Arroz de pollo de raza Prat con calabaza y romesco de avellanas de Reus
Receta sostenible
Ingredientes
- 80 g de arroz del delta variedad Sénia
- 100 g de calabaza violín
- 1 cebolla de Figueres
- 1 l de caldo de pollo
- 1 tomate maduro
- 4 dientes de ajo
- 6 cl de aceite de oliva virgen
- 500 g de pollo de raza Prat, cortado pequeño
- 1 g de sal
- 30 g de avellanas de Reus
- 2 cl de vinagre de jerez
Elaboración:
Para el romesco de avellanas:
- Escalivar media cebolla, dos dientes de ajo y el tomate, al horno, con un chorro de aceite, a fuego vivo, hasta que estén cocidos y hayan cogido color. En el vaso de la batidora, poner las avellanas tostadas, sal, el vinagre de jerez, las verduras escalivadas peladas y un buen chorro de aceite de oliva y triturarlo todo hasta que quede un romesco bien fino.
Para el arroz
- Poner un poco de aceite en una paella de hierro y dorar el pollo, previamente salpimentado, hasta que coja color. Incorporar la cebolla cortada a dados y el ajo, y dorarlo todo junto.
- Acto seguido, cubrir con agua y cocer 45 minutos a fuego lento y tapado, hasta que el pollo esté tierno y el agua se haya evaporado.
- Añadir el arroz y darle unas vueltas a fuego lento. Añadir la calabaza cortada a dados y alguna verdura de temporada al gusto, como alcachofas. Incorporar el caldo y rectificar de sal. Acabar la cocción al horno, 12 minutos, a 220 ºC.
- Sacar la paella del horno, probarlo para comprobar el punto y decorarlo con unos puntos de romesco de avellanas.
La proporción de caldo para hacer un arroz seco es de una parte de arroz por cuatro de caldo.
Ingredientes
- 80 g de arroz del delta variedad Sénia
- 100 g de calabaza violín
- 1 cebolla de Figueres
- 1 l de caldo de pollo
- 1 tomate maduro
- 4 dientes de ajo
- 6 cl de aceite de oliva virgen
- 500 g de pollo de raza Prat, cortado pequeño
- 1 g de sal
- 30 g de avellanas de Reus
- 2 cl de vinagre de jerez
Un sistema alimentario sostenible crea prosperidad, promueve la justicia social, preserva y regenera los recursos naturales y los ecosistemas y salvaguarda la capacidad de las generaciones futuras de alimentarse de forma sostenible. La alimentación sostenible es buena para las personas, buena para los territorios y buena para el planeta.
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