La conmemoración del Día de los Derechos Humanos, proclamada por Naciones Unidas el 10 de diciembre, nos invita también a destacar el valor de un cuidado digno y la necesidad de condiciones laborales justas para quienes desempeñan labores de cuidado y apoyo esenciales en nuestra sociedad.
En nuestra sociedad, las tareas de apoyo y cuidado son, en gran medida, asumidas por mujeres, tanto en el ámbito familiar como en el profesional, donde es notable la presencia de mujeres migrantes que sostienen este trabajo esencial. Sin embargo, el sector de los cuidados sigue marcado por la precariedad laboral y la falta de reconocimiento.
Para conocer mejor esta realidad, hablamos con Leire Buitrago, presidenta de la Cooperativa Mujeres Pa’lante, una entidad formada por mujeres migradas que ofrece servicios de cuidado y lucha por la mejora de las condiciones en este ámbito, especialmente para las trabajadoras del hogar y del sector de los cuidados.
- En el año 2006 se creó la Asociación Mujeres Pa’lante. Y a finales del año 2017 se creó la Cooperativa de trabajo Mujeres Pa’lante. Háblanos un poco de qué hacéis y cómo os organizáis.
La Cooperativa de trabajo Mujeres Pa’lante se creó debido al gran volumen de mujeres trabajadoras del hogar y los cuidados que llegaban a la asociación en una situación de extrema vulnerabilidad.
Trabajadoras que habían estado siempre en domicilios particulares encargándose del cuidado de mayores, niños y niñas o del mantenimiento del domicilio en general.
Estas mujeres trabajaban casi en un 100 % en la economía sumergida, no contaban con documentación en regla y eran víctimas de todo tipo de abusos y explotación laboral que podamos imaginar.
A muchas de ellas las echaban a la calle sin ningún tipo de indemnización económica y prácticamente de la noche a la mañana, personas que podían llevar 10 años trabajando de internas y por la exigencia de un trabajo de 24 horas al día, 7 días a la semana, no tenían apenas red social, no conocían sus derechos y no sabían a dónde acudir.
Ahí nos dimos cuenta de la importancia de organizarnos entre nosotras mismas en una estructura autónoma y horizontal, la importancia de no estar solas, de tener a dónde acudir, de estar siempre formadas, y saber qué puertas tocar cuando es necesario.
Eso es lo que hacemos desde la cooperativa. Tenemos dos áreas de trabajo. Por un lado, la formativa, en donde las personas se forman en el área de limpieza y desinfección, auxiliar de cocina, atención sociosanitaria y los módulos de primera acogida necesarios para la emisión del informe de arraigo social.
Además, en el ámbito laboral, contamos con un equipo de 15 compañeras que se dedican a la limpieza de espacios y con un equipo de cáterin para eventos, uno de los primeros de enfoque social en Barcelona, formado por mujeres migrantes.
Igualmente importante es la parte reivindicativa y de concienciación social que hacemos en conjunto con el resto de entidades sociales que forman la red Cura Digna, en donde nos apoyamos unas entidades a otras para poder “competir” con las grandes empresas de cuidados, explicamos la importancia de contratar los servicios de cuidados a una entidad que ponga a las personas en el centro, tanto a las personas usuarias como a las trabajadoras.
En nuestra organización, la comunicación entre quienes formamos la cooperativa es nuestra base y piedra angular. Sabemos que cada una de nosotras es absolutamente imprescindible y nos damos el valor que tenemos, buscando siempre soluciones que nos satisfagan a todas.
Nos reunimos al menos una o dos veces al año para conocer a las nuevas integrantes y recordar que ninguna está por encima de las demás: el trabajo administrativo es tan esencial para sostener la cooperativa como el trabajo directo en los domicilios o en la cocina realizando los cáterin.
- ¿Qué te ha llevado a ti a ser presidenta de una cooperativa del sector?
Llegué a vivir a Barcelona en septiembre del 2012, y en julio del 2013 comencé como voluntaria en el área de asesoría sociolaboral de la Asociación Mujeres Pa’lante… ¡y hasta hoy sigo aquí!
Creo que lo que me ha llevado a llegar hasta aquí es precisamente esa trayectoria de más de 10 años. He trabajado en prácticamente todas las áreas, tanto de la asociación como, más tarde, de la cooperativa. He estado desde el inicio en la propia “construcción” de la cooperativa y he atravesado una pandemia que casi acaba con nosotras. Esa experiencia nos obligó a reinventarnos y a explorar nuevos caminos que resultaron ser un éxito.
En la cooperativa, como he dicho antes, ser presidenta, secretaria, profesora o trabajadora es lo mismo en cuanto a responsabilidad e importancia. Yo siempre digo que soy la presidenta y, al mismo tiempo, la que barre la oficina. También soy la que hace las facturas y presupuestos, la que lleva las redes sociales y la que limpia el baño cuando Teresa no puede venir a ayudarnos. En los inicios, incluso llevaba los cáterin en mi coche cuando no teníamos estructura. Como dice mi compañera Wendy, “esto es un circo pobre”: todas hacemos de todo, y todas estamos felices de ello y dispuestas a lo que haga falta.
- El Consejo de Ministros aprobó un real decreto que regula la seguridad y la salud en el servicio doméstico. ¿Cómo valoráis la iniciativa desde vuestra cooperativa?
