Stanley Kubrick regaló a la cultura contemporánea occidental un misterio y un tótem: el monolito que actúa como hilo conductor de su obra maestra: la película de ciencia ficción 2001: una odisea del espacio. Se trata de un objeto de origen y significado ignoto que entra en contacto con el ser humano para provocar un salto evolutivo en su capacidad cognitiva. Monolith del artista SpY es una hipnótica experiencia visual que traza un vínculo entre el mito cinematográfico y el elemento más totémico de nuestra sociedad: la pantalla del teléfono móvil y, por extensión, todas las pantallas que nos rodean a diario. Es una alegoría directa de estos espejos mágicos que absorben toda nuestra atención y que tenemos tan integrados que incluso los utilizamos para construir nuestra identidad como personas y modificar la noción de la realidad: un salto cultural con respecto a la relación que teníamos hasta ahora con las dos dimensiones audiovisuales.

Los proyectos contextuales del artista español SpY se cuentan entre las contribuciones más originales a la evolución del arte público y urbano. A lo largo de su trayectoria ha dado forma a instalaciones e intervenciones cada vez más ambiciosas y sugerentes, producidas en ciudades de todo el mundo, que interpelan a las personas espectadoras y las involucran como sujetos activos en el proceso artístico. Siempre plantea cuestiones sustanciales sobre la realidad de las relaciones humanas. Sus intervenciones perturban las rutinas diarias, dialogan con el entorno urbano y lo exploran como un campo de juego lleno de posibilidades sin explotar. Uno de los hilos conductores de su discurso es la creación de fuertes contrastes conceptuales entre la estética de sus obras y las difíciles connotaciones de los objetos con los que están construidas, a menudo elementos utilizados para condicionar el comportamiento de las personas. SpY diseña y produce sus proyectos artísticos desde la plataforma SpY Studio, que integra al mismo tiempo un laboratorio y un ecléctico equipo de técnicos.