Cuántas veces te han dicho aquello de quien quiere, puede? Pues ellos demostraron que es cierto: que querían y que, por lo tanto, pudieron: lograron organizar un Grec bastante lucido en poco menos de cinco semanas.

Nadie daba un duro por el Grec79. Las elecciones municipales, las primeras de la historia democrática, se habían celebrado el 3 de abril de 1979. Ganó el PSC (con 272.512 votos), pero tuvo que llegar a un acuerdo con PSUC, CiU y ERC para formar gobierno. El alcalde era Narcís Serra; Pasqual Maragall era su segundo; y la concejalía de Cultura se la quedó el PSUC y la lideró Rafael Pradas, quien nombró delegado a Joan-Anton Benach (ahora, crítico de teatro de La Vanguardia).

El tándem Pradas-Benach no lo dudó ni por un momento: si en 1978 no se había celebrado el Grec, ellos lo recuperarían y sería el Ayuntamiento quien se haría cargo de su organización. Organizar un Grec en menos de cinco semanas: no creo que actualmente pudiéramos encontrar en la profesión teatral y en la Administración pública gestores dispuestos a una insensatez semejante. Por suerte, hay que añadir. En circunstancias normales, la improvisación acostumbra a ser una mala consejera, escribió Benach en el libro conmemorativo del 25 aniversario del Grec.

Las condiciones no eran fáciles: ni había asignado un presupuesto para el festival en las arcas municipales, ni el Teatre Grec estaba en óptimas condiciones; y hubo que tomar decisiones complicadas: Teníamos que hacer como si el Grec y otros recintos municipales se cedieran a grupos de teatro y música a los cuales se dispensaba por decreto de pagar el canon preceptivo, recuerda Benach. Pero al final todas las piezas encajaron y el festival subió el telón el 9 de julio con una Antígona de Espriu, dirigida por Josep Maria de Sagarra y Josep Montanyès, que ya se había podido ver antes. No fue la única reposición (Antaviana, de Dagoll Dagom, Sol Solet, de Comediants; M7 Catalònia de Joglars), pero el público quedó encantado.