La plaza de los Àngels: el futuro de una “plaza dura” en el Raval de hoy
- Visiones urbanas
- Jul 24
- 11 mins
La ampliación del MACBA y el traslado del CAP Raval Nord a la antigua iglesia de la Misericòrdia llegan de la mano de un rediseño de la plaza de los Àngels que todavía no está definido del todo. El consistorio ha mostrado propuestas preliminares para incorporar más verde y atraer usos vecinales para diluir la hegemonía skater. El debate urbanístico se superpone con una reflexión más profunda y compleja sobre la función de esta “plaza dura” en la Ciutat Vella actual.
Pocos lugares sintetizan tanto las tensiones latentes de Barcelona como la plaza de los Àngels. Está a punto de iniciar un nuevo capítulo y lo hará, una vez más, a través de la arquitectura y con mucho debate. ¡Lo lleva en el ADN!
La plaza nació en 1995 a remolque de la macrooperación municipal para “ahuecar” Ciutat Vella. Una intervención con raíces en los años ochenta, cuando Oscar Tusquets y Lluís Clotet dibujaron, en su innovador plan Del Liceu al Seminari, las potencialidades de un itinerario paseable dentro de la trama antigua. Pero la fisonomía que finalmente ha tenido la plaza tiene mucho que ver con la elección de una arquitectura icónica para el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA). Richard Meier ideó un edificio tan carismático que ha moldeado todo su entorno. Incluso ha generado el apodo de “la plaza del MACBA”. Patinadores de todo el mundo se la han apropiado y es de visita obligada para los turistas. El conjunto se ha convertido en símbolo —y caricatura— de una determinada visión de Barcelona como ciudad cosmopolita y contemporánea. En paralelo, los vecinos no han encontrado en ella un espacio realmente útil para el día a día. Critican la difícil convivencia entre los usuarios, el ruido y el incivismo.
Por si esto no fuera suficiente, en la última década se ha sumado un pulso durísimo entre el museo y el CAP Raval Nord, constreñido en un edificio catalogado de los años treinta. Ambos ambicionaban ampliarse en el único gran edificio vacío en la zona, la antigua capilla de la Misericòrdia: una rivalidad cargada de lecturas políticas, de suma cero y muy mediática. El resultado es la reinvención de la plaza de los Àngels, nuevamente arrastrada por las pulsiones que genera. El MACBA se comerá un trozo de espacio público, el más cercano al Convent dels Àngels, mientras que el ambulatorio transformará la iglesia en desuso que “acordona” la plaza por el lateral de Montalegre.
Tres obras en una
El pasado 4 de marzo, el Gobierno municipal, encabezado por Jaume Collboni (PSC), anunciaba la nueva etapa y la calendarizaba. Este 2024 empezarán las obras de las dos nuevas piezas. El nuevo CAP, en junio. Tendrá 2.500 m2 y debería abrir el primer trimestre de 2026. El anexo del MACBA ha recibido luz verde inicial este mes de mayo, para poder licitar e iniciar obras en noviembre. En enero de 2027 estaría terminado, con 2.110 m² para nuevas salas y 349 m² para una terraza-mirador de acceso libre. Ambos hitos tienen presupuestos notorios: 16,3 y 13,85 millones de euros, respectivamente. A remolque, el Ayuntamiento quiere repensar el zócalo del edificio Meier, de unos 1.100 m2. Explora fórmulas para incorporar vegetación y arbolado, a través de parterres, porque el subsuelo está ocupado por un aparcamiento. Pese a que no hace referencia explícita a los skaters, el alcalde dejó claro que el objetivo era impedir usos monopolísticos.
Los vecinos han llevado ante los tribunales el trámite urbanístico, y ahora la judicialización abre la puerta a giros de guión insospechados, como ha sucedido con la Supermanzana.
En menos de 24 horas, la plataforma “No a la ampliación del MACBA” denunciaba en un comunicado la pérdida de espacio público y la atribuía a “presiones de los lobbies y de la burguesía”, en referencia a la titularidad privada de muchas obras del museo. Los propios vecinos llevaron ante los tribunales el trámite urbanístico que permite la construcción, aprobado en el pleno por unanimidad en 2020. La judicialización abre la puerta a giros de guión insospechados, como ha sucedido con las recientes sentencias contra la Supermanzana. El colectivo skater, a falta de asociaciones o portavoces claros, oscila entre la crítica y la indiferencia. Cuando se les acercan periodistas y se lo preguntan, los más asiduos de la plaza replican que ellos también son una riqueza y que no hacen daño a nadie.
