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Yoann Bourgeois: "El hombre no es una potencia imparable"
Por Andreu Gomila
Tiene 37 años y siete espectáculos a sus espaldas. Codirige el Centro chorégraphique national: le CCN2 - Grenoble y en Europa todo el mundo habla de él. Es Yoann Bourgeois, un artista de circo que nunca ha estado en Barcelona y que debuta con 'Minuit', un show total que toma todo el espacio del teatro, con la acrobacia como base. Es el momento de que hable él.
¿Qué es para ti el riesgo?
Cuando empecé en las artes del espectáculo era acróbata y asumir riesgos es el pan de cada día. Jugarse la vida se convierte en algo cotidiano y al mismo tiempo estimulante para escribir y componer. Pienso que el motivo esencial de la creación se basa en cómo nos enfrentamos a la muerte.
Has dicho que una de las misiones del nuevo circo es emanciparse de la tiranía de la espectacularidad.
No lucho contra la espectacularidad. Por el contrario, una de las cosas que más me gusta del circo es el virtuosismo. Pero, el circo demuestra que, aunque tienda hacia la espectacularidad, el hombre no es una potencia imparable. Yo busco mostrar, en cambio, la fragilidad del ser humano.
¿De quién te sientes más cercano, de Johann Le Guillerm o de James Thiérrée?
De ninguno de los dos. Se llama circo, alo que hacemos, pero a menudo es una etiqueta absurda. Es solo una etiqueta. Yo me siento más cercano de Johann Sebastian Bach.
Te formaste como bailarín. ¿Qué te aportan las otras artes cuando creas un espectáculo?
La danza me ha permitido dominar la coreografía: mis espectáculos no son de danza, pero sí están muy compuestos coreográficamente. El teatro, por su parte, me ha permitido mirar la escena desde un ángulo particular para relacionar elementos heterogéneos, como la luz, el texto, la escenografía, la puesta en escena...
¿Como lo veremos todo esto en 'Minuit'?
Somos cuatro artistas en el escenario, tres intérpretes y un músico. Y asumimos la caja escénica de manera total, por lo que no paramos de llenarla y vaciarla constantemente, utilizando todo tipo de elementos. Todo se construye y se deconstruye, incluso la música. Todo se deja ver. Somos artistas, músicos y regidores. Todo a la vez. Queremos que el teatro actúe. El teatro es mi universo y tiene una poética propia.
Tus espectáculos viajan con la etiqueta de 'circo', pero ¿podrían ir bajo cualquier otra?
Para mí es circo porque con lo que trabajo proviene de las disciplinas tradicionales del circo. Yo soy acróbata. Además, mis fuentes de inspiración tienen que ver con la relación con los objetos y los fenómenos físicos, como la gravedad, la fuerza... Con esto quiero decir que los materiales que utilizo son circenses, su naturaleza es circense. Y aquí el hombre tiene un estatus particular: es solo un vector y eso marca la diferencia con el teatro. Porque ser vector significa que el hombre no es el centro. Estoy en contra del antropocentrismo. El hombre no es el centro del universo.
Has hecho investigación en muchos sitios, como en China. ¿Qué encontraste?
Quería encontrar los orígenes de la acrobacia y China es una de sus cunas. Allí trabajé con la Ópera de Pekín y descubrí que la acrobacia no es solo una práctica, sino una manera de vivir... El circo, para mí, es un arte que determina mi vida. Porque está el riesgo, jugarse la vida. La carpa del circo es muy inspiradora, ya que denota una manera de vivir muy particular. En China, encontramos una relación muy larga entre la acrobacia y la existencia humana.