Una oportunidad de cambio
No es casualidad que la pandemia haya azotado especialmente a las grandes ciudades como Barcelona. Abierta al mundo, su capacidad de atracción y conectividad la han hecho más frágil. Debemos aprovechar esta oportunidad para repensar la ciudad y construir alternativas.
Siempre se ha dicho que el futuro no está escrito, que depende de nosotros y de las decisiones que tomamos en el presente. Hay momento excepcionales e inesperados que tienen la virtud de aportar perspectiva al debate sobre qué debemos hacer. La crisis del coronavirus es uno de estos momentos. De pronto hemos visto que no tenemos por qué vivir en una ciudad que se ahoga entre humos y que podemos organizar la vida de una forma menos estresante en un entorno más silencioso y más amable. Hemos descubierto la importancia de los vínculos sociales y que precisamente los trabajos menos valorados y remunerados, los que se dedican al cuidado de las personas y de los bienes comunes, son los más imprescindibles. Y hemos aprendido que la protección de cada uno depende de lo que hacen los demás, que todos somos responsables de la salud de todos.
No es casualidad que la pandemia haya azotado especialmente a las grandes ciudades como Barcelona. Abierta al mundo, su capacidad de atracción y conectividad la han hecho más frágil. La crisis afecta especialmente a los barrios y a las familias socialmente más vulnerables y ha puesto en evidencia las enormes carencias del modelo actual de atención a las personas mayores. Revisarlo de arriba abajo deberá ser ahora una prioridad máxima.
El virus sigue aquí, y puede que todavía tardemos a tenerlo bajo control. Todos los expertos vaticinan que esta no será la última pandemia y tal vez tampoco la peor. Deberemos aprender a convivir con la incertidumbre y aprovechar esta experiencia traumática para corregir carencias y hacer cambios profundos. Por ejemplo, reducir la movilidad forzada. Si hemos sido capaces de tomar decisiones tan duras como detener la economía para evitar contagios y salvar vidas, debemos ser capaces de evitar que tanta gente siga enfermando y muriendo a causa de la contaminación. Estas también son muertes evitables. Debemos aprovechar esta oportunidad para repensar la ciudad y construir alternativas que nos permitan avanzar hacia un modelo de gestión del tiempo y del espacio más sostenible y socialmente más justo.
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