Leticia Tarruell: “Hay que ver la IA como una herramienta que no sustituirá a las personas"
Entrevista de Mònica Moreno para Barcelona Ciencia y Universidades y Núvol.
Leticia Tarruell está especializada en física cuántica, concretamente en una parte de esta disciplina que describe el comportamiento de la materia de dimensiones ínfimas, como los quarks, los fermiones y los leptones. Un campo especialmente denso de las ciencias exactas, que se rige con unas reglas y patrones diferentes a los que conocemos y que, sin embargo, es la base de muchas de las tecnologías que ya disfrutamos. Trabaja en el ICFO, Instituto de Ciencias Fotónicas, situado en Castelldefels, un centro experimental de referencia donde dirige el grupo de investigación de gases cuánticos ultrafríos, un proyecto pionero en el que, con un simulador cuántico, se enfrían los átomos casi finos el cero absoluto, esto es, menos de -273 °C. Este procedimiento permite manipular la materia para realizar simulaciones de fenómenos o materiales que todavía no existen.
¿Qué te impulsó a dedicarte a la física cuántica?
Desde muy pequeña me ha gustado mucho la física: es la ciencia que explica cómo funciona la naturaleza y que, en teoría, explica cómo funciona todo. Desde muy pronto, quizás desde los 12 años, decidí que iba a estudiar física. Y el campo concreto al que me dedico, el de los átomos ultrafríos, como otras cosas, fue una casualidad de la vida. Me interesaban mucho los conceptos fundamentales, cómo funcionan las cosas, el universo, y éste es un campo fundamental, donde se hacen preguntas sobre la mecánica cuántica. Y también me gustaba mucho la tecnología, construir cosas, hacer cosas con sus manos. La física cuántica me permite combinar ambas cosas: realizar experimentos y construir grandes máquinas en el laboratorio, con láseres, tecnología, que, al mismo tiempo, utilizamos para contestar a las preguntas fundamentales y saber cómo funciona la naturaleza.
Actualmente la física cuántica tiene una importancia primordial en el desarrollo de proyectos de referencia europeos que podrían suponer un antes y un después en muchos ámbitos, como la ingeniería, la química o la medicina. Se están concretando en la práctica lo que durante mucho tiempo era sólo una teoría. Para el ciudadano común, ¿qué aplicaciones prácticas tiene o puede tener la física cuántica en los próximos años?
La física cuántica es la teoría de la materia a escala microscópica. Todo es cuántico. Hay que entenderla para saber cómo funcionan las cosas. Durante mucho tiempo no podíamos controlar un solo átomo o un solo fotón, que es la partícula de luz, y ahora sí que podemos hacerlo. Esto ha permitido que las ideas que antes sólo eran conceptos abstractos, muy interesantes, se hayan convertido en realidad y han permitido el desarrollo de aplicaciones, como en las medidas cuánticas, que son muy precisas; aquí en el ICFO se pueden medir campos magnéticos, poner unos electrodos en el cerebro y ver qué pasa; también se puede transferir información protegida por la mecánica cuántica, lo que permite comunicaciones completamente seguras gracias a la criptografía cuántica; o los cálculos con mecánica cuántica, mucho más rápidos que los que se realizan con los ordenadores clásicos. Este es el tipo de problemas que estudiamos nosotros, problemas de física fundamental, como por qué un material se comporta de una determinada manera. Problemas por los que, si usáramos los ordenadores clásicos, como el MareNostrum que hay aquí en el BSC de Barcelona, se necesitaría más tiempo que la edad del universo.
Aún está por trabajar, pero todas estas aplicaciones, como diseñar mejor las moléculas que se utilizan en diferentes campos, desde la química hasta la medicina, se podrá hacer de forma más precisa gracias a la mecánica cuántica.
Además, no todas las tecnologías cuánticas están en el mismo punto de desarrollo: los sensores cuánticos, que permiten medidas más precisas, son una realidad, ya se utilizan. También la criptografía cuántica, que ya se comercializa. Pero, por ejemplo, hay mucha gente que trabaja en computación cuántica, y se pueden resolver problemas, pero aún deben aplicarse.
¿Cómo es tu día a día en el trabajo?
Trabajo con un grupo de investigación fantástico, con muchos jóvenes muy buenos, están muy motivados y colaboran en diferentes experimentos. Ahora estamos trabajando en tres experimentos de simulación cuántica con átomos fríos, en grupos de cuatro o cinco personas.
Durante la semana cada día por la mañana hacemos una reunión con cada uno de estos equipos y hablamos de lo que estamos haciendo, qué problemas han surgido y cómo solucionarlos. También voy al laboratorio para ver cómo va. Hay que decir que antes pasaba muchas horas en el laboratorio. Después comemos juntos y seguimos hablando, y por la tarde muchas veces trabajo en artículos científicos o me planteo nuevos desarrollos.
