Ann Druyan: “Cualquier sociedad que realmente valore la ciencia será más humana”
Una de las divulgadoras científicas más relevantes de nuestros tiempos, Ann Druyan, comparte durante su visita en Barcelona para recoger el premio Nat su visión sobre cómo debería promoverse la cultura científica para mejorar como sociedad. Sus proyectos audiovisuales han contribuido a ensanchar las fronteras de la percepción que tenemos del universo y de nuestro planeta, haciéndonos más partícipes de ello.
Ann Druyan es escritora, guionista, activista, productora y directora audiovisual especializada en la divulgación de la ciencia. Fue la directora creativa del proyecto de mensajes interestelares Voyager de la NASA en 1977, una compilación de imágenes y sonidos representativos de la humanidad destinados a informar a posibles civilizaciones extraterrestres sobre la cultura humana, y cocreó con su difunto marido, el astrofísico Carl Sagan, la serie Cosmos, un viaje personal (1980), impulsando dos temporadas más: Cosmos, una Odisea de espacio y tiempo (2014) y Cosmos, mundos posibles (2020). Durante 10 años, fue la secretaria electa de la Federación de Científicos Americanos y, con 75 años, ha sido galardonada con el Premio Nat, en reconocimiento de su tarea divulgadora y en el impulso de las vocaciones científicas. Conversamos con ella sobre la importancia de hacerse preguntas, y la necesidad de la investigación para entender nuestro papel en el universo y en nuestro propio planeta.
¿Cómo te sientes después de recibir el Premio Nat?
Me siento profundamente honrada, espero merecerlo. Personalmente, he tenido la fortuna de seguir el camino que me hacía feliz. Además, es la primera vez que vengo a Barcelona.
¿Sabías que en Barcelona existe un ecosistema creciente de ciencia e innovación?
Me emociona oírlo porque creo sinceramente que cualquier sociedad que realmente valore la ciencia será más humana, es decir, más capaz de amar la naturaleza tal como es y apreciarla tal como la ciencia nos la revela.
¿Por qué no nos hablas un poco de ti? ¿Trabajas actualmente en algún proyecto?
Ahora estoy produciendo dos películas. Una es un documental con National Geographic sobre la vida de Carl Sagan, que fue mi colaborador y mi marido, el padre de mis hijos. Y la otra es una dramatización de la creación del mensaje interestelar Voyager enmarcada en mi relación sentimental con él. También estoy escribiendo mis memorias.
¿Pueden coexistir la ciencia y el romanticismo?
¡Claro! Por un lado, me encanta la ciencia porque es desapasionada a la hora de recopilar los datos y escudriñarlos sin emoción, procurando mirar la información lo más objetivamente posible. Aun así, una vez llegas a un hallazgo científico, tienes que celebrarlo y sentir alegría. ¿Qué sentido tiene si no lo haces? No hay nada malo en tomar lo poco que sabemos de la naturaleza y sentirlo. Aun recordando que no es una verdad absoluta, que es solo una pequeña parte de la realidad que has conseguido ganar. Es como si, en la búsqueda de oro, después de sacudir todo lo que sobra, todo el sesgo y el prejuicio…, te encuentras con el pequeño tesoro que queda.
En tu libro Cosmos, hablas de otros mundos posibles formados por seres diferentes… ¿Por qué te fascinan tanto?
Porque la tendencia es pensar que tal como son las cosas es la única forma en que pueden ser, pero hay que darle la vuelta a esta creencia. Me fascina, por ejemplo, leer sobre exoplanetas tan diferentes al nuestro. Hay tantos mundos en el universo… De trillones de planetas solo hemos conseguido divisar menos de 10 000, así que, ¿qué sabemos? No podemos descartar la posibilidad de que haya otro mundo como el nuestro. De hecho, es más probable que exista uno. A menudo sueño que alguien encuentra el Golden Record (los mensajes enviados en el Voyager) y, de hecho, no imagino tanto como serían los seres extraterrestres, sino más bien cuál sería su reacción. Por supuesto, en mis sueños esa reacción es positiva, pero, ¿quién sabe…?
Crees que la inteligencia artificial nos podrá ayudar a acercarnos a estos otros mundos?
Seguro que sí. Es cierto que la ciencia y la tecnología siempre pueden ser mal utilizadas, pero tengo edad suficiente para haber oído decir el mismo de cualquier otro avanza tecnológico: la televisión, internet… y me entusiasma lo que la IA puede hacer para ayudarnos a responder nuestras preguntas.
En cuanto a estas preguntas, ¿cuáles son las que Carl Sagan y tú os hicisteis hace décadas y que todavía permanecen en nuestras mentes?
En primer lugar: “¿Estamos solos en el universo?”. A principios de los años 60, un reducido número de científicos, entre ellos Carl Sagan y Frank Drake, arriesgaron sus carreras científicas al formular esta pregunta, ya que la idea de una vida extraterrestre y la búsqueda de vida inteligente o de cualquier tipo en el universo resultaba escandalosa. Aun así, es una pregunta que nos hacemos a menudo. Otra es: “¿Sobreviviremos como especie?” Es decir, superaremos nuestra adolescencia tecnológica, en la cual estamos en guerra los unos con los otros, con escasa conciencia del efecto que esto tiene sobre nuestro planeta? ¿Lo pararemos a tiempo? ¿O echaremos a perder nuestro hogar para que la calidad de vida de nuestros hijos y nietos se deteriore? Pero para plantearse estas preguntas, es fundamental pensar en las escalas de tiempo que la ciencia nos provee.
