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Desmontando La Perla 29. Homenaje al sueño de una compañía
Por Andreu Gomila
Si le pedimos a Oriol Broggi qué es el teatro, no se lo piensa demasiado. "Es una forma de vida, una manera de vivir y ganarse la vida, de mirar el mundo y reproducirlo", dice. Lo afirma sentado en el refectorio de la oficina de La Perla 29 en la calle Torrent d'en Vidalet, en Gracia, a dos calles, literalmente, del local de la calle de la Perla donde nació la compañía, a principios del siglo XXI, donde ahora hay un almacén de comida mexicana. Acaba de hacer una lectura de 'El poema de Guilgamesh, rei d'Uruk', la obra con la que pondrá de largo el Grec 2018 y en la que estarán casi todos los actores y actrices que les han acompañado durante estos años. La pieza la protagonizarán Màrcia Cisteró, Ernest Villegas, Toni Gomila y Sergi Torrecilla, a los que se les sumarán Marta Marco, Clara Segura, Ramon Vila, Lluís Soler y un largo etcétera, además de toda una serie de gente cercana a La Perla que hará de coro griego. Marina Mascarell firma el movimiento, en una especie de codirección con Broggi. El multiinstrumentista griego establecido en Barcelona, Yannis Papaioannou, es el autor de la música.
Quizás no hay nadie mejor que Broggi y La Perla para llevar a escena la gran historia mesopotámica en un Grec que nos quiere hacer viajar a Asia. Jeroni Rubió ha hecho la dramaturgia, siempre teniendo en cuenta que la historia original y completa no existe, que en el siglo VII aC se encontraron unos fragmentos que se completaron gracias a una tradición oral que se remonta hacia el 4.700 aC. Poca broma. Broggi está haciendo 'Edipo' en el Romea y desde que puso en marcha La Perla 29 ha dirigido, por ejemplo, 'El huérfano del clan de los Zhao' (2014), 'Antígona' (2006) o 'Incendios' (2012), grandes tragedias, grandes epopeyas. Asia no le es nada ajena.
EL COMIENZO
Para explicar cómo es la tropa de Broggi tenemos que mirar un poco atrás. La primera producción como La Perla 29 fue 'Los ojos del hermano eterno', estrenada en 2002 en la Sala Beckett. Antes, en los años 90, ya se habían ido encontrando diferentes artistas escénicos que, aquí y allá, se decidieron a montar compañías. Estaba, por ejemplo, Carlota Subirós, que dirigió la segunda producción de La Perla 29, 'Liliom' (2003). "Queríamos hacer teatro a nuestra manera y, sobre todo, que las energías no murieran cada vez que teníamos algo que decir", apunta Broggi. Levantar una producción era un esfuerzo muy grande y a menudo tenían la sensación de que debían repetir una serie de mecanismos (administrativos, logísticos, etc.) que, con una marca propia, no tendrían que hacer.
Les preocupaba una cosa: la coherencia. Y "crear estilo con variaciones". "Los cambios rápidos son peligrosos", añade Broggi... Así llegan a la Biblioteca de Catalunya con 'El misántropo' (2005) y consiguen, por fin, disfrutar de un espacio propio, gracias al cual podrían sacar adelante su proyecto teatral, con dos modelos claros en la cabeza: "En el año 2000 -apunta el director- detectamos que los teatros de la época no habían conseguido la calidez del Teatre Lliure del principio (finales de los 70) o la Sala Beckett del Teatro Fronterizo (primeros de los 90). No había ni línea estética ni línea ideológica, dominaba la frialdad". Y ellos querían transmitir calidez, pasión, crear un espacio único, donde la gente supiera qué encontraría antes de entrar. "El teatro necesitaba calor, cariño", remata.
Broggi, de hecho, nunca ha ocultado sus referentes. Y siempre ha recordado el impacto que tuvo en él ver el 'Mahabharata' de Peter Brook en el Mercat de les Flors, en 1985, cuando él solo tenía 14 años. En 'Edipo', por poner un ejemplo reciente, utiliza toda la cosmología del director inglés establecido en París, cañas incluidas. Y la arena de la Biblioteca de Catalunya, que siempre traslada al teatro donde estrene, es un claro recuerdo de la arena del Bouffes du Nord parisino.
LA FIDELIDAD
Poco a poco, el público reconoció una manera de hacer, incluso unos intérpretes, aunque hay que decir que La Perla 29 nunca ha tenido una compañía estable. Pero hay nombres que son casi inseparables de la 'troupe'. "Ya al principio pensamos que no éramos muy nadie, pero que si tratábamos bien a la gente siempre querrían volver a trabajar con nosotros", dice Broggi. Y si son fieles a una cierta estética, se debe, en parte, a la escasez de medios que tenían cuando empezaron. La luz va muy ligada al color de la arena de la Biblioteca, así como a los pocos focos de que disponían cuando abrieron para el teatro el antiguo refectorio del Hospital de la Santa Creu de Barcelona.
Broggi es leal a una manera de hacer. Como decía, ha evolucionado poco a poco, con algunos cambios que quizás hemos tardado a percibir. Por ejemplo, para hacer 'Bosques' (2017) emplearon leds fríos. Y en 'Cielos' (2014) utilizaron el vídeo como no lo había hecho nunca antes, producto del visionado de las 'Tragedias romanas' de Ivo Van Hove en el Grec 2013. Otros pasos importantes los dieron en 'Antígona' (2006 ), cuando entró Clara Segura, jugaron con la gestualidad del cuerpo. Y en 'Hamlet' (2009), con la incorporación de Julio Manrique.
UNA FORMA DE HACER
Desde el principio, en La Perla 29 han tenido muy claro que no querían ser flor de un día y, por lo tanto, que era muy importante que cuadrasen los números. Broggi no olvida que la compañía tiene tres socios, dos de los cuales son gerentes. Dice que sólo se han permitido dos lujos a la hora de sacar adelante proyectos que se les escapaban de las manos. Uno fue 'Antígona' y el otro, 'Incendios'. Y no hace falta decir que dieron en el blanco.
"Hasta ahora me ha ido bien lo que se llamaba 'teatro de arte", dice Broggi, siempre preocupado por si la historia que tenía que contar era contemporánea. Cuando hicieron 'Una giornata particolare' (2015), por ejemplo, discutieron mucho con Segura y Derqui sobre si el personaje que interpretaba él, Gabriele, un gay reprimido, era antiguo o no. En La Perla 29 se preocupan por presentar grandes textos y, de vez en cuando, asumir algún riesgo. Recuperaron a Eduardo de Filippo, han hecho lo mismo con Arnold Wesker y son los introductores en nuestro país de Wajdi Mouawad, un autor a quien veneran.
Viniendo de donde vienen, sin embargo, Broggi asegura que deberían haberse decantado por el teatro visual y no el de texto. Él lo que busca es que todas y cada una de las escenas estén bien. ¿Que si han hecho alguna gran aportación a la historia del teatro catalán? Pues, el director no parece muy preocupado al respecto. Tiene claro que poner en paralelo la gestión y lo artístico ha sido un acierto. Y que tampoco iban demasiado desencaminados cuando decidieron recoger el espíritu del Lliure de Fabià Puigserver "con actores que tenían ya un nivel muy alto". No en vano, dice el director, "siempre hemos intentado que La Perla sea más importante que Broggi". Lo que es seguro es que La Perla ha sido fiel a una forma de hacer teatro. Y este 'Gilgamesh' con el que abrirán el Grec 2018 es, seguramente, el espectáculo más ambicioso que han asumido nunca. Todo un reto.