Cualquier ley que regule un ámbito hasta ahora tan desprotegido como el trabajo en el interior de los hogares representa un avance importante. Sin embargo, consideramos que esta normativa resulta insuficiente en algunos aspectos clave.
Por ejemplo, deja en manos del empleador la evaluación de los riesgos en el hogar, así como la formación de la trabajadora en la prevención de estos riesgos. No obstante, no se especifica de manera clara cómo se deben llevar a cabo estas evaluaciones ni la formación correspondiente. Por lo tanto, es complicado valorar la ley en su conjunto cuando de momento apenas es un marco general al que le falta mucha concreción aún.
Dicho esto, sin duda celebramos algunos avances importantes, como el compromiso de elaborar en el plazo de un año un protocolo de actuación frente a situaciones de acoso y violencia en el ámbito del servicio doméstico, así como una guía para la prevención de riesgos laborales. Además, valoramos muy positivamente la inclusión de reconocimientos médicos gratuitos, algo que puede parecer obvio pero que supone un gran paso adelante para garantizar la salud de las trabajadoras.
- ¿Qué crees necesario cambiar en el sector del trabajo del hogar y los cuidados de manera urgente?
El trabajo en el hogar es un sector que todavía necesita un gran esfuerzo de concienciación social, una tarea especialmente difícil. Durante demasiado tiempo, ha sido un ámbito feminizado, precarizado y desempeñado mayoritariamente por personas migrantes. Esto ha llevado a que muchas personas ni siquiera consideren aspectos fundamentales como la obligación de pagar la Seguridad Social o el hecho de que no se puede despedir a una trabajadora de un día para otro. Estas son prácticas que serían impensables en otros sectores laborales, pero que, cuando se trata de trabajos realizados en el interior de los hogares, como la limpieza o el refuerzo escolar, se han normalizado completamente.
Es fundamental llegar a esos hogares y hacerles entender que estas mejoras no solo benefician a las trabajadoras, sino a toda la sociedad. Con condiciones laborales justas, ganamos todas y todos.
Sin embargo, las leyes tampoco facilitan este cambio, ya que las trabajadoras del hogar siguen estando en un régimen “especial” en lugar de integrarse en el régimen general. Para superar esta limitación, siempre promovemos la contratación a través de cooperativas o asociaciones de la economía social y solidaria, como Mujeres Pa’lante o las entidades que forman parte de la red Cura Digna. Al hacerlo de esta forma, las familias contratan directamente a la entidad, que cuenta con trabajadoras especializadas en limpieza y cuidados. Esto no solo les ahorra a las familias todo el papeleo, sino que garantiza una contratación justa y asegura que las trabajadoras estén dadas de alta en el régimen general.
- Precisamente el pasado mes de octubre habéis realizado un curso de limpieza en colaboración con la Tarjeta Cuidadora, en el Espacio Barcelona Cuida, donde abordáis la prevención de riesgos laborales en el uso de productos químicos. Anteriormente también realizasteis un curso de auxiliar sociosanitario. ¿Cómo valoráis esta colaboración?
Siempre hemos tenido un apoyo total y absoluto por parte del espacio Barcelona Cuida, desde antes de que existiese la sede de la calle de Viladomat. De hecho, recuerdo ir durante la pandemia a recoger donaciones de EPI (equipos de protección individual) que nos hacían para las trabajadoras de la cooperativa, o sea que realmente desde el inicio hemos tenido un contacto superestrecho. Es una entidad que creo que todos los ayuntamientos de todas las ciudades deberían tener. ¡En este aspecto Barcelona es la envidia de muchas!
Uno de los problemas recurrentes con los que nos encontramos a la hora de organizar nuestras formaciones es el tema de los espacios. Realmente es una angustia que Barcelona Cuida nos ha ayudado a calmar dándonos todo tipo de facilidades, y el hecho de impartir un curso de atención sociosanitaria en un espacio de apoyo a cuidadoras, donde pueden informarse y asesorarse legalmente, con una línea telefónica de apoyo emocional, con un recurso tan potente como la Tarjeta Cuidadora, etc., es un absoluto lujo y lo valoramos muchísimo.
- Con la reciente conmemoración del Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo y la celebración, el 10 de diciembre, del Día de los Derechos Humanos, ¿qué mensaje crees que deberíamos destacar para seguir defendiendo los derechos de quienes cuidan?
Es muy importante conmemorar algo que TODAS las personas necesitaremos en algún momento de nuestras vidas. Los cuidados son esenciales desde la infancia, en caso de un accidente, durante una operación o enfermedad, y cuando somos mayores y dependientes. Por ello, valorar y reivindicar la figura de las cuidadoras es fundamental.
La labor de cuidados es el trabajo más feminizado y precarizado que existe. Desde que el mundo es mundo, las mujeres nos hemos dedicado a cuidar, ya sea dentro de la estructura familiar o de forma profesional y remunerada. Es increíble como, a pesar de la importancia que tienen los cuidados en todas las etapas de la vida, nunca se les ha otorgado el valor que merecen; siempre se ha dado por hecho. Por eso, debemos aprovechar todos estos días internacionales no solo para festejar, sino también para reivindicar.
El mensaje que yo destacaría es la necesidad de reivindicar y visibilizar el trabajo de cuidados como algo básico y fundamental para la sociedad. Las trabajadoras del sector deben ser reconocidas como trabajadoras fundamentales. Además, es crucial crear redes de apoyo y sistemas de cuidados que valoren, reduzcan y redistribuyan el trabajo de cuidados no remunerado.