Núria López-Bigas: "En nuestra investigación, nos aseguramos de no generar ningún sesgo de género"
Entrevista de Claudia Fernández-Arévalo Llop para Barcelona Ciencia y Universidades y Núvol.
La doctora Núria López-Bigas, investigadora ICREA del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB Barcelona), es pionera en el desarrollo de aproximaciones bioinformáticas y de biología computacional para identificar mutaciones de DNA responsables de la formación y desarrollo de tumores cancerosos. Bióloga con un doctorado en genética molecular de la sordera, López-Bigas realizó una transición hacia la bioinformática durante su postdoctorado en el European Bioinformatics Institute (EBI). Desde 2006, lidera un grupo de investigación en Barcelona con un enfoque genómico en el estudio del cáncer, utilizando la bioinformática como herramienta principal. Su excepcional trabajo fue reconocido el pasado 2023 con el premio Fundación Lilly a la Investigación Biomédica Preclínica.
Me gustaría empezar preguntándote sobre tu trayectoria; es decir, ¿qué te ha llevado hasta aquí, qué es lo que te inspiró para dedicarte a la ciencia?
Cuando era pequeña no tenía ningún referente en la ciencia, pero en COU empezó a gustarme mucho la biología, y por eso decidí hacer esta carrera. Al principio de mi formación, no tenía claro hacia dónde dirigirme ni qué especialización me llamaba más la atención, pero poco a poco fui descubriendo el mundo de la investigación. En tercero de carrera me interesé de verdad, y ya decidí que era el camino que quería seguir. Desde entonces, me sumergí progresivamente en este mundo, avanzando en el doctorado y hasta llegar a este punto de mi camino profesional.
El pasado 2023 recibiste el premio Fundación Lilly de Investigación Biomédica Preclínica, que es todo un reconocimiento.
Todos los reconocimientos se agradecen mucho cuando se investiga. En la rutina diaria, el trabajo es constante e impulsado por la necesidad de avanzar en la búsqueda de respuestas a preguntas específicas. No se hace con el fin de conseguir reconocimientos; éste no es el objetivo. Cuando existe un reconocimiento social en nuestro trabajo, como en el caso de este premio, nos hace mucha ilusión y nos genera una gran satisfacción. Aunque el premio lleva mi nombre, yo lo veo como un reconocimiento colectivo del trabajo realizado por mi grupo de investigación, porque yo nunca hago nada sola. Es un testigo de la dedicación conjunta de nuestro equipo.
Desde 2006, lideras un grupo de investigación en Barcelona centrado en el estudio del cáncer desde una perspectiva genómica, utilizando la bioinformática. ¿Cómo puede la bioinformática ayudar a entender los mecanismos que conducen al desarrollo de un cáncer?
La bioinformática juega un papel fundamental en el estudio del cáncer desde una perspectiva genómica. Cuando analizamos el genoma de los tumores, la cantidad de datos es muy grande y el cuello de botella se encuentra en el análisis de estos datos. La secuenciación del genoma es relativamente sencilla, porque se realiza de forma automatizada por máquinas especializadas. Ahora bien, el análisis del genoma de un tumor genera gran cantidad de información, relativa a su desarrollo, las mutaciones genéticas presentes, los agentes mutacionales involucrados (como la luz ultravioleta o el tabaco), o incluso las quimioterapias que pueden inducir mutaciones en el ADN. Esta riqueza de información requiere un análisis minucioso, y aquí es donde la bioinformática es fundamental: nos permite tener una comprensión más profunda del desarrollo del tumor, ya que es capaz de realizar un análisis detallado y eficiente de mutaciones, procesos mutacionales y otros factores.
Hace cinco años, en 2019, también te entrevistamos desde Núvol para un artículo titulado “25 científicas que debes conocer”. En esa entrevista, nos hablaste sobre el desarrollo de herramientas bioinformáticas, y destacaste IntOGen y CancerGenomeInterpreter como las más relevantes. ¿Cómo han evolucionado estos proyectos en los últimos cinco años?
En cuanto a IntOGen, desde entonces hemos realizado dos actualizaciones muy importantes de la base de datos. Para ponernos en contexto, con IntOGen hacemos un compendio de genes cancerosos de 70 tipos de cánceres distintos. Esto lo obtenemos a partir del análisis de miles de genomas. Con las dos últimas actualizaciones, hemos incorporado más datos de tumores y mejorado algunos aspectos del análisis; por tanto, el compendio de genes es más completo.
¿Habéis podido compartir estos avances con alguna publicación?
