La Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) ha publicado los indicadores de salud de este año, que presentan una mejora generalizada y un análisis de la evolución histórica en que destacan el aumento de la esperanza de vida, la reducción de la mortalidad prematura gracias a los programas de detección precoz o el incremento del número de personas con estudios superiores. También pone el foco en los nuevos retos para mejorar los problemas de salud mental y la reducción de la soledad.
Desde hace cuarenta años el informe “La salud en Barcelona” es una herramienta esencial para monitorizar el estado de salud de la ciudad. Permite identificar nuevos retos para seguir impulsando políticas para mejorar la salud y la calidad de vida de la población.
Mejora de los indicadores de salud y socioeconómicos
La esperanza de vida de la población ha aumentado en 6,6 años para las mujeres y en 7,7 para los hombres desde 1984, aunque todavía es inferior a los niveles prepandemia. La mortalidad prematura ha disminuido notablemente gracias a los programas de prevención primaria y detección precoz. Igualmente, la mortalidad infantil ha bajado de manera constante hasta estabilizarse.
Las enfermedades como el sida o la tuberculosis se han reducido notablemente. La incidencia y la mortalidad del VIH en Barcelona es muy baja y cumple los objetivos marcados por ONUSIDA. Igualmente, se observa una disminución en la incidencia de la tuberculosis tanto en hombres como en mujeres. En cambio, hay una tendencia creciente en las infecciones de transmisión sexual, con una incidencia mucho más alta en hombres. El aumento corresponde en parte a un cambio en los hábitos sexuales y a la reducción del uso de medidas preventivas como el preservativo.
En estos cuarenta años la población de la ciudad ha cambiado y ahora está formada por más personas mayores y de origen más diverso. La proporción de personas con estudios superiores ha aumentado, especialmente entre las mujeres, así en el año 2023 el 37 % de las mujeres y el 33,7 % de los hombres tenían estudios superiores o universitarios.
Por otra parte, en el ámbito laboral, en el año 2023 la tasa de empleo creció en ambos sexos y en todos los grupos de edad. En el caso de las mujeres se situó en el nivel más elevado desde que se recogen datos. Sin embargo, ellas siguen trabajando en condiciones más precarias y con una carga más elevada de trabajo no remunerado.
Menos tabaquismo y más actividad física
El tabaquismo se ha reducido en los últimos cuarenta años sobre todo en hombres. Entre las personas adolescentes, el consumo de tabaco también se ha reducido, pero, a diferencia de los adultos, es superior en las chicas. El consumo de cannabis entre adolescentes se ha reducido significativamente del 2004 al 2021.
También se detecta un aumento del consumo de alcohol de riesgo, más frecuente entre las personas más jóvenes y acentuado después de la pandemia de la COVID-19. La mortalidad por consumo de drogas ha disminuido drásticamente desde finales de los años ochenta a causa de los cambios en los patrones de consumo y gracias a los programas de reducción de daños.
La actividad física moderada o intensa ha crecido desde el 2006 en los dos sexos y en todas las clases sociales, pero es más frecuente en las clases sociales más acomodadas.
Salud ambiental y cambio climático
La contaminación del aire se ha reducido en los últimos cuarenta años gracias a las medidas de transformación urbana, la reducción y mejora de las actividades contaminantes de la ciudad y las mejoras tecnológicas en las emisiones de los vehículos de motor, además de por la reducción del uso del vehículo privado y el aumento de la movilidad activa a pie y en bicicleta.
Actualmente, contaminantes como el SO2, el plomo y el CO han disminuido significativamente y ya no representan un problema para la salud en la ciudad. Sin embargo, el NO2 y las partículas PM10 y PM2,5, aunque se han reducido en los últimos años, siguen por encima de los umbrales que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El informe señala también los efectos del cambio climático con olas de calor que se asocian con un exceso de mortalidad, sobre todo entre las personas más vulnerables.
La salud mental y la soledad: nuevos retos
En los últimos años, sobre todo a partir de la pandemia de la COVID-19, ha aumentado la incidencia de mala salud mental, sobre todo entre las mujeres y las personas más jóvenes. Esta evidencia ha situado la salud mental como prioridad en las políticas de salud.
Y otro indicador que hay que tener presente es la prevalencia de la soledad, que aumenta el riesgo de ciertas enfermedades y de los problemas de salud mental. En Barcelona casi el 10 % de la población de más de 15 años declara sentirse a menudo sola, especialmente las mujeres y las personas más jóvenes, con un aumento también a partir de los 75 años. Por otra parte, se observa que este sentimiento de soledad es más frecuente en los grupos de personas de nivel socioeconómico más desfavorecido.