Este trabajo es experimental y fundamental a la vez: se combinan problemas muy prácticos, como las propiedades de un láser o cómo diseñar y atornillar una pieza mecánica, y ecuaciones muy abstractas, con colaboradores teóricos.
La investigación es un trabajo de equipo, se habla con otras personas. Si hay mucha gente, se genera más ideas. Una vez cada dos semanas celebramos una reunión general y explicamos qué estamos haciendo y elegimos a dos personas que explican de forma detallada qué están haciendo. Otras veces alguien presenta un avance científico que le ha parecido interesante o le ha gustado, lo llamamos un club de diario, una discusión de artículos.La investigación no es algo que hagas solo, se realiza en equipo y hablando con otra gente.
Hiciste al mismo tiempo la carrera de física en la Universidad Complutense de Madrid y los estudios superiores de violín en el Conservatorio. Finalmente te decantaste por la ciencia, y la tuya parece un trabajo de dedicación absoluta. ¿Aún tienes tiempo de tocar el violín?
El violín era otra de las cosas que me gustaba mucho. Cuando era adolescente, quería estudiar física y música a la vez, no sabía muy bien qué elegir. Y cuando empecé a estudiar física en la universidad decidí que era lo que más me gustaba y me dedicaría a ello. La verdad es que el violín lo he dejado de lado, el mío es un trabajo muy absorbente y también muy interesante.
En los últimos meses los medios de comunicación hablan a menudo de ChatGPT y de inteligencia artificial. ¿Crees que esta tecnología puede afectar de alguna manera, positiva o negativa, a su trabajo?
Es cierto que a veces utilizamos la inteligencia artificial en los experimentos: trabajamos con máquinas complejas, con muchísimos parámetros y si hay algo que no funciona o si queremos optimizar un proceso, podemos recurrir a técnicas similares a la inteligencia artificial o en los algoritmos genéticos: se eligen un grupo de parámetros, se hace evolucionar uno de forma aleatoria y se puede ver si evoluciona bien o no y hacer la selección genética (este es el término concreto que se utiliza).Creo que es necesario ver la IA como una herramienta que no sustituirá a las personas. Se debe utilizar de forma inteligente para las tareas más aburridas y repetitivas, que la máquina puede realizar, mientras las personas se dedican a los trabajos más interesantes.
Desde 2013 trabajas en el ICFO. Este instituto tiene un programa específico que destaca el papel de las mujeres en la ciencia, ICFOnians por el Mes de la Mujer en la Ciencia, en el que también se celebran actividades de divulgación para estudiantes de segundo ciclo de la ESO y bachillerato. ¿En tu carrera has encontrado referentes femeninos?
Hice los últimos cursos de los estudios en Francia y allí hay muchas mujeres que se dedican a la ciencia. Quizás no tanto en el campo de la física, pero no era la única, cuando hacía el doctorado siempre tenía amigas en los otros laboratorios. En cambio, en Suiza, donde hice el posdoctorado, la situación era muy distinta, yo era la segunda mujer del grupo.
Más en concreto me gustaría hablar de Debbie Jin, que murió hace unos años. Una persona que estaba al más alto nivel en nuestro campo, pero muy accesible a las conferencias, dinámica y muy pedagógica.
Y tengo compañeras en Europa, que son algo mayores que yo, que hacen también de referencia. De hecho, ahora hemos creado un grupo de mujeres en cuántica a nivel europeo, tenemos un chat y hacemos una reunión al mes. Se agradece poder hablar las cosas con otros y esta iniciativa ha surgido de forma espontánea.
Y en tu grupo, ¿cuál es la presencia femenina?
Actualmente estoy preparando algunos proyectos de investigación, y esta es una de las preguntas que te hacen. Miramos el número de hombres y mujeres y me encanta decir que en mi equipo directo hay siete mujeres y ocho hombres.
Me alegra mucho, cuando yo empecé mi carrera había pocas mujeres, y esto ha cambiado en los últimos años. Me parece que antes el campo de la física se consideraba algo muy técnico y esta percepción está cambiando. Es importante cuando haya personas que sirvan de ejemplo. Creo que este tipo de entrevistas son importantes, para hablar y enseñar a las chicas que están terminando la secundaria o que comienzan la universidad que también hay mujeres en estos campos, que no hay ningún obstáculo.
Y también es cierto que en un equipo es muy positivo tener una mezcla de personas, con perfiles diferentes, ya que cada uno piensa de forma diferente. Hombres y mujeres y también personas de países distintos, con estudios algo diversos. Así cada uno encara los problemas científicos desde una perspectiva diferente y se generan mejores ideas. Si no, todo el mundo afrontaría las cosas por igual y nos quedaríamos bloqueados.
¿Las personas que trabajan contigo, qué estudios han hecho, son todos físicos?
