El suicidio es la causa de muerte natural más común en España. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, cada día mueren 10 personas por suicidio en España. Con motivo del Día Internacional de Prevención del Suicidio conversamos con Clara Rubio, presidenta y confundador de la Asociación Catalana para la Prevención del Suicidio.
¿Cuál es la tarea que desarrolla desde la Asociación Catalana para la Prevención del Suicidio?
La asociación nació el 2012 pero desde hace 5 años nos centramos en dos objetivos. Por un lado, tenemos el objetivo de concienciación, es decir, que la sociedad conozca la muerte por suicidio y poder hacer desaparecer los tabúes que hay alrededor de esta muerte. Esto es muy importante porque romper con el tabú nos permite hablar de la problemática cuando nos encontramos con un caso de riesgo. Mientras exista el tabú, la prevención y el acompañamiento que hacemos a los personas siempre será más complicado porque el entorno no entenderá que puede ser una situación que les afecte de manera directa.
Por otra parte, una vez por semana atendemos en Barcelona Cuida a familiares y amigos de personas en riesgo. Esta especialización que hemos cogido con los años nos ha dado la posibilidad de acercarnos a un colectivo especialmente desatendido. La persona que tiene una pareja, hijo, padre o amigo que ha hecho tentativa o está verbalizando una posible conducta suicida no tiene un espacio de confianza donde poder pedir más recursos especializados.
El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España. ¿Por qué no hablamos de suicidio?
Tenemos una herencia católica muy fuerte que nos ha filtrado, castigado y juzgado este tipo de muerte. En nuestro subconsciente y en nuestra herencia cultural, la culpa y la responsabilidad de la muerte por suicidio está muy presente en la sociedad de cara al entorno. Cuando una persona comete una muerte por suicidio o hace una tentativa la culpa recae en el entorno y por eso hay tantas limitaciones para hablar de manera abierta y natural. Otro motivo es el desconocimiento de la problemática. Nosotros queremos romperla y dar a conocer que es algo totalmente multifactorial, que no recae en la responsabilidad de una sola persona de tu entorno y que depende de diferentes factores de riesgo. Hay que estar preparados para afrontarlo, buscar ayuda profesional y salir de la situación.
¿Cómo afecta este tabú en la gestión emocional de los familiares de personas que se han suicidado?
Tiene afectaciones muy importantes para los familiares. Si yo convivo con una persona que está en riesgo, es complicado de gestionar emocionalmente porque este tabú es precisamente lo que no me permite hablar de forma abierta y clara sobre la situación. Los familiares y amigos no saben con quién hablar y eso les afecta a la hora de encontrar soluciones y herramientas para superar la situación. Otro momento complicado es en el momento del duelo. La culpa y el tabú hace que se tape y no se acepte la causa de la muerte por no ser señalado como un posible responsable.
Muchas veces asociamos el suicidio a personas que «no eran lo suficientemente fuertes» o «no era lo suficientemente valiente». ¿Qué implica a nivel social reproducir este tipo de estereotipos?
Este es uno de los mitos más asociados al suicidio: la persona que ha muerto por suicidio no es lo suficientemente valiente para afrontar la vida o tiene un nivel económico determinado o tiene problemas muy graves. Pero no podemos olvidar que el suicidio es multicausal y que el bienestar económico o social no es exclusivamente lo que puede llevar a una persona a tomar esta decisión.
Es cierto que hay determinadas tendencias. Los estudios indican que hay más hombres que mueren por suicidio, que hay más personas mayores de 45 años que mueren por suicidio o que el 90% de los casos existe una enfermedad mental grave diagnosticada. Hay factores que nos permiten anticipar y trabajar la muerte por suicidio pero no podemos limitarlo a un efecto específico. Debemos tener mucha empatía con las personas que cometen suicidio o que tienen conductas suicidas porque pueden estar en nuestro entorno, nuestra familia, amistades o compañeros de trabajo.
¿Coómo se puede prevenir un suicidio? ¿Qué puedo hacer para ayudar a alguien en situación de riesgo?
Existen planes de prevención de suicidio a nivel nacional, local, a los centros de salud… pero a nivel micro y como personas individuales también hay muchas maneras de prevenir el suicidio. Para empezar, el hecho de normalizarlo y hablar abiertamente es fundamental. Si no podemos hablarlo no podemos facilitar recursos ni ayuda profesional.
Si vivimos de una manera directa y cercana una conducta suicida, lo que tenemos que hacer es una derivación correcta y asegurarnos de que la persona está dentro del circuito de salud mental. A partir de ahí, poder ser una persona de proximidad y referencia sin juzgar, escuchar de forma abierta y acompañarla en este proceso; más allá de su terapeuta o de otras medidas.
¿Cuáles son las señales de alarma más habituales en las que debemos estar atentos ante un posible caso de suicidio?
Las señales de alarma variarán mucho en función de cada persona pero hay algunas más comunes. Básicamente, pueden ser verbales o no verbales. Las verbales están relacionadas con, evidentemente, la verbalización de la desesperanza, de la pérdida de ilusión por el futuro, la falta de ganas de vivir … O si la persona está pensando en cerrar procesos o despedirse. Sobre las no verbales, estarían los cambios de comportamiento, cambios de humor no esperados, consumo excesivo de sustancias … hay muchos componentes distintos. En cualquier caso, hay que trasladar la importancia que 9 de cada 10 personas que hacen una tentativa han dado una señal de alarma o indicador que anticipaba su acción. Así que tenemos que estar muy atentos a estas señales de alarma.
Si conoce alguna persona en riesgo puede dirigirse a la asociación a través del correo eletrónico o del whatsapp.