¿Cómo se debe reformar la plaza?
Cuatro arquitectos con gran trayectoria en la ciudad analizan para este reportaje la reforma anunciada. Ignacio Paricio restauró el Convent dels Àngels en 1984 con Lluís Clotet y Carles Díaz. Aquel proyecto incluía un jardín que no se llevó a cabo, en el terreno a cota más baja donde ahora se realizará el anexo del MACBA. “Era una forma de proteger el ábside del incivismo y evitar que se convirtiera en un urinario”, rememora. Sentencia que “la plaza dura fue una imposición de Richard Meier, que convenció a Pasqual Maragall. Quería conquistar hasta el último rincón del pavimento, que es como un podio para contemplar el edificio”.
Le hubiera gustado que la plaza tuviera “un trato más relajado y fuera un oasis de paz” para el barrio. “Ahora se usa para deportes agresivos en vez de para la satisfacción pública”, lamenta. Ha echado en falta, por ejemplo, sombra para resguardarse del sol estival. También ve “olvidada” la conexión con la plaza de Joan Coromines, a través de un paso en la planta baja del museo: “Era importante para mantener el recorrido peatonal del plan Del Liceu al Seminari”. El plan de Tusquets y Clotet, dice, fue “visionario”, porque anticipaba la importancia de los desplazamientos a pie y del verde urbano. Aunque el anexo “ocultará la fachada medieval” que rehabilitaron, confía en que sus autores, Harquitectes, “lo harán muy bien”.
El decano del Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC), Guim Costa, vive en el barrio Gòtic desde hace 25 años y le encanta la plaza de los Àngels: “Qué gozada, ¡tanto atractivo internacional!”. Sin embargo, asume que “se ha roto un poco la armonía” y que la cruza “rápidamente” porque tiene sensación de “estorbar”. Por eso ve “loable” que el Ayuntamiento aproveche la ocasión para “revisar todo el entorno” con el fin de “racionalizar su uso” y que “los vecinos no pierdan” con la operación. Ve con buenos ojos la propuesta arquitectónica —“El MACBA crecerá bien”— y asegura, satisfecho, que el consistorio ha compartido sus propuestas con el despacho de Meier. “Los edificios tienen autoría y es muy importante ir a buscarla cuando quieres realizar modificaciones”, señala.
Para Jaume Carné, presidente de la Agrupación de Arquitectos Sénior, no es necesario reformar la plaza. Es vecino del Raval y los patinadores nunca le han molestado. Es más, dice que llevará a su nieta “sin ninguna inquietud” para enseñarle a montar en bicicleta. “Si quieren un cambio de usos deben decirlo y hacerlo, ¡no poner obstáculos y macetas que estropeen la visión de las fachadas!”, exclama. “Cambiar el espíritu de una plaza dura es muy difícil, necesitas vegetación de una envergadura que no podrás poner y te quedará una intervención a medias”, vaticina. En cambio, señala la plaza de Terenci Moix, conocida como la pista de baloncesto de la calle de Valldonzella: “Que arreglen esa, que está desangelada y a la intemperie, y dejen la de los Àngels despejada”. Como usuario del CAP Raval Nord, le gustaría que el actual edificio racionalista mantuviera el uso sanitario, “al igual que el CUAP Peracamps tiene dos sedes en Drassanes”. Si no, lo destinaría a oficinas y salas para el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB).
Pere Cabrera dirigió el Área de Rehabilitación Integrada de Ciutat Vella (1985), que desarrollaba los planes especiales del Raval, la Barceloneta y el casco antiguo. Conoce muy bien, por tanto, la génesis de la plaza. “Con lo que cuesta obtenerlo, perder espacio público siempre es mal asunto, pero en Ciutat Vella hay que poner muchas cosas en la balanza”, reflexiona. “En la medida en que se introduzcan obstáculos, los skaters se irán y los vecinos ganarán metros de espacio público, aunque los pierdan para el MACBA”, analiza. No ve imposible situar arbolado: “Los técnicos ya estudiarán qué grueso de tierra es necesario, la progresión en este campo ha sido notable”. Eso sí, avisa de que tanto la plaza de los Àngels como la Misericòrdia “forman parte de conjuntos” que deben mantener una coherencia. El futuro ambulatorio pertenece a un recinto donde también se encuentra el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) o un patio de naranjos, que “deben poder interaccionar”. También llama la atención sobre la plaza de Terenci Moix y el antiguo dispensario antituberculoso del GATCPAC: “Es primordial para la arquitectura de Barcelona, pero su entorno está pendiente de rematar”.
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