Normalmente son físicos, pero en ocasiones también colaboramos con personas que han cursado el grado de ingeniería o matemáticas. En verano en el ICFO se ofrece un programa en el que pueden participar personas procedentes de otros grados. Esta mezcla es muy positiva, tienen una visión más pragmática o incorporan ideas distintas.
Has participado en distintos proyectos de comunicación y divulgación de la ciencia. Además, eres tutora de trabajos de fin de grado y de fin de máster y de tesis doctorales. Es obvio lo que tú ofreces a los estudiantes, como la experiencia o la forma de trabajar, pero ¿ellos qué te aportan?
Me gusta trabajar en el mundo académico, en un instituto de investigación, precisamente porque participan muchos jóvenes, y valoro mucho la importancia de la formación de los jóvenes. Durante la Covid, las prácticas fueron una de las cosas que primero se anularon, puesto que se consideró que se podían cambiar por la teoría, y me pareció muy triste.
Los jóvenes aportan muchas ideas y son muy entusiastas, están convencidos de que todo puede hacerse. En los equipos de investigación me gusta intentar que contribuyan de una forma u otra, dentro de sus posibilidades y teniendo en cuenta su formación. Tenemos un programa de verano, en el que pueden participar, por ejemplo, los estudiantes de grado: dividimos los proyectos en pequeñas partes que ellos pueden llevar a cabo, y otros que realizan los de máster, y que después se integran . Intentamos ofrecerles un proyecto que sea accesible a su nivel y que, supervisados por nosotros, pueden realizar con autonomía y tomando determinadas decisiones. Para ellos es una experiencia muy positiva y para nosotros también.
Después de unos años de estudiar e investigar en varios países de Europa, desde 2013 trabajas en el ICFO, el Instituto de Ciencias Fotónicas. ¿Cómo valoras la ciencia en nuestro país? Has estudiado e investigado fuera, llevas adelante muchos proyectos. ¿Qué valoración haces de la ciencia aquí?
Empecé mi carrera en la Universidad Complutense y terminé la formación y empecé a investigar en Francia. Durante 11 años estuve en el extranjero. Me parece que aquí la ciencia es muy teórica, que existe la idea de que hay que resolver ecuaciones, que es necesario hacer el software, pero no el hardware, lo que supone un límite, un freno.
¿Qué cambiarías?
Hay una división importante, por un lado, los científicos y por otro, los ingenieros; en otros países no es así. Hice el postdoctorado en Suiza y allí, por ejemplo, la gente tiene claro que primero se dedicará a la teoría y después pasará a la empresa, o que se quiere quedar en la universidad, y se trabaja en equipos mixtos en los que de veces la gente cambia entre una visión más aplicada o más teórica, pero en la que trabajan todos juntos.
En España está todo dividido, y hay mucha teoría y se realizan menos experimentos. Me parece una limitación, que también es económica, ya que es más caro realizar experimentos que resolver ecuaciones. Es una lástima, porque cuando combinas la teoría y los experimentos es cuando realmente salen cosas nuevas, sobre todo si se buscan aplicaciones para la sociedad, no podemos quedarnos solo en la teoría.
Hemos hablado de las inversiones necesarias para realizar determinados experimentos. Tú has logrado financiación de muchas administraciones. ¿Es difícil presentar los proyectos para recibir ese tipo de financiación? Sobre todo porque la política se plantea a corto plazo y la ciencia debe pensarse a largo plazo.
Le dedico una parte importante de mi tiempo: hay que planificar los proyectos de investigación, qué se quiere hacer, por ejemplo, a tres años vista, que se hará en cada momento, qué recursos se necesitarán, cuántas personas contratarán o por qué se hace una determinada cosa. Es una parte que me gusta mucho. Se necesita mucho tiempo para plantearlo bien, pero es útil e interesante, te hace pensar y en ocasiones incluso salen nuevas ideas.
También es cierto que en los proyectos hay mucha burocracia, mucha parte administrativa, secciones y más secciones a llenar y que, mientras dedicamos nuestro tiempo a estas tareas, no sacamos adelante nuestro trabajo como científicos.
En general, no puedo quejarme, siempre he podido hacer las investigaciones que he propuesto, a veces con más esfuerzo y otras con menos, pero con mucho trabajo lo hemos conseguido.
¿Qué consejo le darías a una joven que quiere dedicarse a la ciencia?
Creo que hay que seguir el camino que elige cada uno, hacer lo que te apetece hacer. En la vida a veces se deben tomar decisiones, elegir entre una cosa y otra. Y en mi vida, cada vez que he tomado una decisión, la decisión correcta siempre ha sido elegir aquello que me apetecía hacer, o me parecía más interesante o me emocionaba más. Si tomas las decisiones por compromiso, o desde un punto de vista pragmático, por lo general no eliges la mejor opción.