En 2020 publicamos un artículo importante que fue muy citado, donde explicamos en detalle los resultados obtenidos con la última actualización de IntOGen. En el artículo exponemos todo lo que nos aporta poder ver de una manera más sistemática qué genes causan cáncer y en qué tejidos.
¿Y cómo ha evolucionado el CancerGenomeInterpreter?
En el caso de CancerGenomeInterpreter también estamos avanzando mucho porque hemos iniciado un proyecto llamado CGI Clínics. Nosotros lo coordinamos, pero colaboramos con varios hospitales de Europa con el objetivo de implementar esta herramienta en la práctica clínica. El proyecto tiene una duración de cinco años, y actualmente hemos terminado el primero. ¡Será interesante ver cómo evoluciona en los próximos cinco años, así que si me volvéis a entrevistar dentro de cinco años os lo podré contar!
¿Cómo se relaciona todo esto con la medicina de precisión?
Cada vez más, se utiliza información del genoma del tumor para determinar el tratamiento más apropiado para los pacientes. Interpretar esta información es complejo, puesto que se generan una gran cantidad de datos; por tanto, son necesarias herramientas informáticas que permitan integrar mucha información e interpretar el significado de las variantes. Esto, a su vez, facilita la evaluación de los tratamientos más adecuados para un paciente en particular.
Nuestra contribución con los datos generados a partir del análisis de miles de tumores es sistematizar la información y analizarla con herramientas computacionales para proporcionar una interpretación estructurada. A través de este análisis sistematizado, buscamos ofrecer información útil que pueda servir a los profesionales de la salud a la hora de tomar decisiones clínicas informadas. Este enfoque permite que la riqueza de datos genómicos se convierta en un recurso que beneficia directamente a los pacientes, ya que facilita la elección del tratamiento más adecuado para cada tumor.
¿Cómo se trata la perspectiva de género en los estudios o proyectos que llevas a cabo con tu grupo?
Es fundamental tener en cuenta que en nuestra investigación siempre trabajamos con datos de pacientes, tanto hombres como mujeres. Reconocemos la importancia de considerar esta perspectiva de género, puesto que algunos tipos de cáncer son mayoritariamente diagnosticados en mujeres, como el cáncer de mama, o en hombres, como el cáncer de próstata.
¿Tenéis forma de evitar el sesgo de género?
En nuestra investigación, nos aseguramos de no generar sesgo alguno en los resultados, ni hacia un lado ni hacia el otro. Actualmente, estamos realizando estudios específicos en los que analizamos los tumores de hombres y mujeres de forma separada. Este enfoque surge del hecho de reconocer que puede haber diferencias en la incidencia de algunos tipos de cáncer que, a pesar de ser comunes en hombres y mujeres, pueden presentar variaciones.
¿Podrías darnos un ejemplo?
Por ejemplo, en el caso del cáncer de vejiga, observamos que tiene una mayor incidencia en hombres. Profundizar en este nivel de detalle nos permite entender mejor las particularidades de cada cáncer y mejorar la comprensión de los factores de riesgo y los mecanismos subyacentes.
Según varios estudios y datos, en España, 5 de cada 10 estudiantes de doctorado son mujeres, lo que supone paridad en este ámbito. Sin embargo, sólo 2 de cada 10 puestos de dirección científica están ocupados por mujeres. ¿Crees que la mujer está bien representada en el mundo de la ciencia?
Efectivamente, lo que explicas se conoce como la “gráfica de la tijera”, reflejando las disparidades de género que se producen en diversas etapas de la carrera científica y académica. Esta tendencia se observa en muchas disciplinas, incluyendo biología. En esta gráfica, de hecho, se puede observar que en carreras como biología hay más estudiantes mujeres que hombres. Y que más o menos la mitad de estudiantes de doctorado son mujeres y la otra mitad varones. Sin embargo, a medida que avanzamos en las etapas de la carrera científica, se observan notables diferencias y las proporciones se cruzan, hay más hombres que mujeres. Especialmente en posiciones de liderazgo como jefes de grupo, catedráticos o directores de instituciones académicas.
¿Y por qué se produce ese desequilibrio?
Aunque se esperaba que con el tiempo estas desigualdades se corrigieran con el aumento de la participación de las mujeres en la ciencia, la realidad ha demostrado que existen otros factores más complejos en juego. Cuestiones como estereotipos de género, prejuicios, expectativas sociales y dificultades relacionadas con la conciliación familiar y profesional son factores que contribuyen a esta brecha persistente. Es decir, que no es cuestión de que más mujeres estudien ciencias, sino que la clave está en otros temas más complicados. Es necesario fomentar un entorno más inclusivo y equitativo para todas las personas que se dedican a la ciencia, independientemente del género.