¿Qué adelantos científicos te gustaría compartir con él, si pudieras?
Los diversos telescopios espaciales, James Webb Space Telescope, el Kepler, los miles de exoplanetas que ahora sabemos que circundan otros soles. Le entusiasmaría la investigación que se está llevando a cabo en el Instituto Carl Sagan de la Universidad de Cornell, en Nueva York, consistente en desarrollar escenarios interestelares para identificar vida en mundos distantes. Es trágico que muriera tan joven y se perdiera tanto de lo que ha pasado. Poco antes de morir, Carl cedió al entonces vicepresidente Al Gore, antiguo alumno y amigo suyo, una hoja de ruta para los siguientes 20 años de exploración planetaria que tuvo una gran influencia en la NASA. Tanto es así que The New York Times publicó años después un artículo con el titular “Incluso muerto, Carl Sagan dirige el programa espacial de los Estados Unidos”. Sería divertido poder compartirlo con él también.
¿Después de la muerte de su compañero de vida y fuente mutua de inspiración, cambió de alguna manera lo que había sido su proyecto común?
Su ausencia fue terrible durante un tiempo, pero yo quería continuar su tarea, porque también era la mía y me encantaba. Yo tenía una visión de lo que podrían ser las futuras temporadas de Cosmos y había más historias de la ciencia que quería contar, y quise inspirar a otros jóvenes porque se convirtieran en científicos y científicas. Asimismo, tengo tres maravillosos hijos, todos ellos escritores. Entre ellos está Sam Sagan, que participó en la segunda y la tercera temporada de Cosmos, y ahora trabajamos juntos en otros proyectos con Brannon Braga, famoso como cocreador de la franquicia Star Trek.
¿Qué les diría a los científicos y científicas actuales que trabajan intensamente en su investigación pero de manera aislada del resto del mundo?
Bien, esta es una de las áreas en las cuales la ciencia puede mejorar: en empezar a transmitir un sentido de comunidad. Esto es algo que a la religión se le ha dado muy bien y, en cambio, a la ciencia, no. Pero tenemos que crear, pienso, una comunidad que fomente más el trabajo de jóvenes investigadores e investigadoras, y que les enseñe a comunicarse con la sociedad. La ciencia no tendría que ser un pequeño sacerdocio, una élite, un grupo minúsculo que entienda el lenguaje y metodología arcanos. La ciencia debeería ser una democracia. Compartir, compartir la ciencia. Decir: “Esto también es cosa tuya”. Hasta hace muy poco, la comunidad científica occidental estaba formada esencialmente por hombres caucásicos. Por eso escribimos la escaleta de la película Contact protagonizada por Jodie Foster y, más tarde, contacté con Neil deGrasse Tyson (astrofísico y divulgador afroamericano) para ser el narrador anfitrión de Cosmos: para cambiar estos estereotipos. Tenemos que derribar estos muros que excluyen a las personas.
¿Dirías que el conocimiento científico está llegando a la sociedad?
Desgraciadamente, la gran mayoría ve la ciencia como una colección de hechos sorprendentes, pero que hay que mantener al margen, a la vez que inconscientemente lleva consigo toda una serie de creencias que nunca han sido sometidas al mismo escrutinio que exige la ciencia. La realidad es que vivimos en un diminuto punto azul pálido y lo que tenemos que comunicar es que, si destruimos el entorno que necesitamos para prosperar, nadie vendrá a salvarnos de nosotros mismos, y que por eso es una emergencia. Que tenemos que actuar conscientemente porque los recursos no solo nos pertenecen a nosotros, sino también a la siguiente y a la siguiente y a la siguiente generación. Son las escalas de tiempo que la ciencia intenta mostrarnos.
¿Cómo crees que estamos educando en la ciencia a las próximas generaciones? ¿Les estamos mostrando la curiosidad, la capacidad de hacerse preguntas y de ver más allá?
Creo que hay puntos luminosos. Los niños son científicos natos que se preguntan “¿por qué, por qué, por qué…?”. Y pienso que en el jardín de infancia, de vez en cuando, se les tendría que permitir quedarse despiertos hasta muy tarde (cosa que les encanta), en grupitos, y mirar el cielo nocturno, enseñarles las estrellas, explicarles lo poco que sabemos sobre dónde estamos y cuándo estamos en la historia de este universo, y la posibilidad otros universos. De forma muy sencilla, muy amorosa. Para que no les dé miedo la oscuridad, para que entiendan que aquí es donde vivimos, en la Vía Láctea: “¡Mira, estás aquí!”. Después, podríamos mostrarles la emoción de unirse a generaciones de científicos y científicas, diciéndoles: “Eres un eslabón de una cadena que se remonta a un par de millones de años atrás, e incluso antes, formas parte de ella, somos una especie de investigadores que intentan averiguar dónde estamos y cuándo estamos en el universo, tenemos tantas preguntas y tan pocas respuestas, tú tienes la capacidad de ayudarnos en este camino tan largo e intrincado, únete a nosotros, es una misión mágica.”
Eso es lo que me gustaría ver, par que todos y todas se sientan en casa en este lugar, como seres críticos, seres curiosos.