Blog
Pablo Gisbert: “O te imaginas o te imaginan”
Por Andreu Gomila
Hace doce años que Tanya Beyeler y Pablo Gisbert crearon El Conde de Torrefiel, y, desde entonces, han levantado un proyecto escénico que ha dejado a media Europa boquiabierta, gracias a obras como 'La plaza' y 'Escenas para una conversación después del visionado de una película de Michael Haneke', entre otras. Gisbert responde a esta entrevista después de estrenar mundialmente en el Festwochen de Viena 'Una imagen interior', espectáculo que también pasará por el Grec 2022 tras hacer parada en el Kunstenfestivaldesarts de Brusselas. También se podrá ver en el Festival de Aviñón. El año pasado, pudimos ver 'Ultraficción nr. 2 / Los buenos modales', uno de los ensayos que los ha llevado al nuevo espectáculo.
¿Qué es la realidad para vosotros?
No lo sé, pero puedo decirte qué es la ficción y lo que es la construcción de la identidad, de la nación, de una lengua, de la idea de hombre. Es en lo que estamos interesados. Realidad es una palabra muy nueva, que tiene 2.000 años. No existe para los griegos. Para ellos, realidad es mitología. En cambio, los romanos son los que dicen: eso es la realidad, eso es lo que se tiene que hacer. Y construyen las ideas de imperio, frontera... Los conceptos crean realidad, verdades, y nosotros hemos trabajado eso.
¿Se puede desvincular el teatro de la realidad?
El teatro es ficción, así como la política o los países. Las palabras son tecnología de la comunicación y, por lo tanto, son una construcción ficcional. Evidentemente que no se puede separar el teatro de la ficción porque en él mismo, el teatro, expone, a la persona que lo está viendo, la gran mentira que es la construcción de la sociedad, porque te está construyendo una pequeñísima sociedad dentro de una ciudad. El teatro es una milésima parte de lo que es la construcción de la realidad.
¿Cuál es el lugar de la imaginación en nuestro mundo?
O haces política o te la hacen, dicen. Pero hay una frase que me gusta más: o te imaginas o te imaginan. O tú proyectas la imaginación o cualquier persona proyecta su imaginación hacia ti. Actualmente, hay, pues, una especie de embudo por culpa del cual las personas estamos saturadas de ficciones, de imágenes, y no somos capaces de lanzar nuestro imaginario, un imaginario genuino. Estamos supercontaminados de capas y capas de ficción y es difícil saber quién es una persona.
"El peso del texto es muy importante, pero siempre llega al final. Esta es la pieza en la que más tarde ha llegado, dos semanas antes de estrenarse"
¿Qué es 'Una imagen interior'?
Es la última pieza de un proceso de un año a partir de la idea de ficción. Sería la Ultraficción n.º 6, pero finalmente decidimos cambiarle el nombre porque no es una etapa más, sino una etapa definitiva que recoge, conceptualmente, plásticamente, literariamente, musicalmente, coreográficamente, todo lo que hemos trabajado.
¿Cómo habéis trabajado la forma?
Durante los ensayos, lo único que hacemos es eso. Los actores no trabajan nunca con texto. Son horas de situaciones, de “impros”... Se pone música y se proponen movimientos, absurdos, romper formalmente las lógicas. A partir de horas de “impro”, como si fuésemos una banda, en la que estás comprobando cómo suena la guitarra, la batería, creas ritmos, riffs, que después interactúan con el texto. El peso del texto es muy importante, pero siempre llega al final. Esta es la pieza en la que más tarde ha llegado, dos semanas antes de estrenarse. Y se traduce el día antes del estreno. Ha sido intenso...
¿Por qué habéis hecho cinco ensayos previos, las 'Ultraficciones'?
Para romper la construcción de la industria del arte, que es estreno absoluto, dinero, grandes festivales, y no tener tiempo para lo que es la experimentación, no tener tiempo para el error, fracasar, dudar... Hemos mostrado las dudas, las experimentaciones, proponer y romper la lógica de la industria, que es estreno, dinero, prensa, público... Eso reduce la capacidad de experimentación, que es lo que más nos interesa. No me gusta entrar en una pieza de teatro y que me expliquen cuál es la fórmula del agua o de la penicilina. Ya hay otros que lo han hecho. Me interesa la investigación y la libertad artística formal. Los temas son siempre los mismos, desde Sófocles, Eurípides y Esquilo, y es en la forma donde se avanza. Con las 'Ultraficciones', pues, podemos probar la forma y son procesos cortos de ensayos.
"El proceso artístico de los artistas que me interesan busca depurar la forma. Y depurar la forma es sacar decoraciones que encuentras innecesarias, añadidos"
¿Qué relación tiene con 'Kultur' o 'La plaza', vuestro último que hemos visto?
'Guerrilla' fue el final de un proceso de investigación de diez años. Fue el final de una etapa y ahora estamos en otra, que empezó con 'La plaza'. Inaugura una nueva manera de trabajar y de entender qué es la musicalidad, el ritmo y el cuerpo en escena. Estamos continuando. Y no sé si 'Una imagen interior' es un final.
¿Sois cada vez más radicales?
Evidentemente, si radical significa ir a la raíz, sí. El proceso artístico de los artistas que me interesan busca depurar la forma. Y depurar la forma es sacar decoraciones que encuentras innecesarias, añadidos. Tengo un gran miedo a repetirme, no volver a hacer 'Haneke', 'La posibilidad', piezas que han viajado por todo el planeta. 'Una imagen interior' es diferente. Continuamos con texto proyectado porque me gusta mucho leer. Y como el texto llega siempre la última semana, es inviable que un actor, una actriz, puedan memorizar el texto en un día.
"Cuando tenía 18 años, tenía un colectivo de música hardcore. Intentaba encontrar en el teatro una experiencia plástica y sonora parecida a lo que era escuchar música hardcore"
¿Por qué creéis que habéis conectado con varios teatros y festivales europeos?
Desde bien joven me interesé por un tipo de teatro que se pareciese a la música. Cuando tenía 18 años, tenía un colectivo de música hardcore. Intentaba encontrar en el teatro una experiencia plástica y sonora parecida a lo que era escuchar música hardcore. Por eso, cuando empezó a interesarme el teatro, observé la vanguardia, el happening, la performatividad, un tipo de teatro que rompiera la lógica. No tenía ningún interés en llegar a Europa o hacer giras por el planeta. Entiendo que un país, una ciudad, no trae el teatro que allí se hace, sino que importa lo que no se hace. Sí, somos una rara avis... El Grec no trae piezas que ya se hacen en Barcelona. Si trae a Phia Ménard o Romeo Castellucci es porque hay una manera de hacer artística que considera importante compartir con los espectadores de la ciudad. Hay festivales que consideran importante que nuestra manera de hacer llegue a su público porque no se hace en aquella ciudad.
¿La pandemia ha cambiado vuestra manera de trabajar?
Sí. Hace dos años que vivimos en Ontinyent, el pueblo donde nací. Hemos alquilado una nave de 700 metros cuadrados, diáfana, con el suelo de cemento, que en Barcelona sería imposible. Podemos pintar, cortar, romper, estar. Tiene patio, una higuera, duchas. En Barcelona serían 20.000 euros al mes y en Ontinyent es casi gratis. Es la antigua nave de Iberdrola... Podemos ensayar, estar allí 24 horas. La tenemos a cinco minutos de casa.
SIGUE LEYENDO: Radiografía de la creación teatral contemporánea en Barcelona (II): Amaranta Velarde y La Virgueria