¿Qué acciones crees que podrían fomentar la presencia de las mujeres en posiciones directivas en el mundo de la investigación?
Desde mi punto de vista creo que existen dos factores principales. Lo primero es la maternidad. Esta etapa coincide a menudo con momentos clave de la trayectoria de una científica como la finalización del doctorado, la etapa postdoctoral o el inicio de una línea de investigación independiente. Creo que es esencial tener en cuenta que la maternidad es un período relativamente corto en la vida profesional de una científica o de cualquier mujer, y es un período que debe protegerse, ya que es fundamental que, como madres, tengamos el espacio para ejercer la maternidad correctamente sin que esto afecte a nuestro futuro profesional. Es necesario proteger este tiempo y evitar que las mujeres caigan del sistema para que durante un año se dediquen más directamente a ser madres.
Es importante garantizar que las mujeres tengan el espacio y apoyo necesarios para ejercer la maternidad correctamente sin que ello limite sus perspectivas profesionales. Este primer factor es relativamente fácil de resolver con ciertas regulaciones, pero el segundo es algo más complicado, es lo que llamamos sesgo inconsciente.
¿Qué es el sesgo inconsciente?
Éste ya es un tema más complejo porque, aunque intentamos hacernos conscientes, tenemos muy arraigada la manera en que percibimos la capacidad de hombres y mujeres de dirigir un grupo de investigación o de dirigir una empresa, por ejemplo. Este sesgo está profundamente arraigado en nuestra percepción y puede manifestarse en pequeñas cosas cotidianas, como los libros de texto que usábamos en la escuela o los modelos que vemos en televisión. Y, al final, es un aspecto crucial que puede influir significativamente en las decisiones relacionadas con el liderazgo y oportunidades profesionales.
Pienso que es fundamental hacer pausas reflexivas, entender esta problemática y hacernos conscientes de este sesgo antes de tomar una decisión a la hora de contratar o designar a alguien para un rol directivo, por ejemplo. Nosotros por ejemplo, intentamos tenerlo presente cuando hacemos entrevistas para escoger a nuevos jefes de grupo en el IRB. La conciencia de este fenómeno es el primer paso para contrarrestarlo, y esta práctica puede contribuir a la toma de decisiones más justa y equitativa.
Es importante que esta conciencia se promueva más ampliamente en la sociedad y en los ámbitos profesionales. La formación, sensibilización y promoción de una cultura que valore las aportaciones de todos, independientemente del género, son elementos clave para superar este sesgo y fomentar entornos más igualitarios.
¿Existe alguna experiencia personal o reto que hayas afrontado como mujer en el campo científico? ¿Cómo lo superaste?
Bien, estas cosas muchas veces cuestan de identificar, en ese momento no es fácil decir: “Eso me pasa porque soy mujer”. Sin embargo, es cierto que cuando miro atrás y empiezo a reflexionar sobre ello, me doy cuenta de muchas cosas que probablemente han surgido a causa de ser una mujer.
La situación más clara que se me ocurre es una vez en la que incorporamos al equipo a una persona de otro país. Desarrollábamos un proyecto sobre un tema en el que mi laboratorio y yo somos expertos, y él tenía menos conocimientos. Le explicamos lo que hacíamos, y le enviamos el artículo en el que estábamos trabajando. Entonces, me dijo que debería revisarlo otro científico amigo suyo que también era experto en el tema, como si no se fiara del todo.
Si yo hubiera sido un señor científico, estoy segura de que no habría propuesto que lo revisara otro señor científico. Este caso fue una situación bastante clara de lo que llamamos mansplaining, pero hay otras muchas que son muy sutiles y que, cuando se suman, te hacen pensar que algunas cosas serían diferentes si fueras hombre.
Por último, ¿qué consejo darías a las mujeres jóvenes que aspiran a ser futuras científicas?
¡Pues les diría que es una carrera muy bonita! Primero es necesario ver si te gusta, ya que es una carrera muy larga. Yo siempre recomiendo disfrutar de cada momento: del máster, del doctorado, del postdoctorado… No se puede realizar un doctorado sólo porque después vendrá algo que te gustará. Son cuatro años, es muy largo, y es muy importante aprovechar cada etapa: no se sabe lo que vendrá más tarde. Ahora bien, si disfrutas de la investigación, te gusta la biología y tienes ganas de aprender continuamente, es una carrera fascinante y muy estimulante.