Hacia la soberanía alimentaria

Como asegura Vandana Shiva, la salud del planeta y la nuestra son inseparables. Si dañamos al planeta, nos estamos haciendo daño a nosotros mismos. El sistema agroalimentario ha desarrollado mecanismos de producción de alimentos que podrían satisfacer las necesidades de toda la población, pero no es así. En las condiciones en que opera, es incapaz de garantizar una dieta equilibrada y saludable para todos y se ha convertido en un factor de inseguridad alimentaria con graves consecuencias para la salud pública, la biodiversidad y el equilibrio ecológico. La deforestación asociada a la agricultura y la ganadería intensivas, la proliferación de sistemas de pesca depredadores y la degradación de las tierras cultivables para la extensión de los monocultivos generan desequilibrios que ponen en peligro la propia capacidad de producir alimentos. Si no ponemos remedio a esta situación, las próximas generaciones sufrirán las consecuencias.

La supeditación de la producción alimentaria a criterios de optimización mercantil ha generado una realidad paradójica: mientras que en las sociedades más ricas se desperdicia hasta un tercio de los alimentos que se producen, millones de personas pasan hambre o sufren diferentes formas de malnutrición. En las sociedades industriales avanzadas coexisten la sobreabundancia alimentaria con graves desigualdades en el acceso a los alimentos, por lo que una parte significativa de la población sufre carencias y desequilibrios nutricionales que afectan a su salud. La silenciosa epidemia de obesidad que se extiende por el mundo es la principal consecuencia, aunque no la única.

Tenemos que repensar la forma de alimentarnos y avanzar hacia un modelo de producción y distribución de alimentos respetuoso con el medio ambiente en el que nadie quede excluido. La agricultura ecológica, la ganadería extensiva y una nueva logística de distribución basada en la producción y el comercio de proximidad y de temporada se perfilan como alternativas para avanzar hacia la soberanía alimentaria. Dado que la mitad de la población mundial vive en ciudades, éstas están llamadas a ser el motor de un cambio que debe ser profundo, en la línea de lo que establece el pacto de Milán de 2015, firmado por 210 ciudades, entre ellas Barcelona. Si no hacemos algún cambio, el futuro se parecerá más a las distopías del colapso que al mundo feliz de la sobreabundancia que nos muestran ciertas campañas de publicidad de la industria alimentaria.

El boletín

Suscríbete a nuestro boletín para estar informado de las novedades de Barcelona Metròpolis