organizado (¡que el mundo entero envidia!) nos permitió y todavía nos permite llevar a muchos lugares de Cataluña y fuera del país la exposición itinerante con unos costes muy accesibles.

Hay que decir que compartimos este origen nómada con muchos de los referentes mundiales de los museos de matemática, como Mathematikum de Giessen o Momath de New York.

¿Cómo llegasteis a Cornellà?

En una conversación callejera descubrimos que el Ayuntamiento de Cornellà tenía un piso del Palau Mercader arreglado y que no encontraba su misión. Nos propusimos, lo vimos y, bajo la mirada atónita de las autoridades locales, en menos de quince días abrimos la exposición permanente. En nuestra ingenuidad pensábamos que era como abrir una exposición itinerante más y nos encontramos con la gestión de una realidad y unas demandas que iban creciendo vertiginosamente. Aprovechamos todo rincón posible del palacio y, especialmente, el parque que le rodea. Hemos tenido la ayuda de las otras estructuras cercanas y el apoyo incondicional del Ayuntamiento que nunca había esperado recibir casi cien mil visitantes cada año en el espacio que nos cedió y hacer de Cornellà un sitio de referencia internacional en el ámbito de la educación matemática.

¿En qué momento os encontráis ahora?

El siguiente paso es el convenio firmado esta primavera en el que el Ayuntamiento nos cede en uso una de las naves que están arreglando en Can Bagueria. Se trata de un espacio de mil quinientos metros cuadrados en el que transferiremos las actividades dirigidas a las escuelas. En el Palau Mercader mantendremos las actividades relacionadas con las familias, para que no se pierda el ambiente de fiesta que vivimos todos los domingos en un área donde se han multiplicado las iniciativas culturales, lúdicas y económicas de proximidad.

Como sociedad, ¿nos falta cultura matemática?

¡Como sociedad nos falta cultura y punto! Las matemáticas son una parte importante, a pesar de estar a menudo olvidadas, pero no son ni autosuficientes ni aisladas de los otros lenguajes que nos permiten conocer mejor el mundo en el que vivimos, respetarlo y conservarlo para las generaciones futuras y el resto de los vivientes . En las matemáticas existe arte, artesanía, belleza, poesía… y también lógica y técnica. Pero podría decir lo mismo de la música o la pintura. Si he de evidenciar una peculiaridad, diría que las matemáticas son el arte de identificar e (intentar) resolver problemas. Y como nuestra sociedad es una fábrica de problemas, una disciplina que usa más la cabeza que la barriga ayudaría a eliminar de las ecuaciones sociales los factores ligados a emociones inducidas y buscar soluciones posibles y eficaces en lugar de presuntos culpables, brujas o herejes.

Algunas personas parecen tener las matemáticas atravesadas…

Nadie se declara frívolamente “analfabeto”. En cambio, del analfabetismo matemático se puede llegar a presumir. “Como las matemáticas son un rollo inútil, yo, el listo, la esteta, el rebelde, las he rechazado y vivo como un rey”. Deberíamos empezar a combatir todo el cretinismo que hay en estas afirmaciones, pero temo que se acabarán antes los chistes de tartamudos, suegros y gays.

La cosa es que todo el mundo puede aprender matemática, como aprender inglés o música, aunque no todo el mundo podrá ni le interesará ser músico, traductor o matemático profesional. Es mucho más interesante que mucha más gente aprenda a apreciar un tema de Bach, de Miles Davis, un poema de Silvia Plath, las leyes de la estadística o la función de la clorofila.

¿Depende de cómo se enseñan?

La escuela tiene una función imprescindible. Es necesario formar mejor al profesorado, tanto en la fase inicial (máster), como durante la carrera docente, e incentivar la experimentación. Es necesario usar de forma inteligente la tecnología y presentar propuestas abiertas, estimulando la resolución de retos, la creatividad, la conversación, la comprobación de los resultados, la riqueza de los errores. Pero es la sociedad en su conjunto que debe asumir la función de educar y no delegarla solo en la escuela.

¿Cómo debe hacerlo?

El mismo esfuerzo invertido para dotar a las escuelas de ordenadores debe hacerse para crear talleres de matemáticas, aulas dotadas de materiales genéricos (por ejemplo, los de las maletas del Creamat). Fuera de la escuela deben potenciarse los Centros de Recursos Pedagógicos (CRP), volviendo a darle el personal suficiente y específico, y materiales motivadores (por ejemplo, las maletas del MMACA). Se deben potenciar las iniciativas de la educación no formal y especialmente las de las entidades no comerciales. Se debe apoyar a las asociaciones del profesorado ya sus iniciativas (Estalmat, Anem per més mates, proves Cangur…). Y todo esto debe integrarse en un proyecto educativo global, que ayude a optimizar los recursos.

¿Qué se debe hacer para reducir la brecha de género en matemáticas?

Potenciar los aspectos comunicativos, esperando que más mujeres matemáticas aporten una visión diferente de la disciplina y a la forma de investigar. Una de las sorpresas de la experiencia con las propuestas del MMACA es que no se nota la brecha de género, porque incentivan la colaboración y la conversación entre las personas usuarias y, en estos aspectos, las chicas desempeñan un papel absolutamente central, llegando antes a ofrecer buenas soluciones y enriquecerlas de alternativas.

La brecha que todavía se nota de forma dramática es la de las condiciones socioeconómicas del distinto tipo de alumnado, con la agravante de que no solo no disminuye, sino que se incrementa.

¿Qué papel juegan los medios en la divulgación de las matemáticas?

No cabe duda de que las matemáticas se han vuelto más noticiables. Incluso están de moda. “Todos los licenciados encuentran buenos trabajos; faltan profes de mates; los resultados escolares siguen siendo una pesadilla…”. Todo esto ha encontrado un espacio en los medios de comunicación.

El problema sigue siendo cómo se tratan estos temas y cómo todavía imperan los clichés. Sigue interesante más el hombre que muerde al perro que el perro que muerde al hombre, los problemas que las soluciones, el caso escandaloso que los miles de buenas prácticas. Y cuando aparece una buena experiencia parece un caso único, la excepción, el fruto de un iluminado (el Merlí de turno) y no de un tejido que crece poco a poco, que necesita ser conocido y reconocido para tomar fuerza y ​​hacerse mayoritario, para encontrar el apoyo institucional, establecerse en el ámbito social y ciudadano, y para hacer entender de una vez por todas que el dinero gastado en educación (formal, no formal e informal) son inversiones y no costes!

Cómo decía Jorge Wagensberg con relación a la prensa: el buen resultado obtenido es que, cuando invitamos a los conferenciantes al CosmoCaixa, viene la prensa a entrevistarlos. El éxito será cuando se queden a oír de qué hablan y ver la reacción del público. De modo que no puedo eximirme de acabar con una invitación al MMACA y aceptar los retos que os propondremos.

No dejamos de jugar porque nos hacemos viejos, sino que nos hacemos viejos porque dejamos de jugar.