Los litorales se hunden

Vista de la playa de Sant Miquel con el hotel W Barcelona al fondo. © Imatges Barcelona / Clara Soler Chopo

Imaginemos la ciudad de Nueva York sin la Estatua de la Libertad, Copenhague sin La Sirenita, Guangzhou sin la Torre de Cantón, la plaza de San Marcos de Venecia desaparecida, la isla de Pascua sin los 900 moáis o Barcelona sin la playa de Sant Sebastià. Esto no es ciencia ficción: son escenarios posibles debidos a la subida del nivel del mar y de las condiciones climáticas extremas.

A finales del pasado año, la organización independiente Climate Central, formada por científicos y organizaciones ambientales, creó un mapa interactivo[1] que detalla las áreas del planeta que se hallan en riesgo de quedar sumergidas bajo las aguas. Tokio, Nueva York, Yakarta, Londres, Lisboa, Sídney, Punta Cana y hasta 36 ciudades del mundo se verán especialmente afectadas, y 226 millones de personas corren el riesgo de tener que desplazarse o perder su fuente de subsistencia en las zonas costeras.

En cuanto al litoral de Cataluña, se encuentra en una situación límite, y la fisonomía de la costa (reducción de playas, desaparición de dunas, degradación y pérdida de hábitats) ya se ha ido transformando en los últimos años.

La comunidad científica concuerda con que la subida del nivel del mar es inevitable. Las diferencias radican en los posibles escenarios. Hace poco más de un año, un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas estimaba que, en los próximos dos mil años, el nivel medio del agua de los mares aumentará entre dos y tres metros si el calentamiento global se limita a 1,5 grados. En caso de que sean 2 más, la subida alcanzaría los seis metros. El documento, que sintetiza los estudios que ha llevado a cabo el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático entre 2015 y 2023, subraya que “los efectos del calentamiento global acelerado son inevitables en los próximos siglos o milenios y supondrán descalabros ecológicos y humanitarios”. Sin embargo, señala que “una reducción profunda, rápida y sostenida” de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero podría desacelerar el aumento del nivel del mar.

Por su parte, John Church, catedrático en el Centro de Investigación del Cambio Climático de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y experto referente internacional, afirma que los datos demuestran que el nivel del mar está subiendo tres milímetros cada año, más rápidamente de lo previsto. Si esta tendencia sigue, sin que se reduzcan las emisiones de efecto invernadero, a finales de siglo el nivel del mar habrá subido 0,9 metros. Sin embargo, si cumplimos con los objetivos del Acuerdo de París, en el año 2050 el nivel del mar posiblemente habría subido solo un poco en comparación con el actual. El Acuerdo de París (2016) estableció, por primera vez en un tratado internacional, el objetivo de mantener el incremento de la temperatura media global por debajo de los 2 grados respecto a los niveles preindustriales y de impulsar todas las acciones posibles para limitar el calentamiento global a 1,5 grados.

El litoral catalán, al límite

En diciembre de 2021, el Consejo Asesor para el Desarrollo Sostenible (CADS) de la Generalitat de Catalunya publicó el informe Un litoral al límit,[2] sobre la situación del litoral. El trabajo, coordinado por los biólogos Puri Canals y Carles Ibáñez, concluye que la costa catalana se encuentra en una situación límite. El informe, que sintetiza varios trabajos académicos, ofrece datos preocupantes. Entre otras cifras, se detalla que:

- Solo un 20% de la costa catalana dispone del espacio de acomodación suficiente para desplazarse ante la subida del nivel del mar. Desde 2017 se observa una regresión significativa de las playas en algunos sectores del litoral catalán. Badalona ha sufrido una tasa de regresión media de 9,8 m/año, y Montgat, de 7,5 m/año.

- Entre el 2002 y el 2010, las administraciones aportaron 775.000 m3/año de arena al conjunto del litoral, mayoritariamente en las playas de la costa de Barcelona. Esta política de regeneración con medios mecánicos tiene unos elevados costes económicos y ambientales y resulta insostenible a largo plazo.

- En 2035, solo un 54% de las playas actuales tendrán la anchura necesaria para proveer servicios de ocio, y un 9% estarán completamente erosionadas.

- En 2023, el número de turistas extranjeros llegados a Cataluña se situó en los 18 millones, de los cuales un 90% se alojó en municipios costeros. El cambio climático es un factor clave para el futuro del sector turístico, especialmente del turismo de sol y playa, muy condicionado tanto por la disponibilidad de playas como por las condiciones climáticas.

- El aumento del nivel del mar, los temporales marinos y las lluvias torrenciales son impactos del cambio climático que afectarán a las infraestructuras de energía, de saneamiento y de transportes, así como a las obras de protección y los puertos, dado que muchas se encuentran en zonas inundables. Así, la línea de Rodalies del Maresme, como indican algunos estudios, debería trasladarse al interior de los municipios.

El informe del CADS también recoge diez propuestas para la sostenibilidad de la costa catalana.

