El hallazgo del pecio Barceloneta I, correspondiente a un tipo de embarcación medieval del que no se ha podido encontrar ningún otro ejemplo en todo el Mediterráneo, amplifica la importancia mercantil que tenía Barcelona ya en el siglo XIII, con uno de los puertos dominantes en el comercio y la legislación marítima. Desde entonces, el puerto de Barcelona ha sido la infraestructura principal y el motor económico más importante de Cataluña.

A lo largo de la primera mitad del siglo XV, los esfuerzos por construir la primera escollera o muelle pusieron las bases para el desarrollo del puerto de Barcelona en el marco de una economía marítima en su máximo histórico. Una vez retomada la iniciativa décadas más tarde, el muelle tardomedieval se convirtió en el núcleo original del puerto de época moderna, aunque ampliado y actualizado por las reformas de finales del siglo XIX, hasta que el puerto viejo fue sustituido por el gran puerto contemporáneo del delta del Llobregat.

Del mismo modo que sus precedentes históricos, el puerto nuevo de Barcelona continúa conectando la ciudad con el mundo, aunque ahora lo hace con el volumen, la intensidad y la diversidad propios del orbe globalizado del siglo XXI.