En los últimos años, episodios como el temporal Gloria (enero de 2020) o las borrascas Aline (octubre de 2023) y Nelson (abril de 2024) han certificado que la emergencia climática ya es una realidad en nuestro país. Entre los días 20 y el 23 de enero de 2020, el temporal Gloria llegó a registrar lluvias acumuladas de entre 200 y 500 litros/m2 en el Vallès Oriental, las comarcas de Girona y las Terres de l’Ebre. Los ríos Ter, Fluvià y Tordera se desbordaron, y habitantes del Baix Ter tuvieron que confinarse. El caudal del río Onyar a su paso por Gerona llegó al límite del desbordamiento. En el delta del Ebro, el agua penetró tres kilómetros tierra adentro y anegó 3.000 hectáreas de arrozales. También se tragó la barra del Trabucador e impidió la salida, debido al movimiento de las arenas, de los barcos de pesca del puerto de Deltebre. Las reparaciones de puertos, playas y paseos marítimos por efectos del Gloria tuvieron un coste de más de 75 millones de euros.

A mediados de octubre de 2023, la borrasca Aline afectó a toda España. En Cataluña cayeron lluvias abundantes, las olas superaron los cuatro metros y las ráfagas de viento alcanzaron los veinte metros por segundo. En tan solo un mes, las playas metropolitanas perdieron entre 20 y 40 metros de ancho y se produjo una gran reducción de su volumen. Las pérdidas más graves afectaron a las playas de las Barques de Montgat y la Nova Mar Bella de Barcelona.

En el caso de la reciente borrasca Nelson, causó estragos en la Costa Brava, especialmente en Calonge y en Sant Antoni, y en la Costa Daurada, donde Calafell y Cambrils sufrieron pérdidas considerables de arena. En cuanto a Barcelona, el alcalde Jaume Collboni explicó que las playas de la ciudad habían perdido entre un 15 y un 30% de arena. Ante los efectos de la borrasca, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico activó un plan de urgencia para proteger el litoral catalán, al que destinó 1,5 millones de euros.

Medidas de mitigación y adaptación

Ante la emergencia climática, las administraciones han empezado a reaccionar, aunque la dispersión de competencias entre la Dirección General de la Costa y el Mar del Gobierno central, la Dirección General de Costas de la Generalitat y los ayuntamientos dificulta la gestión del litoral, porque no existe un criterio unitario y consensuado: cada administración hace lo que quiere o puede. También interviene la Unión Europea, con iniciativas como el proyecto europeo IMPETUS, en el que participan siete biorregiones europeas. “Es un gran proyecto para compartir conocimientos, participativo, que está desarrollando una plataforma digital. El objetivo es determinar acciones para la adaptación de la costa catalana a los impactos del cambio climático”, explica Joana Díaz, química, socióloga e investigadora en gobernanza de Eurocat, institución que lidera el proyecto en Cataluña.

En cuanto al Ayuntamiento de Barcelona, en 2018 aprobó el Plan Clima (2018-2039), que contempla objetivos y medidas a partir de cuatro ejes estratégicos: mitigación, adaptación/resiliencia, justicia climática e impulso a la acción ciudadana. El documento señala, como retos más importantes de la ciudad en los próximos años, el aumento de temperatura, la menor disponibilidad de agua, el incremento de inundaciones y el retroceso de las playas.

Gente paseando y haciendo deporte por el paseo Marítim de Barcelona. © Imatges Barcelona / Edu Bayer Gente paseando y haciendo deporte por el paseo Marítim de Barcelona. © Imatges Barcelona / Edu Bayer

En cuanto a la Generalitat, en enero del pasado año aprobó la Estrategia Catalana de Adaptación al Cambio Climático, y dispone de una oficina técnica que desarrolla políticas tanto en la mitigación como en la adaptación a este fenómeno. Antes del verano, esta oficina presentó un informe elaborado por el Laboratorio de Ingeniería Hidráulica y Marítima de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) centrado en el Plan de puertos de Cataluña y en cómo planificar sus inversiones para hacerlos menos vulnerables a los impactos del cambio climático. El trabajo también analiza 33 paseos marítimos emblemáticos del litoral catalán y propone medidas para su adaptación.

De hecho, una de las causas que impide la llegada de arena a las playas es la construcción de puertos, que la frenan. Sin embargo, se han construido espigones que detienen el transporte longitudinal de la arena. Por otra parte, la sequía y las actividades humanas también han frenado el transporte de sedimentos por ríos y ramblas. Esto también reduce la arena que llega a las playas.

La situación límite del litoral catalán todavía no es suficientemente prioritaria en la agenda política. En Cataluña, el nivel del mar ha aumentado 10 centímetros en los últimos 30 años y las previsiones son de una subida de hasta 80 centímetros hacia finales de siglo. Las alarmas se dispararán cuando nos veamos obligados a retroceder tierra adentro infraestructuras y edificios que hoy ocupan la primera línea de costa.


[1] Coastal.climatecentral.org

[2] Informe Un litoral al límitvia.bcn/9C0b50SxLue

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